Tengo 52 años y nací en Barcelona. Estoy casado y sólo tengo hijos espirituales.Decía Gandhi que la política es demasiado importante como para dejarla en manos de los políticos. Él los venció practicando karma yoga, la acción sin ambición. ¿Soy hinduista? Creo que soy buscador. Dios es lo que queda detrás de las religiones- ¿Qué encontró en el hinduismo que no le dieran los hermanos de la Salle?

– Universalidad. ¿Soy catalán? Mis fronteras sólo existen en mi pasaporte. Ymi cuerpo no es más que un carnet de identidad para ir por el mundo.

– Yoga es “completa ausencia de movimiento de la mente”, escribió. ¡Horror! Si entro en mi inconsciente puedo hacer cualquier cosa…

– Es que no se trata de dejar la mente en blanco, sino serena, quieta. La mente es un lago en calma…, cada ola que aparece es un pensamiento. Y meditar es como ir al cine.

– ¿Y qué película ponen?

– Una pantalla en blanco, luego tu vida, y al final, otra pantalla en blanco. Meditar o hacer yoga es sentarse en la butaca del corazón y observar la pantalla de tu mente.

– Ya. Practiqué yoga un tiempo, hasta el día en que en la puerta del centro colgaron una nota del maestro: “De baja por depresión”.

– ¡Buenooo! Es que tampoco nos escapamos de las miserias humanas. Pero si llegas a la depresión a raíz de un estado de meditación, es que algo falla. Un yogui afronta problemas, no los esquiva; debe ser un testigo que mira serenamente. No te desequilibras.

– Si te enamoras, adiós equilibrio.

– Cuando sales de tu burbuja de pasión, empieza la serenidad. En yoga nos enseñan la práctica de la castidad, pero no sexual sino ética. Un occidental que tiene problemas de erección se deprime; un hindú ni se lo plantea. Sabe controlar los sentidos, y cuando los dosifica… es cuando siente placer. Lo más parecido a la felicidad.

– ¿El deseo es un peaje?

– Claro. Si te obsesionas con el placer físico, te pierdes otros. Si tienes clavada la espina del mal, utiliza una espina del bien para sacar la primera. ¡Y luego tira las dos! Hay que dejar que sexo y dinero no invadan más del diez por ciento de tu vida.

– ¿Cómo se llamaba usted antes?

– Francesc Jiménez. Pero hace treinta años mi maestro me puso Bhakti Das. Significa “sirviente del amor cósmico”.

– ¿Bajando a mi nivel?

– Amor a Dios. ¿Sabe? Llega un momento en que uno descubre que todas las religiones convergen. A ver: ¿qué religión tenía Dios?

– Bueno, usted quiso ser sacerdote católico.

– De pequeño. Luego, en los años setenta, me meto a comunista. ¡Fíjese!

– ¿A la religión por el atajo de la política?

– En aquella época mi generación iba a India a buscar respuestas. Allí escuché a mi maestro por primera vez y me pareció que ya le conocía… Ahora tiene 90 años, va en silla de ruedas y mantiene su lucidez.

– ¿Cómo sé que no son ustedes una secta?

– Muy fácil: la religión debe hacerte libre. Todo lo que impida esa libertad deja de ser religión para convertirse en negocio. Si estás entre gente que te limita, desconfía…

– ¿Qué trampa les pongo para descubrirlo?

– Razone. Un fanático no podrá razonar.

– ¿Y en diálisis le sirve la meditación?

– Sí. A veces me llevo allí el ordenador portátil y trabajo. Otras leo o duermo porque estoy cansado. El primer error de nuestra cultura es doble: te obliga a concentrarte en lo físico y en desear lo que no tienes. ¡El cuerpo por sí mismo lleva una enfermedad dentro! Si todos morimos, ¿por qué sorprendernos?

– No parece tan fácil.

– Desde que llegas a este mundo ya has firmado tu sentencia de muerte. No te aferres tanto a tu dolencia porque eso no te dejará vivir. No pienses tanto en tu cuerpo, estarás mejor. No quisiera parecer insensible al dolor, pero… hay que dejar fluir el sufrimiento a través del cuerpo. Así consigues, muchas veces, alejarlo.

– ¿Y cuando llegue el día?

– Pues dices adiós. Hubo un violinista muy interesante al que le preguntaron qué pensaba de la muerte. Dijo: “La vida es como un piso de alquiler: cuando se agota el contrato, se acaba”. Nada más.

– ¿Podemos alquilar en el más allá?

– La más hermosa de las posibilidades es la reencarnación. Pero no me preocupa dónde voy a ir…, “el camino está bajo mis pies”.

– Una visión muy machadiana.

– Machado en versión zen. Colaboro mucho en debates interreligiosos de la Unesco. Allí hablamos de místicos hindúes, budistas, pero… ¡olvidamos nuestros místicos! Santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz. Todos, en el momento del éxtasis…, ¿a qué religión cree usted que pertenecían?

– Probablemente a la misma.

– Exacto. Dios está más allá de la religión, que es sólo una maniobra espiritual de vida.

– ¿Desde allí propugna la no violencia?

– La violencia es fruto de la ignorancia. Si yo no soy distinto de lo que me rodea (y no lo soy), ¿cómo voy a dañar a alguien que forma parte de mí mismo? Sería masoquista. Siempre hay que bucear hasta saber quién eres.

– ¿Y si descubro algo que no me gusta?

– ¡Eso es lo normal! Si miras dentro de ti y lo ves todo perfecto, es que has mirado mal. En nuestra sociedad nos catalogamos por la apariencia. ¡Y esa apariencia, dentro de cuatro días, estará en una urna o bajo tierra! La superficialidad causa muchas depresiones.

– ¿Qué sería, entonces, la depresión?

– A menudo es un ataque de egoítis.Quieres ser lo que no eres.

– ¿Qué quiere Oriente de Occidente?

– ¡Uf! Me he pasado media vida en India. Hoy, sus jóvenes se occidentalizan en todo: en música, en gustos… ¡Nos miran a la cara y no ven un rostro, ven un dólar! Están cegados por nosotros y nosotros soñamos con ser ellos. Creo que tenía razón el maestro hindú que me dijo: “Detecto un problema en Occidente: tenéis más yogas que en India”.

Fuente:

http://www.lavanguardia.es/web/20060222/51234323166.html