Aborto. Débil y extraña argumentación católica romana
Por: Domingo Riorda (ECUPRES) (Fecha publicación:24/08/2006)

La Comisión Permanente del Episcopado de la Iglesia Católica Romana en Argentina dio a conocer un comunicado sobre el aborto en relación con jóvenes discapacitadas embarazadas en actos de violencia y que sus madres acudieron a los organismos de salud estatales para abortar.

Es conocida la posición oficial de la ICR en contra del aborto. El nuevo comunicado, del miércoles 23 de agosto, ofrece significativos sesgos lingüísticos.

El titulo, “Una cuestión de vida o muerte” plantea la visión particularizada de un sector de la sociedad, la ICR, que la vuelca sobre toda la ciudadanía. Uno de los puntos en discusión es justamente si lo que se encuentra en un embarazo en determinados meses, en los que la ley permite el aborto, tiene vida o no.

Desde el inicio la ICR evita la discusión sobre la libertad de la mujer para decidir sobre su propio cuerpo. Punto crucial en el oficialismo católico romano en ese caso, el aborto, como en otros relacionados con la vida activa del ser humano. Al apelar a la disyuntiva “vida o muerte” falsea el debate y, se advierte que “roba” el lema de otros clamores como el de “libertad o muerte”, justamente la expresión que parece negarse en la jerarquía católica romana.

El Episcopado de la ICR en Argentina avanza mencionando que en el aborto se “asesina” a un inocente, palabra fuerte, poco usada en este tema, que puede ser correcta si se cree que allí, en ese momento, en el vientre de la mujer, existe vida, pero que merece una reflexión de porque se usa en este caso, relacionado con el sexo, y nunca fue utilizada, oficialmente, para los asesinatos de los y las secuestradas por la Dictadura del 76, de los cuerpos arrojados al mar, de los desparecidos.

La afirmación de que esto “es una cuestión de vida o muerte” que involucra a “los ciudadanos de cualquier credo o condición social” vuelve a ejemplificar la arrogancia imperial, de la jerarquía que firma el comunicado, que se arroga el derecho de legislar sobre quienes no profesan la confesión católica romana.

Habría que preguntar quien le dio ese derecho, pero es posible que lo tengan tan incorporado que ni se lo preguntan, así como el no desliz de hablar de “los ciudadanos”, que se refiere al varón, cuando el tema del embarazo es, hasta ahora, exclusivo rol de la mujer, pero claro, es conocido el lugar de la mujer en ese organismo eclesial cuyas decisiones son exclusiva de los varones.

“A todos les pedimos, es más, les rogamos asumir este tema con la seriedad que se merece” solicitan los obispos católicos romanos en una opinión que puede interpretarse como que ellos creen que los que aprueban el aborto no lo hacen con seriedad. Si es así, es un desubique absoluto. Sin embargo hay algo que puede considerarse muy serio, la incapacidad de aceptar las diferencias de opiniones, de actitudes de vida, en personas “nobles” que no merecen el descalificativo de que sus decisiones sean tomadas como “sin seriedad” o catalogarlas de “asesinas”

Usando el estilo de comenzar con una cita impactante, el Episcopado inicia su comunicado con el caso de una señora que le agradeció a un sacerdote por su hija discapacitada ya que ella había querido abortar, dado el diagnóstico de cómo nacería su hija, pero el sacerdote la convenció que no lo hiciera y hoy, la señora, esta feliz con su hija discapacitada.

Un caso digno de comentar sin apelar a diagnósticos psicológicos sobe los mecanismos de la buena señora, pero ella es católico romana y decide en base a esa fe. Ese es el hecho, que no lo desvaloriza por ser creyente. Por cierto, se pueden citar otros casos, también abundantes, de mujeres que no resignan su catolicismo romano y que deciden por el aborto.

Estas simples reflexiones lingüísticas indicarían que la ICR, en el tema del aborto, le está ocurriendo lo mismo que en los de las relaciones sexuales en la pareja matrimonial sin intenciones de tener descendencia, homosexualidad, lesbianismo y otros similares. Todas batallas que la ICR va perdiendo por la perseverancia del ser humano en ejercer responsablemente su libertad.

Finalmente hay algo que se agrega a la extrañeza de este texto obispal de la ICR. Para el saludo final se opta por la fórmula “María, que en Belén alumbró al Hijo de Dios, nos ayude a optar siempre por la vida”.

Si se tiene en cuenta las circunstancias del embarazo de María y que en el comunicado se lo relaciona al tema del aborto producido por violación, surge la pregunta ¿El Episcopado de la ICR en Argentina sugiere una interpretación de ese hecho distinta a la tradicional como producido por el Espíritu de Dios?

Fuente:

http://www.argenpress.info/nota.asp?num=033594