Excepto los partidarios de una interpretación literal de la Biblia, todos nos hemos planteado alguna vez la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas. Tanto nuestro planeta como nuestra biología responden a leyes universales. No hay motivos para pensar que el llamado milagro de la vida sea exclusivo de la Tierra. El universo contiene infinidad de planetas; en muchos de ellos habrá aparecido la vida, y es muy posible que también existan seres inteligentes como nosotros deseando comunicarse.

Esta idea, bastante extendida, es la base sobre la que se apoya el proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extra-Terretre). Contrariamente a lo que pudiera parecer, es una idea marcada por el antropocentrismo e impregnada de ideología religiosa: Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, por lo tanto, si hay otras criaturas con razón en el universo, también deben haber sido creadas como nosotros.

Por chocante que parezca, el proyecto SETI no dejar de ser un castillo de especulaciones con escasa base científica. Si hacemos uso de los datos objetivos y de la razón como método de trabajo se llega a una valoración muy escéptica. Pero, aun así, hay que reconocer que el debate SETI abre muchos campos de investigación y esto siempre es bueno. Lo importante es saber distinguir entre la razón y la irracionalidad, entre la lógica y la charlatanería, entre el método científico y la fantasía.

LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE HAY UN ARMA MÁS TERRIBLE QUE LA CALUMNIA: LA VERDAD.

Los datos obtenidos con nuestra tímida exploración del espacio nos indican que el cosmos es, en general, muy inhóspito para la vida, sobre todo para la vida animal. Los diferentes lugares son demasiado fríos o demasiado calientes, demasiado vacíos o demasiado llenos, demasiado oscuros o con demasiadas radiaciones, demasiado ligeros o demasiado densos.

Nuestro planeta es realmente raro (ver anterior Bajas Vibraciones). Es raro por que orbita en una estrella también rara por sus características. Nuestro planeta es raro por que posee un satélite anormalmente grande, por que posee una cantidad de agua y una atmósfera justa para equilibrar la temperatura. Nuestro planeta es raro por muchos motivos físicos, pero la principal característica que tiene la Tierra es que en ella ha aparecido una especie inteligente que con el tiempo ha llegado a crear una civilización tecnológica.

Durante la explosión cámbrica el reino animal produjo medio centenar de linajes o grupos morfológicos distintos de animales. Todos los filums que ahora existen aparecieron entonces. Tras las extinciones en masa aparecieron nuevas familias pero nunca nuevos filums.

Fue una gran suerte que, en aquella explosión de vida, hace unos 550 millones de años, apareciera la rama de los vertebrados y que una de las 9 clases que brotaron de esta fuera la de los mamíferos. Fue también una gran suerte que, de entre casi 40 órdenes que brotaron de los mamíferos, apareciera el orden de los primates y que toda esta sucesión de ramas y ramitas sobrevivieran a todas las extinciones. Si no fuera por esta larga cadena de hechos afortunados nosotros no existiríamos.

La rápida aparición de la vida en nuestro planeta contrasta con la parsimonia de su posterior evolución. Desde la aparición de las primeras bacterias anaerobias, hace 3800 millones de años, hasta la aparición de los seres pluricelulares, hace 800 millones de años, es decir, durante 3000 millones de años, solo se produjeron 3 avances importantes en la evolución: la fotosíntesis (hace unos 2500 m. de años), la respiración celular aeróbica (hace 2000 m. de años) y las células eucariotas (hace unos 1400 m. de años). Durante ese tiempo la Tierra osciló entre los márgenes de un efecto invernadero abrasador y una glaciación permanente.

El purgatorius es el mas antiguo primate que se conoce, vivió en el cretáceo y fue por lo tanto contemporáneo de los últimos dinosaurios. Esta especie fue una de las que sobrevivieron a la gran catástrofe ocurrida hace 65 millones de años. Si esta especie no hubiera dejado descendencia su rama evolutiva se habría cortado y, por lo tanto, ahora no existirían primates, ni monos, ni homo sapiens, ni civilización alguna.

La aparición de los homínidos se debió, como sucede con todas las especies, a causas fortuitas. En este caso fue un accidente geológico en una zona de África llamada “el valle del Rift” lo que desencadenó la aparición de “monos bípedos”. La reducción de la selva húmeda debido a un cambio climático estimuló a algunos primates a bajar de los árboles y buscar comida por la sabana.

Hay tres hitos principales en la evolución humana: el bipedismo, el incremento del volumen del cerebro y el lenguaje. Hace unos 5 millones de años algunos primates cambiaron el hábitat selvático por las praderas. Andaban erguidos y esto les daba una cierta ventaja para desenvolverse por los espacios abiertos, se desplazaban con mayor eficacia, podían transportar objetos y soportaban mejor los calores.

Nuestros ancestros pudieron manejar palos y empezar a fabricar herramientas por una afortunada morfología de la mano que le permitía hacer pinza (cosa que el resto de los primates no puede). Los chimpancés también utilizan palos para defenderse pero con una eficacia o destreza muy inferior a la de los humanos. Su mano esta adaptada para agarrarse a las ramas de los árboles, además, se precisa una adaptación del codo, cadera y pies para conseguir una buena destreza en el golpeo.

El pulgar permitió que los monos bípedos sobrevivieran en la sabana y el bipedismo favoreció el desarrollo del cerebro, pero hizo falta la adaptación de la laringe para alcanzar ese nivel que nos diferencia de cualquier otra especie. La posibilidad de emitir una amplia variedad de sonidos abrió el camino de las comunicaciones en el hombre moderno. Esto pudo comenzar hace unos 150.000 años. El desarrollo del lenguaje realimentó el desarrollo de la inteligencia y viceversa. Todo ello nos puso en camino hacia la civilización.

En los últimos 3 millones de años el cerebro de los homínidos se triplicó. Esta evolución no formó parte de ninguna tendencia general de los mamíferos. Es algo todavía no aclarado pero, en cualquier caso, algo excepcional. Nos diferenciamos muy poco de los monos; un escaso 2% marca la diferencia entre una especie que nunca saldrá de la selva y otra capaz de crear una sociedad tecnológica.

Suponer que, allí donde se desarrolla vida, esta evoluciona hasta crear una especie inteligente es un gran error. La inteligencia no es la meta de la evolución, si así fuese, habría muchas especies que, por ser más antiguas, deberían ser tan inteligentes o más que nosotros. Desde el punto de vista biológico la inteligencia es una estrategia muy poco usada en la evolución (para sobrevivir en la selva hay otras facultades más valiosas), prueba de ello es que la mayoría de los animales hacen gala de otros atributos, pero no de inteligencia. La razón es que la inteligencia es un lujo que muy pocas especies se lo pueden permitir. De las más de mil millones de especies que han aparecido en nuestro planeta sólo una ha llegado a poseer una gran inteligencia. Se trata, pues, de una facultad extraña, propia de una rama evolutiva muy marginal, y sólo es realmente útil si se vive en civilización.

Una gran inteligencia requiere de un gran cerebro y un gran consumo de energía, y eso solo es posible en organismos vertebrados y de sangre caliente. Además, para que la inteligencia se desarrolle, es preciso que el animal disponga de otros atributos morfológicos como visión frontal, extremidades libres y que estas terminen en algún órgano prensil para poder manipular objetos, capacidad de comunicación fluida, etc. El cumplimiento de estas condiciones implica dejar fuera al 99,99% de las especies.

Es muy posible que, en los primeros momentos de la evolución de los homínidos, la inteligencia supusiera una desventaja. Un cerebro mayor implica un parto mas difícil y un desarrollo hacia la madurez mas lento. La supervivencia de nuestra especie se basa más en la tecnología (herramientas) que en sus facultades físicas. Pero el uso de la tecnología se remonta a tiempos recientes (200.000 años). Durante varios millones de años nuestros antepasados vagaron como unos animales más, sin crear ningún atisbo de civilización. Los primeros signos de cultura (arte, enterramientos con rituales) datan de hace solo 50.000 años y el hombre vive en civilización (ciudades, libros, leyes) desde hace 5000 años.

Es un error pensar que la especie humana representa el final o la meta de la evolución, somos una rama mas de las muchas que ha generado el árbol de la vida, ni más ni menos importante que las demás. La evolución puede crear o no una especie inteligente y esta puede llegar o no a un desarrollo tecnológico, todo depende del azar.

El camino hacia una civilización tecnológica no es fácil, ni rápido ni previsible. El hecho de que nosotros ahora disfrutemos de una civilización tecnológica avanzada puede considerarse algo muy afortunado. La evolución humana en el campo cultural podría haber discurrido por muchos otros caminos o podría atascarse en caminos sin progreso. Si la vida en la Tierra volviera a comenzar de nuevo un millón de veces es muy probable que nunca más produjera mamíferos y, menos aún, una criatura como el Homo Sapiens.

Pueden existir animales con una cierta inteligencia pero el hecho de tener inteligencia no garantiza que se llegue a crear una civilización tecnológica. Hay muchos animales con un notable grado de inteligencia (como pulpos, delfines, ratones o cualquiera de los primates) que jamás han creado una civilización tecnológica. Y esto es por que la vida evoluciona sólo lo necesario para adaptarse a la competencia de otros seres vivos o a los cambios ambientales. La naturaleza no crea seres o atributos pensando en futuras necesidades. Por eso resulta extraña la aparición de una especie con una inteligencia capaz de fabricar microchips.

La mecánica celeste es determinista, podemos predecir que le pasará a nuestro Sol al cabo de 5000 millones de años, pero la biología se comporta más bien como un sistema caótico. Pequeños cambios en las condiciones iniciales se amplifican con el paso del tiempo y dan lugar a resultados inesperados. Por eso es muy improbable que nuestro éxito se repita en otros ambientes.

El éxito de la Tierra para crear y desarrollar vida inteligente se ha debido a una larga cadena de acontecimientos fortuitos (solares, geofísicos, químicos, biológicos) con pocas posibilidades de reproducirse en su correcto orden. La probabilidad de que se repita toda esta cadena es tanto menor cuanto más nos acercamos a nosotros. En el supuesto de que existiese otra especie inteligente en algún lugar no tiene por qué coincidir en el tiempo, ni estar cerca de nosotros ni ser compatible, parecida o detectable.

La visión escéptica se resume así: Puesto que la evolución biológica parece comportarse como un sistema caótico, aunque se repitan ambientes planetarios como el nuestro en otras estrellas, no es probable que se llegue al mismo final, esto es la aparición de una especie como nosotros. Por que, entre otras razones, la meta de la vida no es llegar a producir una especie inteligente. A pesar de la gran cantidad de estrellas que hay en la galaxia puede que no sean suficientes para asegurar la aparición de seres parecidos a nosotros y, por lo tanto, la existencia de otras civilizaciones tecnológicas sería algo muy improbable.

Claro que,… improbable no es lo mismo que imposible; el universo es muy extenso y tal vez, en alguna lejana galaxia,…