Por Pbro Roberto Dorantes

Uno de los más sorprendentes fenómenos místicos de orden corporales la estigmatización, es también uno de los más traídos y llevados por los racionalistas, que niegan su carácter sobrenatural y tratan de explicarlo por la simple imaginación o la patología, nosotros vamos a exponer brevemente el fenómeno en sí mismo, para tratar después de encontrarle una explicación satisfactoria.

Consiste este fenómeno en la aparición espontánea en el cuerpo de la persona que lo experimenta de ciertos estigmas o llagas sangrientas que recuerdan las del divino Crucificado del Calvario.

Suelen aparecer en las manos, pies y costado izquierdo; y a veces también en la cabeza y en las espaldas, para recordar la coronación de espinas y la flagelación del Señor.

Estas llagas pueden ser visibles o invisibles, permanentes o periódicas y transitorias, simultáneas o sucesivas; la forma, tamaño, sitio exacto de su localización y otras circunstancias accidentales son muy distintas y variadas según los casos.

La estigmatización se produce casi siempre en sujetos extáticos, y con frecuencia va precedida y acompañada de muy fuerte tormentos físicos y morales, la ausencia de tales padecimientos sería muy mala señal, porque los estigmas no son sino el símbolo de la unión con el divino Crucificado y de la participación en sus sufrimientos.

El primer estigmatizado de que se tenga noticia es San Francisco de Asís, que recibió las llagas en un éxtasis sublime que padeció en el monte Alvernia el 17 de septiembre de 1224.

Después de él se han multiplicado los casos. El Doctor Imbert- Goubeyre, que estudió el fenómeno con mucha atención y competencia, señala nominalmente 321 casos; y en la segunda edición, de 1898, cita un corresponsal que le señala las omisiones y le invita a hacer investigación en los archivos de los conventos españoles.

La historia de la estigmatización no está, pues, sino esbozada y descubrirá probablemente estigmatizados anteriores a San Francisco.

¿Fue estigmatizado San Pablo? En su epístola a los Gálatas, habla el gran Apóstol de ciertos estigmas que lleva en el cuerpo: Ego, enim, stigmata Domini Iesu in corpore meo porto, ¿qué significan estas palabras?

El P. José María Lagrange, exponiendo ese pasaje en su comentario a dicha Epístola, explica que por el nombre de estigmas entendían los antiguos ciertas marcas o señales –a veces tatuajes, quemaduras, etc.-, que acreditaban a quién las poseía su permanencia a un determinado dueño u organismo; y así solían llevar los esclavos, para designar al señor que pertenecían.
Así los soldados, para significar el ejército del que formaban parte, y hasta los devotos, como distintivo del dios o divinidad a que estaban consagrados, San Pablo emplea la palabra estigmas en este mismo sentido.

Para él, los estigmas son las huellas de los sufrimientos y malos tratos padecidos por amor de Jesucristo, que han quebrantado sus fuerzas y arruinado su salud.

Este parece ser el verdadero sentido de este texto del Apóstol, no se trata de estigmas en el sentido que se da a esta palabra después de San Francisco de Asís; por eso, todos los autores encabezan las listas de los estigmatizados con el nombre del Poverello, por ser él el primer caso de estigmatización que se tiene noticia hasta hoy.

Ya de antiguo se ha pretendido dar al fenómeno estigmático una explicación naturalista, Benedicto XIV refiere en su obra magistral que Francisco Petrarca atribuía la impresión visible de las llagas de San Francisco de Asís a su imaginación, exaltada por los misterios de la cruz; y que Pompanacio, de acuerdo al filósofo árabe Avicena, atribuía a la imaginación el poder de transformar los cuerpos extraños y, con mayor razón todavía, el de afectar el propio cuerpo que el alma anima.

Este es un fenómeno sobrenatural completamente, la explicación del mismo se ha de buscar en un favor especial de Dios que no es exigido por el desarrollo normal de la gracia.

Santos hubo de primera magnitud que llegaron a las más altas cumbre de la unión con Dios sin haber recibido jamás los estigmas del Crucificado.

Es algo gratuito que Dios da a las personas, como imágenes vivientes de Cristo, que continúan la obra redentora, completando lo que falta a su pasión, como dice San Pablo.

Con frecuencia son escogidos como almas víctimas, que, aunque se ordenan ante todo a salvar almas ajena, sus dolores son inefables –soportados con entrañable amor de Dios y del prójimo- repercuten sobre ellas en un torrente desbordado de gracias y bendiciones.

Aquí cabe hacernos una pregunta importante ¿es posible una estigmatización diabólica? ¿Puede el demonio producir estigmas?

Es evidente que sí, en el orden puramente natural, a base de la hipnosis y de la sugestión, se ha conseguido producir fenómenos muy semejantes a la estigmatización en sujetos desquilibrados, neuróticos e histéricos, ¿cómo no va a producir el demonio, cuyo poder preternatural es muy superior al de las simples fuerzas humanas?

De hecho se han comprobado casos de verdadera estigmatización diabólica, el historiador de las convulsiones jansenista, Carré de Montgeron, cita varios casos, las escenas dolorosas de la pasión de Jesucristo, los estigmas mismos, son reproducidos a veces por Satanás en sus secuaces o en sus víctimas a fin de encubrir mejor la trama de sus perfidias y seducir más seguramente a los débiles y flacos.

En la práctica no habrá otra señal para distinguirlos que la que nos dejó el Salvador en el Evangelio, y que tantas veces hemos invocado: por sus frutos los conoceréis.

Oigamos al sabio y piadoso cardenal Bona dar una lección práctica de discernimiento de los espíritus sobre esta y otras materias parecidas:

“A los que creen y publican que ha sido coronados de rosas en una visión por Jesucristo, por un ángel o por la Bienaventurada Virgen María, o que han recibido un anillo o collar, se les debe tratar como engañados del por su propia imaginación o como juguetes del demonio, a menos de que se vea relucir en ellos una gran perfección de vida, una muy grande santidad y un desprendimiento completo de la esclavitud de los sentidos. Dígase lo miso de los estigmas, que, como se ha comprobado por algunos ejemplos indiscutibles, pueden ser hecho por la perfidia de Satanás”.

Fuente:

http://www.tiempo.com.mx/not_detalle.php?id_n=14153