A pesar de que cada día ganan más adeptos, las medicinas alternativas siguen generando polémica en el universo científico. Verdadera medicina, magia o sólo superchería, muchas de estas técnicas tienen miles de años, aunque todavía no existen comprobaciones científicas sobre sus métodos y las sustancias que utilizan.Hierbas aromáticas y sanadoras, acupuntura, quiropráctica, homeopatía. Técnicas que garantizan un beneficio integral que incluya el cuerpo y el espíritu.

Del otro lado la medicina, que se apoya en el método científico de generación del conocimiento y que si bien reconoce el beneficio que pueden aportar algunas disciplinas que se alejan de las prácticas médicas ortodoxas, sigue advirtiendo sobre los supuestos riesgos de las “pseudo ciencias” al servicio de la salud.

En pleno tercer milenio el enfrentamiento entre la medicina convencional y la medicina alternativa o complementaria (MAC) sigue vigente, y el debate continúa planteando los mismos interrogantes: ¿las terapias alternativas se enmarcan dentro de la ciencia, la magia, la religión o la “charlatanería”?

Según una definición elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se entiende por medicina alternativa o complementaria “a todas las terapias que no desempeñan una función principal dentro de los sistemas de salud nacionales”.

En la mayoría de los países donde la medicina tradicional asume entonces la responsabilidad exclusiva en la atención de salud, el resto de las prácticas son consideradas complementarias o alternativas y son ejercidas sin ningún tipo de control por parte del Estado.

De acuerdo a la OMS y a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) las terapias alternativas o complementarias se dividen en cuatro categorías: medicinas tradicionales –entre las que se incluyen la medicina china, la hindú, la unani y la indígena-, la medicina no tradicional –dentro de la cual se ubican, entre otras, la homeopatía y la quiropráctica- las terapias con medicación –que incluye a las plantas medicinales y la medicina herbaria, los materiales minerales y animales, el régimen alimentario y la nutrición- y las terapias sin medicación –ámbito de la acupuntura, las prácticas manuales, los ejercicios tradicionales (como el yoga) y las terapias físicas, mentales, espirituales y de la conjunción de la mente y el cuerpo.

En este amplio contexto el dato que sobresale es que sobre todo a partir de la década del ’90 –y según lo aseguran los organismos internacionales de salud- la demanda de las terapias alternativas o complementarias ha crecido en muchos países, aunque movilizada por distintas razones.

Según un informe de la OMS, mientras en las naciones desarrolladas la ciudadanía recurre a las terapias alternativas para buscar una mejor atención de salud, en los países en desarrollo la población elige esta opción por razones económicas o porque, sobre todo en los pueblos más alejados de los centros urbanos, estos métodos son los únicos accesibles para la mayoría de los habitantes.

Desde el ámbito de la medicina convencional si bien se admite la efectividad de ciertas prácticas -como la acupuntura o la homeopatía que son las más extendidas- se sigue mirando con reticencia al resto de las terapias no convencionales, que consideran que “al no estar avaladas por los controles de la ciencia”, no se puede comprobar si son nocivas o beneficiosas para la salud de los pacientes que a ellas recurren.

“Si la medicina alternativa implica o no un riesgo para la gente, no podemos saberlo, porque no hay estadísticas fehacientes y rigurosamente científicas respecto a sus prácticas”, señaló a Info Región el doctor Guillermo Brandt, medico clínico y neumonólogo, integrante del Círculo Médico de Lomas de Zamora.

Y agregó: “La piedra angular del debate es que no hay rigor científico en la medicina alternativa, no hay estudios hechos ni comprobaciones científicas. Sí en la medicina convencional, donde todos los esquemas están avalados por sociedades de primera línea a nivel mundial, y por sociedades de investigación”.

Los profesionales que se dedican a la práctica de medicinas alternativas o complementarias, en tanto, se defienden, y aducen que los médicos que adhieren a las prácticas ortodoxas y rechazan las complementarias lo hacen por “desconocimiento”.
“Yo antes era un escéptico y me reía de lo que era medicina alternativa, hasta que tuve una dolencia que sólo calmó la medicina china. Comencé a estudiarla y descubrí muchísimas cosas”, relató a este medio Germán Malpartida, cardiólogo que ahora practica la terapia oriental.

“Lo que sucede es que son pocos los médicos que tienen una formación teórica sobre lo que son las medicinas alternativas, por eso la desconfianza es producto del no conocer. En los Estados Unidos medicina convencional y alternativa trabajan a la par. Nosotros, si tenemos que hacer una derivación la hacemos, lo esencial es saber cuáles son nuestras limitaciones y no alejarse nunca de la ética médica”, indicó.

Una de las características que se atribuyen las MAC es la de hacer uso de métodos holísticos, es decir, métodos que tratan a la persona en su integridad y no únicamente la enfermedad o afección.

Esta perspectiva integradora difiere de la técnica “tecnológica” de la medicina convencional, que muchas veces se focaliza sólo en el aspecto físico de la dolencia.

“No consideramos formar parte de la medicina alternativa porque nuestra disciplina adhiere a una concepción muy clara de enfrentar una enfermedad”, argumento el médico homeópata Eneas Riul, que especificó: “No tenemos una concepción focalizada, vemos la persona como una totalidad, una integridad de alma y cuerpo. En este sentido la medicina cientificista contempla sólo el cuerpo, e inclusive con las divisiones que uno conoce como especialidades”.

Este enfoque “humano” es el que valoran muchos pacientes a la hora de optar por técnicas alternativas o complementarias, por las que dicen sentirse más “contenidos”.

“Yo anduve de hospital en hospital por más de tres meses con un brote que no se sabía de dónde provenía pero que cada día que pasaba era más molesto, hasta que una amiga de mi mamá nos recomendó un médico homeópata -contó a este medio Paula Frete, vecina de Banfield. En la primera consulta, que se extendió 45 minutos, me hizo varias preguntas sobre mi vida, mis hábitos, mis ambientes y mis costumbres. En las consultas siguientes me recetó unas pastillas y santo remedio, el brote desapareció. Sentí que el médico estaba interesado en mi salud más allá de los síntomas”.

Si bien muchas veces se complementan y pueden trabajar en conjunto, otro punto de conflicto entre las MAC y la medicina convencional es la superposición de tratamientos, que en muchas ocasiones molesta a los médicos de cabecera.
“Nosotros desde la medicina convencional sabemos que una gran mayoría de pacientes empiezan tratamientos alternativos después de haber iniciado tratamientos convencionales. En este punto lo grave es que se confunden los roles entre la medicina convencional y la alternativa”, señaló Brandt.

Este cuestionamiento hacia las MAC toman impulso en el ámbito de la oncología, donde abundan los tratamientos complementarios para tratar el cáncer.

“Puedo nombrar muchos tratamientos: el Hansi, el método Crescenti, el aloe vera cada seis horas, los 86 gorgojos que se comen los pacientes por día, la orinoterapia, las vacunas de las monjas de Brasil y las gotas de la monja de Chile, el agua sucia de México, la crotoxina y no sé cuántos otros más. Si hay algo que ha evolucionado en la medicina alternativa es que en un primer momento directamente incitaban a los pacientes a cortar los tratamientos que llevamos adelante nosotros, ahora no -criticó Carlos Capellino, vicepresidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, hoy por hoy sabemos que muchos pacientes hacen tratamientos alternativos a la par, pero el problema mayor es cuando lo niegan. A veces se dan síntomas o signos que nosotros no entendemos hasta que preguntamos y admiten que están tomando otra cosa. A veces se generan cuadros de complicación y hay organismos que los toleran y otros que no”.

Mientras los médicos que adhieren a los métodos convencionales y “científicos” exigen que el Estado regule la actividad de las medicinas alternativas tal cual lo hacen con la medicina convencional -según sostienen por seguridad de los pacientes- no falta quien sospeche que la resistencia de los organismos de salud y de los profesionales es una forma de preservar sus intereses económicos o la actividad de los grandes laboratorios dedicados a la elaboración de medicamentos.

Asimismo, hay palabras que pese a la falta de comprobación científica de los métodos y las sustancias utilizados por las medicinas alternativas avalan su efectividad.

“Mi abuela tenía cáncer en el estómago y se le había extendido a los huesos, los médicos le habían diagnosticado dos meses de vida. En ese trance dimos con un médico en Capital Federal que se dedicaba a la medicina alternativa, elaboraba remedios a base de hierbas, y con eso mi abuela vivió cuatro años más. Superó las expectativas de vida y mejoró su estado general, aunque su propio médico nunca lo aceptó”, le contó a Info Región María Cecilia Bruno, que vive en Lomas.

Alicia Aloe, (28) relata una experiencia que pese a la reticencia inicial que admite haber tenido, también le dio buenos resultados.

“A principios de año tenía demasiado cansancio por tantas horas de trabajo. Mi actividad me exige pasar mucho tiempo frente a la computadora y ya no daba más, tenía mucho dolor de espalda, y me asediaban los dolores de cabeza. Opté por recurrir a un profesional quiropráctico, que es japonés y que se dedica a la vertebroterapia. Me aplicó la técnica de acupuntura y masajes. Quedé como nueva y hasta ahora no volví. Esto fue hace casi tres meses. Debo admitir que llegué al consultorio con cierta desconfianza, sin embargo ahora estoy pensando en hacer otra sesión para evitar que vuelvan los malestares”, relató la joven.
Lo cierto es que pese a la desconfianza de algunos y el escepticismo de otros, las medicinas y terapias alternativas y complementarias crecen en número y en variedad, impulsadas por múltiples factores: el estrés, la curiosidad, la búsqueda de nuevas experiencias o tal vez, en algunos casos, la falta de respuestas efectivas por parte de los tratamientos médicos convencionales.

Es común en las guías de salud ver avisos de reiki, aromaterapia, acupuntura, masoterapia, reflexología y complementos naturales, así como es frecuente conocer la existencia de médicos que se abocan a la elaboración de medicamentos y vacunas que circulan fuera de la red de remedios autorizados y controlados por el Ministerio de Salud y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT).

Inmersos en un debate que promete continuar, los profesionales de la medicina convencional reconocen que no pueden prohibirle a sus pacientes que recurran a las medicinas alternativas, pero insisten en advertirles que deben ser cuidadosos con las prácticas a las que se someten.

“En medicina se debería trabajar siempre con rigor científico, porque no es matemática y los profesionales podemos tener falencias. El consejo para los pacientes que requieran una terapia es que usen los tratamientos donde pueden tener tranquilidad desde el punto de vista científico, a posteriori, si quieren usar un método alternativo, nosotros no se lo podemos prohibir pero debemos dejar en claro que esa decisión corre por su absoluta responsabilidad”, resaltó Brandt.

En contraposición, quienes trabajan en el ámbito de las MAC, argumentan que los efectos de estas medicinas exceden una cuestión de Fé o de creencias, y niegan la falsedad o la peligrosidad que les adjudican desde algunas clínicas, hospitales u organismos de salud.

“Estas técnicas son un complemento de la medicina convencional, ayudamos a que los pacientes acepten mejor los tratamientos tradicionales. Hay médicos que opinan que esto es charlatanería pero no es así. Esto no es una cuestión de confianza, aunque no se crea, los efectos se ven igual”, opinó María Alejandra Duhau, terapeuta abocada a las técnicas con piedras calientes, el reiki y la reflexología.

En definitiva, el dato histórico es que la medicina alternativa existe desde los comienzos de las civilizaciones, antes inclusive de que se funde la práctica médica como ciencia y de que esta comenzara a dar respuestas fehacientes a los males y las dolencias de los hombres.

En consultorios plagados de aromas y texturas, valiéndose de diversos elementos naturales o apelando a la fusión del cuerpo y el espíritu, las técnicas no convencionales seguirán pujando por un espacio de reconocimiento en el plano oficial de la salud, que aún resistente, pretende mantener inamovible el límite que separa la religión, la creencia, lo tradicional y la ciencia.

Fuente:

http://www.inforegion.com.ar/vernota.php?tipo=N&idPub=28285&id=82371&dis=1&sec=4