Lo sobrenatural no es objeto de nuestro estudio. Así que, desde la ciencia, no tiene sentido ni negar a Dios ni afirmarlo, porque están en planos diferentes.
Tengo 62 años. Presido la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia (AAAS). Casado y feliz: dos hijos. La psicología es una enfermedad genética que sufren mis padres, mi mujer y mi hija. Soy judío, pero no estoy seguro de creer en Dios, aunque antes del big bang…¿Quién sabe? Soy liberal. Colaboro con la U. Pompeu Fabra

LLUÍS AMIGUET – 21/03/2006

– Cuando yo era un niño y volvía a casa del cole, a todos mis amigos sus papás les preguntaban: “¿Cómo te ha ido?”. En cambio, a mí me repetían: “¿Qué has hecho hoy por cambiar el mundo?”.

– ¿No le traumatizaba tanta pretensión?

– Era natural. Mis padres formaban parte, los dos, de sendas dinastías de famosos psicólogos y se habían propuesto motivarme.

– Veo que la preguntita funcionó con usted.

– Ha hecho que siempre me haya interesado tanto la ciencia como su utilidad social.

– ¿Cómo ha logrado usted ser útil?

– Como usted habrá adivinado, fui psicólogo. Me especialicé en conductas agresivas y sumisas y en las bases biológicas de esas conductas. Mi trabajo me llevó a dirigir el Instituto de la Salud Mental de EE. UU.

– ¿Y qué hizo usted por cambiar el mundo?

– Luchar para que las enfermedades mentales fueran aceptadas como lo que son: enfermedades sin ningún sentimiento de culpa. Hemos demostrado, por ejemplo, que la esquizofrenia no era culpa de una madre posesiva sino un mero desequilibrio bioquímico en el cerebro. Estoy orgulloso de que hoy un enfermo mental sea visto como víctima azarosa de la bioquímica y no como un culpable de su propia enfermedad.

– Veo que sí cambió el mundo.

– También me especialicé en conductas adictivas y he dirigido el Instituto Americano de Drogadicción. Hemos probado que el acto de tomar las primeras drogas sí es volitivo, pero, con el hábito, la sustancia adictiva cambia tu cerebro y entonces ya no eres libre; por eso creo que también debemos tratar la drogadicción como otra enfermedad.

– ¿El drogadicto no es culpable?

– Cuando es dependiente, no. Por eso hay que desculpabilizar las adicciones y tratarlas como cualquier otra enfermedad, porque la adicción es una enfermedad, no un pecado.

– ¿El adicto no es culpable de sus crímenes?

– Lo que estoy defendiendo por puro pragmatismo es que en la cárcel se les dé un tratamiento terapéutico. En las cárceles en que les aplican tratamientos disminuyen los conflictos y la tasa de reincidencia en el crimen.

– Hoy he pasado por un instituto de secundaria y a las once de la mañana olía a porro.

– La marihuana interfiere en tu memoria a corto plazo, así que es absurdo ir fumado a aprender: que sepan que pierden su tiempo.

– ¿Dios existe?

– Noes una pregunta para un científico. Pero yo, a título personal, añadiría que, antes del big bang, todo fue posible.

– ¿Dónde están los límites de la ciencia?

– En lo que es empíricamente comprobable y observable. Lo sobrenatural no es objeto de nuestro estudio. Así que, desde la ciencia, no tiene sentido ni negar a Dios ni afirmarlo, porque están en planos diferentes.

– Se interfieren si la religión niega el evolucionismo, como sucede en EE. UU.

– La semana pasada, uno de los científicos del Vaticano nos demostró que el darwinismo y el catolicismo son perfectamente conciliables para el creyente y el científico.

– ¿Y cuando la Iglesia condena la experimentación con células madre?

– Es una cuestión de conciencia de cada uno. La ciencia aporta los datos, pero la conducta la decide cada uno en su conciencia.

– Las Iglesias intentan modificar las leyes.

– No debemos enfrentar la religión a la ciencia. Insisto en que son planos diferentes.

– ¿Cuál es su pregunta favorita?

– ¿Cómo fabrica el cerebro la conciencia?

– Supongo que daría para varias contras.

– Mi revista Science publicó una lista de las 25 preguntas más trascendentes a la ciencia todavía por contestar. Ésa es la mía.

– ¿Su segunda pregunta favorita?

– ¿Hay un solo universo infinito y es éste o existen otros múltiples universos?

– Tampoco sé qué contestar.

– Lo importante es que le importe saberlo e investigarlo. En un científico tiene que pesar más la curiosidad que el ego.

– ¿Qué más necesito para ser científico?

– Ame más la verdad que a sí mismo. Si no es capaz de cuestionar su propio trabajo, incluso de desmontarlo, usted no es científico.

– ¿Me pide que destruya mi propia obra?

– Cuando llevas, como algunos colegas míos, cuarenta o cincuenta años investigando en una línea y de pronto un nuevo descubrimiento demuestra que los has perdido, es muy duro aceptar la verdad y el error. Pero si no lo aceptas, es que no eres científico.

– Puedes ignorarlo todo e ir a la tuya.

– Si no te gusta discutir tu trabajo y ser retado y cuestionado sistemáticamente, entonces es mejor que te dediques a otra cosa.

– ¿La ciencia es para quien la paga?

– Yo creo que sí, y la pagamos todos. Así que la ciencia debe responder las preguntas que preocupan a la sociedad y sus necesidades, no puede ser la torre de marfil para una elite de científicos entretenidos en su propio juego. Pero, del mismo modo, también la sociedad debe admitir las respuestas que le da la ciencia sin escogerlas a la carta.

– Por ejemplo.

– La pregunta ¿tiene la inteligencia una base genética? incomoda muchísimo porque puede ser mal utilizada por los racistas, pero es una pregunta pertinente. Igual que es urgente la investigación de nuestra conducta sexual, aunque también disguste a algunos.

– ¿Cómo seleccionan los artículos que publican en su revista Science?

– Recibimos 12.000 originales al año y, tras cinco filtros, sólo publicamos 800.

– ¿Con qué criterio?

– El artículo debe ser original, por supuesto, y además debe trascender su ámbito de especialidad, tener interés multidisciplinar.

Fuente:

http://www.lavanguardia.es/web/20060321/51238220367.html