Cierra tus ojos un momento y piensa qué te sugiere la foto de un bebé siendo amamantado. ¿Te produce inquietud? ¿Te da asco? ¿Te excita… o es sólo curiosidad? ¿Te parece natural o cosa del diablo? ¿Te angustia al punto de no soportar verla?
Hace unas semanas los medios internacionales dieron cuenta del escándalo que provocó “la inocente imagen de un bebé mamando” publicada en portada por la revista estadunidense Babytalk, dirigida a un público compuesto esencialmente de mujeres con hijos.

Lo que pudo haber generado la indignación de numerosos lectores me resulta un misterio sin resolver… Veo la foto en cuestión y creo que hay que estar loco para calificarla de “desagradable” y “chocante”, como escribieron en más de cinco mil airadas cartas que llegaron a la redacción de Babytalk, cuya edición de agosto apenas empezaba a circular.
“Me consternó ver un pecho gigante en la tapa de su revista. Me sentí herida y mi marido se incomodó cuando dejé la revista sobre la mesa”, se quejó una lectora de Kansas. Una de Nevada contó que le dio vuelta de inmediato para esconder la foto. La madre de un pequeño de cuatro meses se voló la barda con su comentario: “Me asqueó ver un bebé prendido al seno de su madre” (¡!). Una suscriptora se declaró “horrorizada” al recibir su ejemplar mensual y confesó: “Debí arrancar la primera página para evitar que todos la vieran en casa”. Muchos otros se describieron “molestos” y “ofendidos”.
Curiosamente, la portada estaba destinada a ilustrar un artículo sobre la controversia en aquel país sobre la lactancia en público, práctica con alto nivel de desaprobación en Estados Unidos (sí, el mismo país donde se rinde culto a las tetas enormes, naturales o con relleno). Lisa Moran, editora de Babytalk, lamentó que la reacción a su portada fuera reveladora “del puritanismo” que divide actualmente a los estadunidenses.
Resulta absurdo que sean los puritanos los mismos que, apoyados por el gobierno de Bush, presionan por todos los medios a fin de que se apruebe la enseñanza en escuelas públicas de la “teoría del diseño inteligente”, según la cual –cito a Wikipedia— “la vida en la Tierra y el origen del hombre son resultado de acciones racionales emprendidas de forma deliberada por uno o más agentes inteligentes”.
Son los mismos fundamentalistas que defienden al “diseño inteligente” como “propuesta científica legítima”, mientras los científicos la consideran un invento para combatir la teoría de la evolución de las especies y reforzar la creencia en un creador determinado. Son los que predican que el diseñador es el Dios cristiano y no el de otras religiones. (Y cuando se les pregunta quién diseñó al diseñador nunca tienen una respuesta a la mano).
Es absurdo, o al menos contradictorio, porque, de acuerdo con sus propias creencias, habría sido precisamente EL diseñador inteligente quien decidió darle senos para amamantar a todas esas mujeres que se asquean con la idea. Ellas deberían ser las primeras en rescatar tal función de sus cuerpos. O qué: ¿acaso piensan que fueron diseñados sólo de adorno?
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