Hace poco comencé a participar en un foro de corte new age. Por lo general, me limitaba a publicar textos de carácter histórico. Aun así, era contestado con diversa intensidad por quienes se sentían atacados. En una ocasión me reprocharon tener “bajas vibraciones” y hacer escritos que no conducen a nada (espiritualmente hablando).

Así fue como nació Bajas Vibraciones, una colección de escritos, a veces serios y otras repletos de humor e ironía, que no pretenden pretende ofender a nadie, pero tampoco sacrifican la verdad por evitarlo. Los textos van desde la más completa originalidad a la mera recopilación de material ajeno. Puede que haya alguna referencia indirecta a posiciones mantenidas por otros foristas, sin embargo, no suponen un obstáculo para seguir el hilo argumental.

Tras la introducción, todas las entregas incorporan un mensaje de advertencia de las AUTORIDADES ESPIRITUALES. Esta broma surge de los paquetes tabacos que, en España, llevan un mensaje del tipo “Fumar puede reducir el flujo sanguíneo y provoca impotencia”, siempre encabezados por la frase “Las autoridades sanitarias advierten”.

A partir del número doce adopté una forma de autocensura (en realidad, una parodia de los rombos que añadían en España a las películas durante la dictadura franquista) que ahora hago extensiva a toda la colección, y que consiste en acompañar con tridentes el título de cada entrega. Así el lector se da por advertido: a más tridentes, más hiriente puede resultar el contenido para aquellas personas especialmente sensibles.

Creo que todos los individuos tienen derecho a ser respetados, pero no podemos reivindicar lo mismo para las creencias cuando se exponen públicamente. ¿Os imagináis la que se puede montar si distintos colectivos no religiosos reclamasen el mismo derecho y hubiese que tipificar como delito las ofensas a los sentimientos filosóficos, políticos o estéticos? ¿Qué quedaría de la libertad de expresión y de pensamiento?

Por último, os ruego que disculpéis los palabros que no se encuentran en el diccionario, de momento. Para solucionar este problema, estoy en conversaciones con la Real Academia de la Lengua, pero por si a caso, procuraré moderar mi jerga en las sucesivas entregas. Entre tanto, quedo a vuestra disposición para las oportunas aclaraciones.