Encuentran en San Blas "la lógica que explica el milagro"

Por: Notimex Viernes 25 de Agosto de 2006

Las opiniones acerca de lo ocurrido a Lucio Rendón Becerra, Salvador Ordóñez Vázquez y Jesús Eduardo Vidaña López, los tres pescadores que por 290 días navegaron a la deriva en el Océano Pacífico, también se dividen por género.

Mientras que para las mujeres se trata de un "milagro" de la "mano de Dios que expresó su gracia divina al salvarlos", para los hombres es un hecho difícil de creer.

Enfrentadas a diario con una realidad que en ocasiones avasalla por las dificultades para ganar el sustento diario, no sólo de ellas sino de sus hijos, las mujeres sanblaseñas afirman que "un milagro sí es posible", que lo importante es "que volvieron, y vivos".

El escepticismo de los hombres no queda exento de la claridad de visión para saber que los beneficios publicitarios que para esta localidad pueda traer el insólito hecho son motivo suficiente para sustentar que los dichos de los tres pescadores sobrevivientes "son la pura verdad".

Es entonces cuando la palabra "milagro" sustituye a "verdad", cuando más que nunca sirve para explicar los vacíos que la lógica no logra llenar hasta ahora, para dar claridad ante lo inverosímil.

El trabajo de dar una necesaria explicación por Rendón, Ordóñez y Vidaña está siendo adelantado por los líderes del gremio, como David Lara Plascencia, director de Pesca del Gobierno Municipal de San Blas, quien a cada una de las inconsistencias del caso presenta una explicación.

Descalifica por completo las opiniones vertidas por nutriólogos, médicos y psicólogos acerca de la imposibilidad de que un ser humano pudiera haber sobrevivido nueve meses en las condiciones en que estos pescadores lo hicieron, al quedar a la deriva en altamar.

Que si tienen los dientes blancos, es porque "nunca ningún pescador utiliza pasta dentífrica ni cepillo para lavarlos, sólo agua de mar y sus dedos porque el yodo, potasio y cromo que ésta contiene se los mantiene en muy buen estado".

Que si comieron animales crudos, "fue porque los pescadores estamos acostumbrados a comer así; incluso, hay un compañero, Manuel Mercado Torres, que siempre los pesca y así, vivos, los desviscera y se come el hígado, la hueva y la sangre, y como él muchos otros".

¿Hay patos en altamar? "¡Cómo que no!", responde el funcionario. "Hay golondrinas de mar que vuelan a más de 100 millas de la orilla; también el rabijunco, que es un pájaro de plumaje hermoso y cola larga, y es muy normal que éstos bajen a la panga porque huelen el pescado fresco y ahí mismo se les atrapa".

Que si los pecadores no tienen rastros de quemaduras solares ni llagas, "se debe a que un pescador ya tiene la piel bien curtida, que ni qué, porque la piel de uno en la pesca es bien resistente, se queda 15, 20, 30 días en trusa, con el sol directo y en la panga, y nada le pasa".

Esto aunado a que "todas las embarcaciones llevan cobijas y ellos se taparon del sol con ellas", además de que el agua de lluvia "se almacena con total facilidad, hasta la propia panga puede servir de recipiente, con unos plásticos y ya".

Que "de nada hubiera servido hacer con las cobijas una vela para regresar si el viento los llevó en contra. Por más experiencia que se tenga en esto de la pesca, si la naturaleza no quiere, pues no quiere y no regresas".

Que si divisaron tierra en algún momento, "como las Islas Marías por ejemplo, ni forma de acercarse porque, otra vez, el viento, el aire no quiere dejarlos regresar y los sigue llevando mar adentro".

Que "nada de raro tiene que la panga haya sido de nueve metros, porque esa es la medida estándar de una embarcación de ese tipo, para la caza del tiburón".

De que hayan ido dos pescadores más y murieron en el mar, "tampoco hay duda porque aquí muchos han muerto, muchos se fueron y ya nunca regresaron".

Fuente:

http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=257887