Eliana Galarza
Clarín

Parece que, finalmente, del polvo venimos. Del polvo cósmico. Al menos eso afirma una de las teorías científicas que tiene más seguidores sobre el origen de la vida en la Tierra. Algo que tal vez pueda comprobarse a través Stardust [Polvo de estrellas], un ambicioso proyecto de investigación espacial destinado a responder ése y otros enigmas.

¿Qué tan ambicioso? Arrancó en 1999 y se propuso algo que bien podría ser el argumento de una novela de ciencia ficción: viajar hasta un co [el Wild 2], ‘montarse’ sobre él, capturar parte de su polvo y traerlo hasta la Tierra. Todo eso sucedió, pero de verdad. A una nave [obviamente no tripulada] le llevó siete años completar esa tarea.

Desde enero de este año, ese polvo tan preciado está siendo analizado para saber si, efectivamente, como postula un enunciado que se conoce como Teoría Extraterrestre, la vida llegó a la Tierra a través un co ‘sembrador de vida’.

‘Más allá de las conclusiones que puedan surgir por causa de esta misión, lo que sí está claro es que cada día aparecen nuevas preguntas. Por ejemplo, el material que estamos analizando parece haber sido formado en un ambiente muy caliente y los cos —según lo que se pensaba hasta ahora— habían nacido en parte del espacio frío. Entonces, ¿qué hace allí ese material de origen caliente’, le comentó a Clarín, desde California, Edward Hirst, gerente de operaciones de la NASA para la misión Stardust.

Hirst, un ingeniero espacial de 36 años que ya de chico soñaba con ser parte de una misión así, sudó la gota más gorda el 15 de enero de este año, cuando se soltó la cápsula de la nave y preparó su aterrizaje en Utah, en los Estados Unidos. Si algo hubiera fallado en ese momento, todo se habría malogrado.

Ahora se lo oye tranquilo, entusiasmado porque, desde este mes, el polvo espacial ya puede ser analizado por científicos de cualquier parte del mundo que presenten un proyecto de estudio y los sponsors para financiar sus gastos. Y también está disponible para que —al estilo del recordado proyecto SETI, de búsqueda de vida extraterrestre—, un usuario de computadora con voluntad de investigar pueda participar analizando los detalles de las imágenes del polvo.

Ese proyecto se llama Stardust@Home [stardustathome.ssl.berkeley.edu] y ya convocó a más de un millón de participantes en los primeros días, todos lanzados a develar secretos de las 40 mil imágenes que por ahora están disponibles.

En ellas se ven muestras que tienen un tamaño de 2 a 15 micrones de diámetro [1 micrón es la milésima parte de un milímetro]. Para estos ‘cazadores de partículas’ amateurs, el objetivo es tratar de encontrar allí algo significativo, que pueda dar indicios de que merece ser analizado rigurosamente.

De todos modos, pese a que la intención es apretar el acelerador e intentar obtener conclusiones cuanto antes, nada de eso será fácil. ‘Tenemos 130 pequeños contenedores con aerogel [la sustancia en donde se ‘pegó’ el polvo del co] y de ellos, sólo 10 fueron analizados, y no totalmente’, revela Hirst. El estimativo para completar un estudio total es de alrededor de 30 años. ‘Es probable que cuando se concluya el estudio de contenedores podremos saber que los cos contribuyeron al desarrollo de la vida’, arriesga Hirst.

‘Hay bastante evidencia de que en el interior de los cos se encuentra materia orgánica. Si uno acepta que los océanos de la Tierra se formaron por el agua aportada por innumerables cos en una etapa primitiva, es casi una consecuencia lógica suponer que además de agua también habrían aportado los componentes básicos de la vida’, dice el astrónomo Roberto Venero, del Observatorio de La Plata.

Hipótesis que maneja la ciencia

En algún momento, la vida empezó a abrirse paso. Se coló en las hendiduras de los desiertos y hasta se instaló muy cerca de las gargantas calientes de los volcanes. ¿Pero cómo empezó?

Hasta el momento, las teorías científicas que explican su origen son dos. ‘Una es la Autóctona, que dice que la vida se originó en la misma Tierra, a partir de procesos lentos que generaron las combinaciones apropiadas de moléculas en su superficie’, señala Roberto Venero, del observatorio de la Universidad Nacional de La Plata.

La otra es la teoría Extraterreste. Nada que ver con ETs. ‘Esa teoría presupone que la vida se puede formar en distintos lugares del espacio y ser diseminada por medio de cos, asteroides o meteoros. Los cos son adecuados para esto porque buena parte de su composición es hielo de dióxido de carbono o de agua’, completa el astrónomo Venero.

La primera es aceptada ‘oficialmente’, pero la segunda tendría más chances de confirmarse. ‘Las grandes extinciones también vinieron del espacio, con la caída de asteroides. Por lo tanto, el espacio podría sería fuente de surgimiento y desaparición de vida’, concluye Venero.

Fuente:

http://www.latribunahispana.com/news/one_news.asp?IDNews=12132