José Vicente Cobo

En los textos del Antiguo Testamento promulgado por la Iglesia como la palabra de Dios, se presenta a menudo a Dios como a un mostruo sangriento que incita al crimen, al asesinato por robo, al genocidio, a la guerra y a la matanza de animales.

Tambien en el Nuevo Testamento hubo desde el principio graves discrepancias. Luego se continuó sin reservas con la falsificación de los textos. A pesar de ello, para las instituciones de la iglesia católica y de la evangélica protestante la Biblia es la “verdadera palabra de Dios” y la “única norma de conducta”, en parte con terribles consecuencias para seres humanos y animales.

En su catecismo, la Iglesia católica explica con carácter obligatorio: “El Antiguo Testamento prepara al Nuevo, en tanto éste completa el Antiguo. Ambos se iluminan mutuamente, ambos son la verdadera palabra de Dios.” (nº140)

Las instituciones denominadas Iglesias quieren convencer a los fieles de que la Biblia es la palabra absoluta de Dios. Pero no es así: Los escritos fueron falsificados desde el principio. Con intención o inconscientemente. Por ignorancia o por descuido.

Cuando (san) Jerónimo recibió alrededor del año 370 la tarea del papa Dámaso de traducir al latín todos los textos de los evangelios existentes y de ordenarlos en una gran obra (la Biblia), sufrió una gran desesperación: Ni siquiera dos textos tenían una semejanza en todo su contenido. Todos se diferenciaban.

Intuyendo lo que podía suceder, Jerónimo le escribe al Papa: ¿No habrá por lo menos uno… que a mí, en cuanto tome est volumen (Biblia) en la mano…, no me califique a gritos de falsificador y sacrílego religioso, porque tuve la osadía de agregar, modificar o corregir algunas cosas en los viejos libros?

Jerónimo “controló su pluma”, escribe él. Y cambió la Escritura sólo en 3500 partes…

No obstante ya en el año 1590, la Vulgata (traducción latina de Jerónimo) fue publicada por el Vaticano bajo el Papa Sixto V como “Editio Sextina” y declarada sin faltas. En realidad, ella estaba llena de errores. En 1592 fue reemplazaba, bajo el Papa Clemente VIII, por la publicación sin faltas llamada “Editio Clementina”, pero ésta también contenía muchos errores. Recién la versión revisada en 1598, aunque también con faltas, permaneció siendo obligatoria por un largo tiempo.

¿Por qué entonces durante el Primer Concilio Vaticano de 1869/70, en su decisión doctoral podemos leer: “Esta manifestación sobrenatural (la Biblia) está contenida, de acuerdo con el credo de toda la Iglesia explicado por el santo concilio de Trento, en libros escritos y en transmisiones no escritas, que fueron recibidos por los apóstoles mismos directamente de la boca de Cristo o que habiendo sido dictados por el Espíritu Santo fueron transmitidos, por decirlo así, de mano en mano por los apóstoles, hasta llegar a nosotros”?

Fuente:

http://www.diariosigloxxi.com/noticia.php?id=17845