Recientemente publique “REPASANDO EL GÉNESIS”, pero dejé algo en el tintero de forma intencionada. Se trata de la trascendental cuestión del “OMBLIGO DE ADÁN”; un tema con enjundia y entidad propia donde los haya, tan suculento o más que el anterior.

Yo se que estos enigmas os mantienen con el alma en vilo. Lo siento, no pretendo aclarar el asunto, sólo espero haceros pasar un buen rato.

Por tanto, el presente escrito puede considerarse la segunda entrega de la colección “BAJAS VIBRACIONES” y, al igual que la primera, debe llevar, en lugar bien visible la siguiente nota:

LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE LA LECTURA DE ESTA PARRAFADA PROVOCA IMPOTENCIA FUNDAMENTALISTA. ACUDA A SU CURA HABITUAL Y SOLICITE AYUDA PARA DEJAR DE LEERLA.


NOTA EDITORIAL: Con la publicación número 666 se hará entrega de las tapas de encuadernación a todos los suscritos.


A primera vista “EL OMBLIGO DE ADÁN” puede parecer un tema estúpido, pero si profundizamos un poco en él nos convenceremos de lo acertada que era nuestra primera impresión. Una vez que hemos ganado en confianza y autoestima, lo que cabe plantearse es por qué semejante tontería ha ocupado a tantos sabios a lo largo de la historia.


Pero comencemos por el principio, es decir, por las dos creaciones que nos relata la Biblia. En ninguna de ellas dice que Dios sea un hermafrodita capaz de autoembarazarse, sino que “formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida”. Nótese que, al margen del detalle de la chistera y la varita mágica, existe un gran parecido con los espectáculos de magia. Después de todo, los magos utilizan polvos mágicos y soplan antes de sacar conejos o palomas en sus números. Entonces, si no existió embarazo, y ni Adán ni Eva tuvieron que alimentarse a través del cordón umbilical, lo lógico sería pensar que no deberían tener ombligo.


Por otra parte, una de las dos versiones dice que Dios creó al “ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó”. Esto no puede considerarse un argumento muy sensato a favor del ombligo, ya que debemos suponer que el creador no ha podido ser creado y, por tanto, tampoco tiene razón de ser un ombligo divino.

Lo cierto, es que en ningún lugar de la Biblia se menciona si Dios creó a la primera parejacon ombligo o sin él. Sus descendientes, sin duda lo tendrían, pero ¿Adán y Eva?

Hace quinientos años, la Caída del Hombre del Edén, era uno de los temas favoritos de pintores y escultores. Concretamente, se inclinaban por recoger en sus obras el momento siguiente a la Caída, cuando nuestros primeros padres estaban aún en pelota picada, aunque con el toque sexy-ecologista de la hoja de parra. Para esos artistas la cuestión que nos ocupa tenía su importancia.Si no tenían ombligo eran imperfectos como seres humanos y, por consiguiente, Dios habría creado algo imperfecto. Si lo tenían no les habría servido para nada; ¿podría Dios haber creado algo sin un propósito?

Aunque parezca mentira, estas eran algunas de las chorradas en las que los teólogos invertían su tiempo y esfuerzos (mientras otros producían para ellos, claro) y, como es de esperar, no se ponían de acuerdo (lo contrario hubiera sido matar a la gallina de los huevos de oro).

Mientras los teólogos y sabios disputaban sesudamente, los artistas, más prácticos, escondían parte de su ignorancia, y de paso los pechos femeninos, bajo el frondoso pelode Eva. Este disimulo en Adán no era posible entonces, pues no existía la moda drag queen. Había que decantarse por una de las dos opciones. Los hubo que pasaron del ombligo y otros, como Miguel Angel, que adjudicaron ombligo a Adán.

Podría pensarse que el tema quedaba zanjado, ya que Miguel Angel pintaba la Capilla Sixtina (la capilla privada del Papa) y estaba en estrecho contacto con el pontífice. Vamos, que estaba muy bien enchufado. Pero no fue así. En 1646, el doctor sir Thomas Browne, destacado “antiombliguísta”, dice del ombligo que algunos artistas atribuían a Adán: “esa tortuosidad o complicada nudosidad que usualmente llamamos ombligo” es un error espantoso, del cual se deduce que “el Creador afectó superfluidades o partes ordenadas sin uso ni oficio”.

Los adscritos a “Ombligos Sin Fronteras” argumentaban que Dios había previsto la necesidad de probar la fe de los hombres y, para este único fin, dotó de ombligos a los primeros padres. Los buenos creyentes debían inclinarse por la convicción y alejarse de lo que aconseja la razón como alma que lleva el diablo. Algunas cosas no cambian nunca ¿verdad?

Al final, parece que se alcanzó cierta victoria del SÍ. Pero en tiempos tan recientes como el año 1944, cual ave fénix, la controversia resurgió de sus cenizas. El lector se preguntará ¿cómo es posible semejante majadería a mediados del siglo XX? ¿En qué lugar del planeta puede haber gente tan pasada de rosca, tan infantil y con tan poco sentido del ridículo como para enfrascarse en semejante debate a estas alturas de la película?

Llegados a este punto, tenía pensado sortear una ampliación del ombligo de Adán a todo color y en tamaño DIN A3 entre las respuestas acertadas. Pero como sois muy inteligentes, y todos lo habréis acertado, es preferible seguir.

Efectivamente, fue en los EE.UU. (si es que era muy fácil la adivinanza). Para ser más exactos, en el Congreso de Estados Unidos, una subcomisión de la Comisión de Asuntos Militares de la Cámara de Representantes, presidida por Durham de Carolina del Norte, se opuso a la distribución de “Las razas de la humanidad” entre los soldados. Alegaban que, en una ilustración del libro, “Adán y Eva estaban representados con ombligos”.

En realidad, detrás de toda esta estupidez, sólo había racismo disfrazado de religiosidad. ¡Vaya sorpresa! ¡Utilizar a Dios como excusa para putear al personal! ¿Lo habrán patentado?