Cuando los defensores del DI postulan que el ADN – que es un diseño molecular complicado – es una prueba sólida de un diseñador, la mayoría de los científicos son escépticos. Ellos contestan que la estructura de este bloque de construcción biológica es el resultado de una auto-organización vía evolución, y no una prueba de ingeniería deliberada. El ADN, protestarán los investigadores, no es un sistema de construcción más consciente que la Gran Mancha Roja de Júpiter. La complejidad organizada, en otras palabras, no es suficiente para inferir el diseño. Pero los partidarios del Diseño Inteligente protestan la protesta. Apuntan al SETI y dicen ‘sobre la recepción de una señal de radio compleja del espacio, los investigadores del SETI reclamarán que es una prueba de que la vida inteligente reside en la vecindad de una estrella distante. Así, ¿no es su búsqueda completamente análoga a nuestra propia línea de razonamiento – un caso claro de complejidad que implica inteligencia y diseño deliberado?’. Y el SETI, apuntarán, goza de una amplia aceptación científica.

Si nosotros como investigadores del SETI admitimos que esto es así, suena como si fuéramos culpables de medir con dos raseros lógicos. Si a los amigos del DI no se les permite reclamar el diseño inteligente cuando apuntan al ADN, ¿cómo podemos esperar reclamar un diseño inteligente en la base de una señal de radio compleja?. Es cierto que el SETI está bien reconocido por la comunidad científica, pero ¿es simplemente por que no sugerimos que la voz tras el micrófono podría ser la de Dios?.

Señales simples

De hecho, las señales buscadas realmente por las exploraciones del SETI hoy no son complejas, como asumen los abogados del DI. No estamos buscando mensajes codificados intrincadamente, series matemáticas, o incluso la versión extraterrestre de ‘I Love Lucy’. Nuestros instrumentos son ampliamente insensibles a la modulación – o mensaje – que puede ser transportada por una emisora extraterrestre. Una señal de radio SETI del tipo que podríamos encontrar realmente sería un persistente silbido de banda estrecha. Un fenómeno tan simple parece carecer de casi ningún grado de estructura, aunque si se origina en un planeta, veríamos los efectos Doppler periódicos a medida que el mundo que transporta al emisor rota y orbita.

Y aun así todavía advertimos de que, si encontráramos una señal así, podríamos concluir razonablemente que habría una inteligencia tras ella. Suena como si esto reforzara el argumento hecho por los defensores del DI. Nuestra señal buscada es apenas compleja, y con todo, todavía vamos a decir que hemos encontrado extraterrestres. Si nosotros podemos seguir adelante con eso, ¿por qué ellos no?.

Bien, esto es por que la credibilidad de la prueba no está fundada en su complejidad. Si el SETI anunciara que no estamos solos porque hubiese detectado una señal, sería sobre la base de la artificialidad. Y una señal interminable, sinusoidal, — un simple tono plano – no es complejo; es artificial. Un tono así no sólo no parece estar generado por procesos astrofísicos naturales. Además, y a diferencia de otras emisiones de radio producidas por el cosmos, una señal así está falta de los apéndices e ineficiencias que la naturaleza siempre parece añadir – por ejemplo, la basura y la redundancia del ADN.

Consideremos los púlsares – objetos estelares que emiten ondas de luz y de radio intermitentes al espacio con impresionante regularidad. Los púlsares fueron brevemente etiquetados con el mote de LGM (Little Green Men, Hombrecillos Verdes) tras su descubrimiento en 1967. Por supuesto, estos hombrecillos no tenían mucho que decir. Los pulsos regulares no transportaban ninguna información – no más que el tic-tac de un reloj. Pero lo realmente chocante es algo más: la ineficiencia. Los púlsares emiten en todo el espectro. No importa dónde sintonices tu radio telescopio, el púlsar puede ser oído. Eso es un mal diseño, ya que si los pulsos tuvieran la intención de transportar algún tipo de mensaje, sería enormemente más eficiente (en términos de coste energético) confinar la señal a una banda muy estrecha. Hasta los emisores naturales de radio más eficientes, las nubes interestelares de gas conocidas como másers, son derrochadoras. Sus estables señales salpican cientos de veces más banda de radio que el tipo de transmisiones buscadas por el SETI.

Imaginemos los brillantes reflejos del Sol destellando sobre el Lago Victoria, y vistos desde una gran distancia. Esto sería similar a las señales de los púlsares: Altamente regulares (uno cada 24 horas), y visibles en direcciones definidas, pero ocupando un amplio tramo del espectro óptico. No es una señal de saludo muy buena o un dispositivo de comunicaciones. Los rayos son otro ejemplo. Producen pulsos tanto de luz como de radio, pero la emisión se extiende sobre casi todo el espectro electromagnético. Ese tipo de mala ingeniería es fácilmente reconocido y extendido en la naturaleza. La naturaleza, por su parte, parece no ofenderse.

La basura, la redundancia, y la ineficiencia caracterizan a las señales astrofísicas. Parece que caracterizan a las células y a los leones marinos también. Estas construcciones biológicas tienen muchas partes superfluas y redundantes, y están lejos de estar óptimamente construidas u operadas. También se parecen mucho a muchas otras cosas que pueden ser tanto contemporáneas como precedentes históricos.

Así que ese es un dato: las señales que el SETI busca son realmente distintas de otros ejemplos sacados del bestiario de los complejos fenómenos astrofísicos. Eso atestigua su artificialidad.

La importancia del escenario

Hay otro sello de artificialidad que consideramos en el SETI, y es el contexto. ¿Dónde está la señal encontrada?. Nuestras búsquedas a menudo se concentran en las cercanías de estrellas del tipo Sol – el mismo tipo de escenario natural que creemos más probable que albergará planetas del tamaño de la Tierra inundados de agua líquida. Ahí es donde esperamos encontrar una señal. La física de los sistema solares es la de los plasmas calientes (estrellas), los estables hidrocarburos gaseosos (grandes planetas), y la roca fría (pequeños planetas). Estos no producen, hasta donde podemos teorizar u observar, señales de radio monocromáticas arrojadas al espacio con potencias de decenas de miles de millones de vatios o más – el tipo de señal que buscamos en los experimentos del SETI. Es difícil imaginar cómo podrían hacerlo, y las observaciones confirman que ese no parece ser su comportamiento.

El contexto es importante. Crucialmente importante. Imaginemos que avistásemos un cuadrado gigante, verde, en uno de esos sistemas solares vecinos. Eso seguramente encajaría en nuestros criterios de artificialidad. Pero un cuadrado no es demasiado complejo. Sólo en el contexto de encontrarlo en el sistema solar de alguien hace de su mínima complejidad un indicativo de inteligencia.

En arqueología, el contexto es la base de muchos descubrimientos que son imputados al trabajo deliberado de la inteligencia. Si encuentro una roca astillada de forma que le dé un filo cortante, y el descubrimiento se hace en una cueva, estaré tentado de atribuir esto a un uso como herramienta por unos distantes, fétidos y peludos antecesores. Es el contexto de la cueva lo que hace esta asunción mucho más probable que un escenario alternativo en el que asumo que unas roturas y golpes aleatorios de la roca han resultado en esta geometría tan útil.

En resumen, los campeones del Diseño Inteligente cometen dos errores cuando proclaman que la empresa del SETI es lógicamente similar a la suya: Primero, asumen que estamos buscando mensajes, y juzgando nuestro descubrimiento sobre la base del contenido del mensaje, ya sea entendido o no. De hecho, estamos en la búsqueda de señales muy simples. Eso es en su mayor parte un malentendido técnico. Pero su segunda asunción, derivada de la primera, de que la complejidad implicaría inteligencia, es también errónea. Nosotros buscamos artificialidad, lo que es una señal organizada y optimizada procedente de un entorno astronómico del cual ni ésta ni ninguna cosa parecida es esperada u observada. Muy modesta complejidad, encontrada fuera de contexto. Esto claramente nada tiene que ver con mirar la estructura química del ADN y deducir el trabajo de un bioquímico sobrenatural.

Fuente:

http://seti.astroseti.org/instituto/articulo.php?num=3168