La artista estadounidense ha sido amenazada con ser secuestrada junto con sus dos hijos, si persiste en su intención de presentar su polémico espectáculo en la capital rusa el próximo 11 de septiembre, según el sensacionalista y poco confiable tabloide londinense The Sun.

La escena de su show que a desatado la critica de no solo la iglesia católica, sino la ortodoxa e inclusive otras confesiones como la musulmana y judía; es aquella donde imita la crucifixión de Cristo, donde incluso se coloca una inicua corono de espinas.

Aun, a sabiendas de lo informado que estamos del apego que las mafias le tiene a las creencias religiosas, no deja de ser, en un sentido estricto, un comportamiento bastante bizarro. En teoría, ninguna religión, estrictamente hablando de las que conocemos un tanto, como la católica y la ortodoxa, consideraría a un miembro de una banda criminal como un adepto correcto; tal vez si un buen creyente, pero no un buen practicante o un buen miembro, por más piadoso, caritativo, bienhechor, filántropo o generoso que pueda ser con la propia institución o aquellos miembros de la fe religiosa que le son afines. Claro que en la practica es otra cosa, empezando por las propias instituciones religiosas, que al fin y al cabo son, emitiendo un juicio especulativo y ciertamente personal, fundaciones políticas con objetivos de control político, de obtención poder o con fines lucrativos; se han visto envueltas en practicas mafiosas, como el affaire del Banco Ambrosiano o el encubrimiento de los padres pededastras, y ya ni que hablar de las estrechas relaciones de algunos miembros de las instituciones religiosas con las grandes mafias, creo que la película mexicana "El Crimen del Padre Amaro", describe esta situación, tanto la estructura mafiosa de la propia institución, en este caso la católica, como la vinculación de algunos de sus miembros con los mafiosos.

Aun apartando los "entendibles pecados" de los miembros de la iglesia y sus relaciones personales con las mafias más conocidas, como la italo-americana, la rusa y las mafias latinas del narcotráfico, ya que al fin y al cabo son humanos, no dejo de preguntarme: donde les viene a estos mafiosos su "espiritualidad", supongo que la pregunta es errónea, ya que no es espiritualidad, sino una especie de práctica ritual o religiosa. También supongo que la respuesta es obvia; los miembros mafia emergen de la marginalidad, y en esta, está enraizada la religiosidad como una costumbre ritual, que poco tiene que ver con la espiritualidad. Dudo mucho que sean tan religiosos porque se saben que viven en "pecado" y tienen un cargo de conciencia, la psiquis humana es tremendamente justificadora, y esta manía vindicadora, es al fin y al cabo, el punto de esta loca disertación: Los humanos siempre "racionalizamos" nuestra forma de actuar o de pensar, aunque esta sea irracional. Que más ilógico que un "defensor de la fe" sea un mafioso que mata, corrompe y "peca" como un modo de vida, y que más natural, que exista una "razón" valida para ello, que personalmente desconozco, pero que indudablemente los mafiosos "creen".

Ubicándonos en nuestros sujetos de estudio, o sea; los creyentes verdaderos o místicos, esta manía justificadora también está presente. No diría que en un grado obsesivo, pero sí, como parte integral de su sistema de "razonamiento" con respecto a sus creencias paranormales. Y su consecuencia es esos chantajes sentimentales que confunden con argumentos, como el clásico "eres un cerrado que no abre su mente" o "eres tan soberbio para creer que estamos solos en el universo" o "eres tan ingenuo para no creer en las conspiraciones". Como si fuera un problema de nuestro carácter los cuestionamientos que hacemos sobre su falta de objetividad o la ausencia de la más mínima prueba a sus "categóricas afirmaciones infundadas". Siendo en realidad su manía justificadora, la muy probable creadora de esa realidad alterna, solo basta leer, no lo que yo escribo, sino, paradójicamente, lo que ellos esgrimen como argumentos, que, repito, son defensas que tiene más que ver con la necesidad humana de justificar una creencia, que un argumento con algún sentido.