En el último “Bajas Vibraciones” examinamos algunos pasajes oscuros de la Biblia, pero no hubo ninguna referencia a Jesús. Podría haber comentado sobre la maldición que le echó a una higuera por no dar higos fuera de temporada. La dejó sequita en un absurdo ataque de ira celestial. Además de una estupidez de mil pares de narices. A esto en mi tierra se le llama magia negra.


También es memorable la falta de consideración que tuvo para con la propiedad ajena cuando hizo que dos mil cerdos se arrojaran al mar. Por cierto, si los hebreos no comen cerdos ¿para qué los criaban? ¿Para qué Jesús hiciera “milagros”?

Y, por supuesto, no hubiera faltado una referencia a Juan 2:14-16  

Y halló en el templo á los que vendían bueyes, y ovejas, y palomas, y á los cambiadores sentados.

Y hecho un azote de cuerdas, écholos á todos del templo, y las ovejas, y los bueyes; y derramó los dineros de los cambiadores, y trastornó las mesas;

 Y á los que vendían las palomas, dijo: Quitad de aquí esto, y no hagáis la casa de mi Padre casa de mercado.

El comportamiento de Jesús sirvió de modelo a Hitler, como demuestra este fragmento de uno de sus discursos:


“Mis sentimientos como cristiano me llevan hacia mi Señor y Salvador como luchador. ¡Me lleva al hombre que una vez en la soledad, rodeado sólo por unos seguidores, reconocieron a estos judíos como lo que eran y convocaron a los hombres a luchar contra ellos y que, ¡Por la verdad de Dios! Era el más grande no como víctima, sino como luchador. En el amor ilimitado como cristiano y como hombre leí el pasaje en que nos dice cómo el Señor por fin se elevó en Su fuerza y agarró el látigo para sacar del Templo la camada de víboras y serpientes. Tan terrible fue Su lucha por el mundo contra el veneno judío. Hoy, después de dos mil años, con la emoción más sincera reconozco más profundamente que nunca el hecho de que era por esto que Él tuvo que verter Su sangre sobre la Cruz. Como cristiano no tengo ningún deber de permitirme ser engañado, pero tengo el deber de ser un luchador por la verdad y la justicia.. …
Y si hay algo que pueda demostrar que estamos actuando correctamente es la angustia que diariamente crece. Ya que como cristiano tengo también una obligación hacia mi propia gente…. Cuando salgo por la mañana y veo a estos hombres que están de pie en sus filas y examino sus caras delgadas, entonces creo que yo no seria un cristiano, sino un gran diablo si no sintiera alguna compasión por ellos, si no lo hiciera, como hizo nuestro Señor hace dos mil años, enfrentándose a aquellos por quienes hoy esta gente pobre es estafada y explotada. “

Adolfo Hitler, en su discurso 12 de abril de 1922


Pero la intención de esta nueva entrega es otra; os invito a repasar las evidencias en las que descansa una de las creencias más extendidas de la historia, y sopesar la información disponible sin dejarnos arrastrar por la inercia de la masa o por presiones de cualquier tipo. “JESUSITO DE MI VIDA” es tan sólo un ejercicio de higiene mental que todos deberíamos tener por práctica cotidiana.


LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE EL COCO EXISTE. ADEMÁS, ES TAN VAGO QUE NADIE LO HAYA VISTO JAMÁS.


Es muy corriente ver pegatinas, camisetas y banderolas de Che Guevara con frases que nunca pronunció. Más aun, muchos de los que portan tales objetos tienen una idea bastante pobre sobre la historia real del personaje y las motivaciones de su lucha.


Si esto ocurre respecto de unos hechos tan recientes y tan documentados por los historiadores y los medios de comunicación, nos podemos hacer una idea de la confusión que se podía generar hace dos mil años, en un mundo casi completamente analfabeto, en donde la información escrita era algo excepcional, y en el que, incluso los escasos hombres doctos, tenían que recurrir a rumores de segunda, tercera o cuarta mano, y sin posibilidad de verificación.


Hasta la invención de la imprenta, la difusión escrita se hacía mediante copias a mano, a las cuales pocas personas tenían acceso, y estaba sujeta a plagios y deformaciones de todo tipo. De la transmisión oral, predominante en la época, no hace falte decir mucho… cualquier absurdo podía convertirse en verdad indiscutible por la simple repetición del bulo. Además, todos sabemos que las historias “crecen” al volver a ser contadas.


Por otra parte, no es hasta el Renacimiento que la figura del “autor” cobra alguna importancia. Es corriente que los escritores, pintores, escultores y arquitectos anteriores a esa época quedaran en el más absoluto anonimato. Incluso era una costumbre bastante extendida que, con ocasión de alguna copia o traducción, se agregaran a un escrito fragmentos ajenos que “estaban en sintonía”. Generalmente no había mala intención en ello, se trataba de reunir y evitar que se perdiera información dispersa.


Ahora bien, está ampliamente demostrado que la falsificación durante los primeros siglos de la existencia de la iglesia era desenfrenada; hasta el punto que acuñaron el eufemismo “Fraude piadoso” para describirlo. Tal tergiversación se confiesa a en varias ocasiones en La enciclopedia católica. Algunos de los “grandes” padres de la iglesia, tales como Eusebio, incitaron a sus propios pares a ser tremendos mentirosos y a escribir sus propias ficciones sobre lo que hizo y dijo el señor.


En este contexto debemos situarnos para rastrear la existencia de un Jesús histórico. Por razones de espacio, y porque la tortura es un delito en España, me veo obligado condensar las ideas, de forma que a veces me refiero a la opinión de los expertos sin desarrollar todos los razonamientos. Empezaremos por descartar cualquier “prueba” de carácter profético(Antiguo Testamento y Apocalipsis) y nos centraremos en los testimonios que, al menos en principio, son dignos de alguna consideración. Es decir, nos limitaremos a esas supuestas biografías de Jesús que llamamos evangelios, las cartas de Saulo y algún material extrabiblico.


EVANGELIOS


Respecto a los cuatro evangelios que fueron seleccionados por la Iglesia para el Nuevo Testamento (Mateo, Marcos, Lucas, y Juan), encontramos evidencias de que originalmente eran narraciones conocidas pero anónimas; sus títulos (” Según Mateo, ” etc.) no fueron agregados hasta bien entrado el siglo II. Por lo general, se las aceptaba como relatos de los testigos de la vida de Jesús, lo que no implica que fueran escritos por testigos oculares ni que cada uno de los evangelios tuviera un solo autor.


Por ejemplo, si Mateo y Lucas fuesen realmente testigos oculares ¿qué necesidad tendrían de plagiar (hasta un 90%) el evangelio de Marcos?. En realidad se limitan a agregar dichos que ponen en boca de Jesús y se contradicen el uno al otro al aportaralgunos datos tan importantes como la genealogía de Jesús. Es muy sospechoso que sea únicamente en estos relatos en los que se aporta algún detalle sobre el origen de Jesús. Por consiguiente, debemos descartarlos, así como la posibilidad de conocer algo fiable sobre el nacimiento y la infancia de Jesús.


El evangelio de Marcos, que parece ser el más antiguo, tomó su forma definitiva aproximadamente en elaño 90, aunque el grueso de su contenido puede remontarse al 70. Este relato comienza con un Jesús adulto, por tanto, seguimos ignorando la mayor parte de la vida de Jesús. Por cierto, en los manuscritos más viejos no se dice nada sobre las apariciones después de la resurrección. Existen muchos detalles para pensar que el autor anónimo del evangelio de Marcos construyó su historia a base de rumores. No conocía bien ni el contexto social ni la geografía de Palestina y, para colmo, pone en boca de Jesús citas de Isaías de una traducción griega que difiere de la hebrea.


El de Juan es más moderno (alrededor del año 110) y es el único evangelio que contiene alguna referencia al autor. Al respecto cabe señalar que, en esa época las expectativas de vida del ser humano eran muy bajas; llegar a cumplir 80 años era todo un milagro. Pues bien, aceptando la hipótesis de que Juan hubiera sido tan longevo, debería haber tenido unos 10 años en el momento de la crucifixión, para disfrutar de la agilidad de una mente de 80 años cuando se decidió a escribir sus memorias. Comienza diciendo:
” Al principio era el verbo, y el verbo estaba con Dios, y el verbo era Dios, “. Ninguna referencia a palomas preñadoras de vírgenes ni sobre Jesús en pañales; en el relato de Juan todo es espíritu puro.


Por otra parte, da mucho que pensar que tanto el “montaje” del evangelio de Juan, como los de Mateo y Lucas, incorporen a sus relatos adaptaciones de una serie de milagros atribuidos a Dionisios y
Asclepios en un texto más antiguo, el Evangelio de los Signos.


Todas estas historias Evangélicas están repletas deinexactitudes y contradicciones. En Mateo 2:1, se nos dicen que Jesús Cristo nació “en los días de Heródes”. Pero en Lucas 2:2 se dice que el niño Cristo vio la luz cuando Cirano era el gobernador de Siria.” Hay aquí una discrepancia por lo menos de diez años, porque Herodes murió en el año 4, antes del supuesto nacimiento de Cristo, mientras que Cirano o Quirano, como se lo conocen en la historia romana, no se convirtió en el gobernador de Siria hasta el año 7 de nuestra era.Mateo 1:6-16 enumera veintiocho generaciones desde David hasta Jesús mientras que Lucas 3:23-38 cuenta un total de cuarenta y tres.


Según Juan, Jesús visitó Jerusalén por lo menos cuatro veces, pero Marcos, Lucas y Mateo nos aseguran que viajó a esa ciudad solamente una vez. En cuanto a la magnitud del ministerio de Jesús la opinión de evangelios sinópticos dice un año, pero Juan afirma que fueron tres años. Según los evangelios sinópticos, llegamos a la conclusión que el Salvador realizó sus obras principalmente en Galilea, pero Juan nos informa que fue fundamentalmente en Judea donde Cristo cumplió su labor.


La crucifixión también es incierta. Una historia fija la hora a las nueve de la mañana (la tercera hora), mientras otra historia dice que ocurre a la sexta hora (al mediodía). Se alega que Jesús predijo que pasaría tres días y tres noches en la tumba, pero en las historias sinópticas del evento se dice que fue un día y dos noches, es decir, un día y medio. Por tanto, tampoco hay unanimidad con respecto al número exacto de días que llevó la resurrección y la ascensión. El tiempo transcurrido fue solamente un día si seguimos a Lucas; y por lo menos diez días si tomamos los escritos de Juan. El “Libro de los Actos”, prolonga a éste período en cuarenta días. Puesto que el Evangelio según Lucas y el Libro de los Actos, se dicen que, pudieron haber sido escritos por el mismo autor, estas discrepancias son realmente desconcertantes.


Según la Santa Escritura, Jesús el Cristo terminó su peregrinaje terrenal ascendiendo al cielo. El lugar exacto de su ascenso es aparentemente desconocido. Para Marcos, el ascenso ocurrió en Jerusalén pero, si Lucas dice la verdad, fue en Betania. Los actos(1:12) dan al Monte de los Olivos como la escena del acontecimiento trascendental. Obsérvese que Mateo y Juan no hacen ninguna mención referente a la ascensión del Cristo Jesús, que ocurre en el “Sporium Addendum” de Marcos (los últimos doce versos, que no están en el manuscrito original) ni tampoco la versión de Lucas en los “Códigos Sinácticos”, un manuscrito del siglo IV que actualmente se encuentra en el Museo Británico.


Sobre quién visitó primero la tumba, encontramos cuatro respuestas diferentes. Juan dice una mujer; Mateo, dos mujeres; Marcos, tres mujeres y Lucas, una cantidad imprecisa de mujeres. Mateo afirma que vieron a un ángel, mientras que Marcos asegura que fue un hombre joven. Según Lucas, las mujeres vieron a dos hombres. Y según dice Juan, vieron a dos ángeles.


Los escritores de los Evangelios nos dan tres opiniones sobre la naturaleza de Jesús. Marcos lo ve como el hijo del Hombre. Mateo y Lucas lo adoran como el Hijo de Dios, y, para Juan, se trata del mismísimo Dios.


SAULO


Las epístolas de Saulo son el testimonio más viejo del Nuevo Testamento. Al parecer, fueron escritas unos 30 años antes que el primer evangelio. No debemos olvidar que Saulo no conoció a Jesús en persona, se conformó con una visión que tuvo al sufrir un ataque de ¿epilepsia?. Bueno, el caso es que le dio tan fuerte que hasta se cambió el nombre por el de Pablo.


Los expertos han podido demostrar que, de las 13 cartas atribuidas a Saulo en el Nuevo Testamento, sólo Romanos, 1 y 2 Corintios,Gálatas, y, con serias dudas, Filipenses, y 1 Tesalonicenses pueden ser suyas. El resto son escritos de otros autores posteriores.


Saulo pone en evidencia su desconocimiento de las leyes y costumbres hebreas al cometer un error, que más tarde se copiaría para Marcos. Hace decir a Jesús que la esposa no debería divorciarse del marido. Tal expresión no habría tenido significado en Palestina, donde sólo los hombres podrían obtener el divorcio.


Otro hecho que llama poderosamente la atención es el silencio sobre muchos de los aspectos significativos que más tarde se verían recogidos en los evangelios. Saulo no hace ninguna mención a los padres de Jesús (tan sólo afirma que nació de una virgen), no hay ninguna referencia al lugar de nacimiento, ni detalles espacio-temporales de su existencia, nada sobre Juan el Bautista, nada sobre Judas, ni sobre el juicio ante Pilatos. Tampoco menciona ningún milagro de los muchísimos que se supuestamente realizó Jesús. Si todo esto ocurrió realmente, ¿cómo podía ignorarlo Saulo?


Hasta aquí llega la escasa y muy discutible información que nos proporciona el Nuevo Testamento. A continuación vamos a repasar algunas …


FUENTES EXTRABÍBLICAS


Por fuentes extrabíblicas nos referimos a una serie de escritos de historiadores judíos y paganos que, tradicionalmente han sido alegados por los cristianos como pruebas de la existencia de Jesús. En realidad, el conocimiento que los judíos tenían de Jesús provenía de los propios cristianos. Normalmente aceptaban la parte más prosaica de la historia y, como es lógico, disentían del componente sobrenatural o divino. Justin, en su Diálogo con Trypho, dibuja bastante bien el panorama cuando presenta al judío Trypho diciendo, “ustedes siguen un rumor vacío y hacen un Cristo para ustedes mismos.” “Si nació y vivió en algún sitio él es completamente desconocido.”


Los escritores del Talmud (siglos IV yV) eran incapaces de identificar al Jesús de los evangelios. Ellos lo confundieron con otros dos tocayos. Uno era Jesús Ben Pandira, reputado como un hacedor de maravillas, se dice, que fue apedreado a muerte y luego colgado de un árbol en vísperas de una Pascua de los judíos en el reinado de Alexander Janaeus (106-79 aC) en Jerusalén. El otro, Jesús Ben Stada, cuya fecha es incierta, pero que podría haber vivido en el primer tercio del siglo II, también se dice, fue apedreado y ahorcado en vísperas de una Pascua de los judíos, pero en Lydda.


Existe toda una lista de “testimonios paganos” que los apologistas enarbolan como prueba de la existencia de Jesús. Sin embargo, los únicos que pueden ser citados con cierta coherencia son Josephus, un Fariseo, y Tacitus, un pagano. Sabemos que Josephus nació el año 37, y Tacitus en el 55, por consiguiente, ninguno podría haber sido testigo ocular de Jesús, quien supuestamente fue crucificado en el año 30.


Sobre el año 93 Josephus, escribe “Antigüedades de los judíos” , pero “retoques posteriores ajenos a la voluntad del autor” le hacen decir algunas cosas bastante imposibles en un buen Fariseo. Si Josephus hubiera aceptado a Jesús como Mesías o los detalles de la resurrección al tercer día, sin duda, él se habría convertido. Pero eso nunca ocurrió y, como lo demuestra el testimonio del padre de iglesia Origen, Josephus jamás creyó en Jesús como Mesías o Cristo.


Se dice sobre historiador romano Tácito que, sobre el año 120, escribió este pasaje en su “Anales”: “Por lo tanto, para cortar el rumor, Nerón substituyó como culpables, y castigó con los refinamientos más extremos de crueldad, una clase de hombres, aborrecidos para sus vicios, que la muchedumbre llamaba Cristianos. Cristo, el fundador del nombre, había sufrido la pena de muerte en el reinado de Tiberio, por la sentencia del procurador Poncio Pilatos… “


Hay dos motivos para suponer que Tácito se limitaba a repetir lo que decían los cristianos. En primer lugar, le da a Pilatos el título de procurador cuando, un historiador romano que se hubiese molestado en verificar la historia, sabría que el título correcto para ese cargo y esa época sería el de prefecto. Segundo, él nunca se refiere a Jesús por su nombre, habla de “Cristo” o “el Mesías”, y está claro que ningún archivo romano que hubiera podido consultar utilizaría semejante denominación.


Pero lo más sorprendente es que éste y otros pasajes de su obra no aparecen en las primeras versiones y son desconocidas para los eruditos hasta el siglo XV, cuando Tácito fue publicado por primera vez en Venecia.


Para conocer como pudo originarse el mito del Cristo, debemos profundizar en el conocimiento de la atmósfera religiosa del primer siglo en el mediterráneo Oriental. En alguna próxima entrega veremos el proceso de fabricación de un super-humano, y comprobaremos que Jesús Cristo es una representación de carácter mitológico similar a los dioses de Grecia, de Roma, de Egipto, de Sumeria, de Fenicia y de la India, que toma prestada su personalidad y sus hazañas de mitos y héroes mucho más antiguos.