Con pingüinos, tiburones, tiranosaurios Rex, viajes submarinos o exploraciones en el mundo de los bichos o en el cosmos extraterrestre, una alternativa en el país al cine comercial gana poco a poco espacios en la cartelera tradicional, llevando las Ciencias Naturales hasta las butacas, con una dosis opcional de palomitas.Actualmente seis cintas relacionadas con la investigación científica se exhiben en el país -aunque con copias restringidas-, atajando deficiencias de la educación oficial al acercar al público a tópicos como las investigaciones en el fondo del mar o los polos, la historia, la biología, la paleontología, la ecología o los viajes espaciales. Tres más que se estrenarán a lo largo del año y regresarán al espectador al mundo de los vikingos, los dinosaurios o recordarán la muerte de un afamado naturalista amateur en las fauces de un oso Grizzly.

Se trata de La marcha de los pingüinos, Criaturas del abismo, Magnífica desolación: caminata en la Luna, Los fantasmas del Titanic, El expreso polar y Tiburones (recién estrenada), las cuales, además, cuentan con características tecnológicas poco tradicionales: salvo por el primer caso, están concebidas en tercera dimensión de alta calidad y para las megapantallas Imax de Cinépolis o del Papalote Museo del Niño de Chapultepec.

Un ejemplo de la penetración de este cine en el mercado es La marcha de los pingüinos -dirigida por el francés Luc Jacquet y producida por National Geographic-, un documental que ha cautivado desde su estreno el 20 de enero pasado a 47 mil mexicanos con un tema que parece ciencia ficción: el ciclo reproductivo del pingüino emperador en la Antártida.

Sin embargo, de la oferta de películas “científicas” actualmente en los cines de circuito comercial, ésta es la única cinta con amplia difusión en el país. Distribuida por Artecinema, se estrenó con 26 copias y, tan sólo en el Distrito Federal, se puede ver en 60 salas.

En el caso de las otras cinco películas, el formato en 3D y para megapantallas es aún más restrictivo por el alto costo de las copias y de la operación de las salas Imax -tan sólo la renta de Tiburones cuesta 25 mil dólares y se exhibe con dos proyectores simultáneos-, aunque las cintas permanecen en cartelera en promedio dos meses en cada una de las tres ciudades en las que se rotan: Distrito Federal, Monterrey y Guadalajara, en promedio con cuatro funciones diarias. Es decir, es posible ver cine “científico” durante seis meses en México, algo insólito en el circuito comercial y para la difusión oficial de la ciencia en el país.

De los “aliens” a los osos

En la capital, de aquí a marzo podrán disfrutarse en la pantalla Imax de Cinépolis del centro comercial Perisur Tiburones (Sharks), un brevísimo documental presentado por Jean-Michel Cousteau -hijo del legendario oceanógrafo Jacques Cousteau- que alerta sobre el peligro en que se encuentran todas las especies de escualos a través de un recorrido por los océanos y mares del mundo; y también se exhibe Criaturas del abismo (Aliens of the Deep), donde James Cameron (el director de Aliens y Titanic) investiga junto con científicos de la NASA y biólogos marinos las formas de vida menos estudiadas por la ciencia: los microcosmos en el fondo de los océanos Atlántico y Pacífico, donde el planeta sigue creciendo y manifestándose con una actividad volcánica y telúrica intensa.

Estas cintas irán para marzo a Monterrey y, dos meses después, a Guadalajara, donde ahora se exhiben también en sendas salas Imax de Cinépolis otras películas “científicas” en 3D.

Para mediados de año, vuelve al DF Tiburones, que inaugurará una nueva sala en Santa Fe.

En la capital regia se presenta Magnifica desolación: caminata a la Luna, donde Tom Hanks -guionista y narrador del filme- junto con el director Mark Cowen da un paseo computarizado a los espectadores por esa superficie salpicada de cráteres que sólo 12 personas en la historia han contemplado in situ. En Guadalajara, está Los fantasmas del Titanic (Ghosts of the Abyss), una investigación histórica y oceanógrafica, también dirigida por James Cameron, que permite sumergirse con un minisubmarino soviético a buscar los secretos y los protagonistas de una de las más memorables tragedias del siglo XX.

El Papalote Museo del Niño mantiene en su megapantalla la cinta que reúne al director Robert Zemeckis y al actor Tom Hanks, El expreso polar, un cuento sobre la historia de la Navidad donde la tecnología de la animación CG es la estrella.

Pepe Ábrego y Rosalba Chávez, responsables de prensa de Cinépolis, comentan que la empresa de los hermanos Ramírez tiene en su política incrementar la oferta de películas de corte científico o cultural en sus pantallas, desde el estreno en noviembre de 2004 de El expreso polar, que también inauguró la primera sala Imax del país en Perisur. En ese sentido, anuncian que para este año habrá tres documentales más ya programados.

Uno presentará en marzo por primera vez en tercera dimensión la historia de los vikingos; el otro, también en 3D, llevará a los espectadores a la tierra de los dinosaurios para después del verano, como ocurrió a mediados de 2005 con la cinta T-Rex regreso al Cretácico.

Para febrero, la empresa Artecinema y la productora Canana, de Gael García y Diego Luna, traen al país el documental de Werner Herzog producido por Discovery y Lion´s Gate, -estrenado durante el Festival de Morelia, Grizzly Man (Hombre oso)-, con la historia del naturalista Timothy Treadwell, quien después de casi dos décadas de estudiar osos pardos en Alaska, fue devorado con su novia por una de estas bestias. Sólo Herzog podía filmarlo.

La historia del cine científico o documental se remonta a los orígenes del séptimo arte, con películas como las de los hermanos Lumiére o Nanuk El Esquimal (1922), de Robert Flaherty, pero la oferta en México ha comenzado a crecer apenas hace unos años después de que se exhibieron dos maravillas: Microcosmos y Génesis. Tan sólo entre 2004 y 2005 aparecieron en cartelera la canadiense Bichos (Bugs), sobre los insectos en los bosques tropicales; Adrenalina: la ciencia del riesgo (2002), que revive los experimentos de Leonardo da Vinci a partir de los llamados deportes de riesgo como el skydiving; Everest (1996), con un ascenso en 3D a la montaña sagrada, y la ya mencionada T-Rex.

Fuente:

http://estadis.eluniversal.com.mx/cultura/47305.html