El próximo 3 de febrero, la agencia Roscosmos dará a conocer cuál de las tres principales empresas aeroespaciales de Rusia – RKK Energiya, Centro Khrunichev o NPO Molniya – se ha adjudicado el concurso para la creación del nuevo vehículo, y habida cuenta de que en la cúpula del país hay un interés enorme por expediciones tripuladas de gran futuro, es evidente que la compañía ganadora hará lo posible por implementar el proyecto cuanto antes.Además, la creación del trasbordador espacial ruso podría transformarse en un programa internacional. Jean-Jacques Dordain, director de la Agencia Espacial Europea (ESA), ha manifestado en más de una ocasión su interés por este proyecto.

Desarrollar las naves espaciales del siglo XXI es un imperativo. Ya a futuro próximo, tenemos previsto realizar expediciones tripuladas a grandes distancias: primero, a la Luna, donde se contempla crear una colonia cabal, y luego, también a Marte. Con todo, nadie se atrevería hoy a calcular el número de los lanzamientos necesarios para ello. Habrá que llevar al espacio extraterrestre una cantidad colosal de cargas, y encima, hacerlo con mucha frecuencia. De aquí, una pregunta absolutamente lógica.

¿Implican alguna ventaja los trasbordadores?

La respuesta es “sí” cuando las actividades espaciales se caracterizan por alta frecuencia. Según demuestran los estudios, el uso de sistemas puntuales resulta más conveniente que el de trasbordadores siempre y cuando no se hagan más de cinco lanzamientos al año, y la alienación de terrenos para la caída de fragmentos separables no sea permanente sino provisional, con la posibilidad de evacuar a la población, el ganado y los equipos desde las zonas peligrosas.

Esta salvedad tiene que ver con el hecho de que el coste de alienación o hasta evacuación provisional, representando un porcentaje notable en los gastos de mantenimiento de sistemas coheteriles, se excluía tradicionalmente de los cálculos por la dificultad de evaluar y compensar las pérdidas derivadas.

En programas de 75 o más lanzamientos en 15 años son más ventajosos los trasbordadores cuyo rendimiento tiende a incrementar junto con las multiplicación de las misiones.

La sustitución de sistemas puntuales por trasbordadores capaces de elevar cargas útiles de mucho peso permite disminuir en grado considerable el volumen de los equipos a fabricar. El uso de dos sistemas alternativos en el marco de un mismo programa espacial contribuye a reducir la demanda de unidades cuatro o cinco veces; los cascos de la unidad central, cincuenta veces; y los motores de propelente líquido para la segunda etapa, nueve veces. El ahorro en producción, de esta manera, es casi equiparable a lo que cuesta fabricar un trasbordador.

Un cálculo realizado en la Unión Soviética con la nave Buran, aviones de largo alcance y motores de propelente líquido RD-170 y RD-0120 demuestra que los gastos de mantenimiento y reparación tras cada vuelo representan menos de un 30% de lo que cuesta producir nuevas unidades coheteriles.

¿Con qué estamos?

Con una empresa que se vislumbra como claro favorito en este concurso: RKK Energiya, fabricante del complejo orbital de larga duración Mir y del singular cohete propulsor Energiya-Buran.

Aprovechando su amplia experiencia en la creación de naves tripuladas, esta empresa ha podido desarrollar no solamente el Clíper, un trasbordador capaz de realizar los vuelos interplanetarios, sino también aproximarse a la implementación de un concepto novedoso en materia del transporte espacial de uso múltiple.

El presidente de la empresa, Nikolay Sevastianov, anunció a finales de enero que la primera expedición del trasbordador Clíper está prevista para el año 2012. Si Energiya se proclama ganadora del concurso, podrá habilitar la nave para los vuelos en un plazo de tres años, tras lo cual va a ser el vehículo principal para los astronautas. Las demandas básicas que se plantean ante el Clíper, según Sevastianov, son reducir el coste de la estancia humana en el espacio extraterrestre, minimizar la presión sobre los tripulantes y conseguir una mejora de los indicadores médicos. La tripulación del Clíper estará integrada por dos astronautas profesionales, uno de los cuales responderá por la labor en la órbita, y el otro, por el descenso en la atmósfera, más cuatro personas más, investigadores o turistas espaciales.

Gracias a sus características técnicas, el Clíper podrá aterrizar tanto en el cosmódromo ruso de Baikonur como en el francés de Kourou, así como en un gran número de aeródromos en caso de emergencia. También será posible usar el Clíper en otro proyecto de envergadura impulsado por Energiya: expediciones comerciales de corta distancia que incluyan una semana de permanencia a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) y el sobrevuelo de la Luna.

Presentado por primera vez en el Salón Aeroespacial MAKS 2005, en forma de maqueta a tamaño natural, el nuevo trasbordador ruso parece infinitamente más espacioso y cómodo que la Soyuz, principal nave usada para lanzamientos puntuales a lo largo de estas últimas décadas. El Clíper tiene casi diez metros de longitud y una cabina presurizada de 20 metros cúbicos, provista de asientos confortables para los seis tripulantes. El trasbordador pesa alrededor de 14 toneladas, el doble en comparación con la nave Soyuz, y puede transportar hasta 500 kilos de carga útil.

Paralelamente, Energiya va desarrollando un proyecto alternativo de trasbordador híbrido cuya ventaja principal sería la renuncia a las placas termoaislantes, el punto más vulnerable de los Shuttle estadounidenses.

Este trasbordador sería una combinación de dos tipos, la cápsula Soyuz y el modelo con alas como Buran, y el objetivo es elevar la seguridad de las misiones espaciales, según precisa Vladímir Syromiyatnikov, jefe del grupo Kosmicheskaya regata que es una subsidiaria de RKK Energiya.

La idea es que la nueva nave se mantenga en forma de cápsula durante la mayor parte de la expedición, con las alas del módulo de descenso plegadas y protegidas por materiales termoaislantes. Después de entrar en la atmósfera, la nave eyecta la pantalla termoaislante, despliega las alas y aterriza como un avión. El modelo podrá absorber las características más positivas tanto de las naves Soyuz, por ejemplo, una configuración compacta a la hora del lanzamiento o la compatibilidad con el sistema de rescate, como del Buran. Se supone que una de las modificaciones va a pesar siete toneladas, de modo que será posible lanzarla con la ayuda de cohetes tipo Soyuz. Los termoaislantes se harán a partir de aleaciones resistentes a las altas temperaturas, y no en forma de placas que son habituales para las naves aladas de hoy.

Syromiatnikov está convencido de que es uno de los mayores méritos del proyecto, porque las placas usadas en la actualidad son ‘caprichosas, costosas y requieren de restauración tanto en la Tierra como durante el vuelo’. La nueva nave, según él, podrá iniciar el descenso como una cápsula y completarlo como un avión, gracias a lo cual el aparato será capaz de avanzar hacia la Tierra a la segunda velocidad cósmica y aterrizar después de finalizado el vuelo interplanetario.

A día de hoy, el proyecto del trasbordador híbrido se encuentra en la fase de propuestas técnicas.

¿Quién es quién en la industria espacial de Rusia?

RKK Energiya, fundada el 26 de agosto de 1946, es empresa rectora en Rusia en lo que concierne a la creación y el mantenimiento de las naves espaciales tripuladas. Fue pionera en el desarrollo de los principales cohetes y aparatos espaciales, entre ellos, los misiles balísticos R-1 y R-2, el R-5 que fue el primer misil balístico con ojiva nuclear, y el legendario R-7, misil balístico intercontinental que sirvió de base para los vectores espaciales. Los técnicos de la empresa participaron en el lanzamiento del primer satélite espacial, en 1957, y en los preparativos para la misión de Yuri Gagarin, primer astronauta del mundo, en 1961.

RKK Energiya realizó el lanzamiento de la primera estación espacial Saliut-1, participó en los programas nacionales Voskhod, Vostok, Cosmos, Soyuz y en el proyecto Soyuz-Apolo, implementado conjuntamente con EE.UU. Es aquí donde se desarrollaron los aparatos espaciales para investigar la Luna, Venus y Marte, el trasbordador Energiya-Buran, las unidades de aceleración para los propulsores Proton y Zenit, o la nueva generación de satélites de telecomunicaciones Yamal.

Las más diversas modificaciones de las naves tripuladas Soyuz y del camión espacial Progress fueron fabricadas en los astilleros de RKK Energiya, igual que la estación espacial Mir que permaneció en la órbita 15 años y permitió a Rusia atesorar una buena experiencia de misiones de larga duración.

En la actualidad, RKK Energiya participa en el programa internacional Sea Launch y produce las naves Progress y Soyuz, las cuales vuelan a la ISS.

El Centro Khrunichev, creado el 7 de junio de 1993 sobre la base de la planta homónima y la oficina de diseño aeroespacial Saliut, es otra de las grandes empresas rusas del sector. Aquí fueron desarrollados los misiles balísticos UR-100 y UR-200, las estaciones orbitales Saliut, la unidad básica y los demás módulos del complejo orbital Mit.

Hoy en día, la empresa fabrica propulsores pesados (Proton-K, Proton-M) y ligeros (Rokot), cohetes vectores y unidades de aceleración Briz-M y Briz-KM. El segmento ruso de la ISS lleva básicamente la marca del Centro Khrunichev. Entre otros desarrollos cabría mencionar los módulos Zaria y Zvezda, ya colocados en la órbita, la plataforma espacial de pequeño tamaño Yakhta, la sonda espacial Monitor y el complejo espacial Angara.

El grupo NPO Molniya es la mayor empresa de la industria aeronáutica rusa. Fue fundada en 1976 para crear el trasbordador espacial Buran, el cual realizó su primero y único vuelo en noviembre de 1988. Desde finales de la década del 80, Molniya promueve el desarrollo del sistema aeroespacial MAKS, que se ha dado en llamar como ‘cosmódromo volante’. Los triplanos Molniya y Gerakl también son producto de esta empresa.

Fuente:

http://sp.rian.ru/analysis/20060131/43264107.html