No escasean candidatos para personificar el rostro más pícaro de la era Bush júnior. George Deutsch, el joven texano responsable de políticas de comunicación de la NASA – hasta que dimitió la semana pasada-, reúne algunas de las cualidades necesarias.Deutsch tiene 24 años y cero conocimientos de ciencias; ni siquiera terminó la licenciatura en Periodismo por la Universidad A& Mde Texas. Pese a eso, gracias a sus filiaciones republicanas, había recibido el encargo de gestionar la política de medios y editar los informes públicos sobre el espacio del veterano científico de la NASA James Hansen, de 63 años, y su equipo especializado en investigación del clima, del Instituto Goddard de Estudios (GISS), en la prestigiosa Universidad de Columbia, en Nueva York.

Hansen ha denunciado en las últimas semanas que Deutsch había intentado censurar su investigación e impedir que hablase con determinados medios de comunicación, entre ellos, la radio pública, sobre el peligro del calentamiento terrestre y el efecto invernadero. “Cuando intenté hablar con los medios sobre la necesidad de reducciones de emisiones, el equipo de relaciones públicas de la NASA – cargos políticos nombrados por la administración- intentó impedirlo”, escribió la semana pasada en The Independent, de Londres.

En otra ocasión, el joven relaciones públicas sin licenciatura obligó a un técnico de internet a añadir la palabra teoría cada vez que Hansen hacía referencia al big bang, porque, según Deutsch explicó en un e-mail, el big bang “no es un hecho comprobado, sino que es opinión”. Y prosiguió: “No le corresponde a la NASA hacer una declaración como ésta sobre la existencia del universo, que descarta la posibilidad del diseño inteligente por un creador (…); es más que una cuestión de ciencia, es una cuestión religiosa”. Dicho de otro modo, el creacionismo, la lectura literal del Viejo Testamento, debía ser tenido en cuenta a la hora de editar los informes científicos de la NASA.

Deutsch dimitió poco después cuando trascendió que habia engañado a la NASA sobre su inexistente licenciatura. Pero volvió a la carga contra Hansen días después en una entrevista en una emisora conservadora de Texas, WTAW. Acusó al científico de querer “impulsar la agenda alarmista del calentamiento terrestre según la cual el cielo va a caer”. “A esa gente no les gustamos quienes apoyamos al presidente Bush y no les gustamos los cristianos”, añadió. El equipo de Hansen ha destacado también el hecho de que el número de comunicados públicos sobre la investigación del GISS cayó a casi a la mitad en el 2004, año electoral.

Según dijo Hansen a The New York Times, Deustsch es sólo un extra en la película de la politización de la ciencia en Estados Unidos. Otro candidato a pícaro del año podría ser, por ejemplo, Phil Cooney, responsable de vigilar la investigación sobre el calentamiento global durante la primera presidencia de Bush júnior. Cooney, un abogado que ha trabajado para el lobby petrolero Instituto Americano del Petróleo, realizó 450 modificaciones, incorporando verbos en condicional para suscitar más duda y borrando párrafos enteros de un informe que advertía sobre el impacto de las emisiones de carbono sobre el clima.

Otros científicos de institutos públicos han denunciado interferencias. Se han quejado de que los portavoces de diversas agencias públicas les han amordazado o han manipulado su investigación en diferentes áreas, desde la descripción de animales en peligro de extinción hasta métodos anticonceptivos que levantan ampollas en las grandes iglesias: “Hay dos factores en la supresión y manipulacion de información: uno es comercial, otro es ideológico”, dijo Lexi Shultz, responsable de integridad científica de la Unión de Científicos Preocupados.

Otros científicos afirman no haber tenido problemas: “Hasta la fecha, personalmente me va bien; no he recibido ninguna presión política”, dijo Dan Fagre, experto en glaciares del parque nacional Glacier Park, en Montana. Muy preocupado por el calentamiento global, añadió que había sido entrevistado en el canal conservador Fox. Es más, la combatividad de científicos como Hansen y la colaboración de medios como The New York Times han puesto a la Administración a la defensiva. La dirección de la NASA ha declarado públicamente este mes que sus investigadores deben tener la libertad total para realizar su trabajo y que individuos como Deutsch y Cooney han tenido que marcharse. Cooney trabaja ahora para Exxon.

Fuente:

http://www.lavanguardia.es/web/20060221/51234231144.html