Gerardo Gold Bouchot
Biólogo, doctor e investigador del Cinvestav
Habla de la posibilidad de que exista vida extraterrestre, pero también de que, en la realidad, hay charlatanes y bromistas que se aprovechan de la buena fe de las personas Es difícil responder a la pregunta de si existe vida extraterrestre, pues aún no se encuentran evidencias de eso. El argumento más común es que, dado que hay en el universo visible un gran número de galaxias, cada una con miles de millones de estrellas, las probabilidades de que se haya producido la vida en otro lado es muy alta.Sin embargo, el hecho de que sea probable la existencia de vida en otros sitios de nuestro universo no quiere decir que se base en compuestos de carbono y agua, como en la Tierra. Puede ser vida basada en otros elementos, e inclusive no tiene por qué parecerse a la nuestra. Por otro lado, tampoco quiere decir que la vida en otros planetas tenga el nivel de desarrollo científico y tecnológico para visitar mundos que, viajando a la velocidad de la luz —lo que es imposible de acuerdo con nuestro conocimiento actual—, están por lo menos a decenas o centenas de años de distancia.

Creo que las historias de visitas de alienígenas no han sido verificadas científicamente, y que están dentro de lo que se llaman “leyendas urbanas”. La propagación de estas historias permite cierta notoriedad pasajera a quienes afirman haber visto seres extraterrestres o naves espaciales, y permite un modo de vida a personas que afirman haber demostrado “científicamente” la existencia de ovnis y marcianitos verdes.

El argumento más serio que presentan estas personas para demostrar su punto de vista es la “teoría de la conspiración”. Hay un complot de los gobiernos, especialmente el de los Estados Unidos, para ocultar esta información. Esto también pertenece a las “leyendas urbanas”, junto con las historias del “Chupacabras”, las apariciones de Elvis Presley, etcétera.

Para distinguir estudios serios de la charlatanería vale la pena aclarar un par de puntos acerca de cómo funciona la ciencia, de manera que la gente pueda normarse un criterio acerca de si un comentario o análisis realmente es científico (o por lo menos tiene alguna base científica) o no.

Los resultados científicos deben publicarse para que los demás estén al tanto del trabajo realizado en otros sitios y evitar la duplicación de esfuerzos, repetir errores, etcétera. Sobre todo para que los demás corroboren, discutan e incluso repitan los estudios realizados. Así, una publicación o análisis científico debe tener una descripción clara y detallada de cómo se hicieron las cosas, con qué materiales y métodos se analizaron las muestras, cómo se procesaron los datos, etcétera.

Los artículos científicos generalmente no se publican en cualquier revista, sino en aquellas dedicadas a temas específicos sobre los que trate el estudio o la investigación. Una característica importante de estas revistas es que los artículos son sometidos a una revisión anónima para que el editor pueda decidir si la investigación se realizó con los materiales, métodos adecuados, etcétera, y si es original y contribuye al avance del conocimiento en ese campo. Éste es un punto muy importante, pues esta revisión por expertos del mismo campo permite detectar plagios, errores, charlatanerías, etcétera.

Sin duda es un método falible y no exento de problemas, y de vez en cuando alguien logra publicar datos falsos o alterados (como el caso reciente del investigador coreano que falseó resultados que publicó sobre células madre), pero lo interesante es que tarde o temprano son detectados y corregidos.

Finalmente, con la tecnología actual, cualquier persona con acceso a internet puede usar sitios de búsqueda gratuitos y determinar si una persona realmente es investigador o no, consultando si ha publicado sus resultados en revistas rigurosas sobre el tema en cuestión, como en www.scirus.com o scholar.google.com. Es sólo cuestión de poner el nombre de la persona y ver si efectivamente ha pasado por estos criterios de evaluación entre colegas y sus estudios están avalados por otros expertos en el campo. Así, con estos criterios, es fácil determinar si un estudio o análisis se realizó con el rigor que demanda la ciencia o no. También nos permite determinar si un hecho es verídico o no.

Yo le diría a la gente que no se deje embaucar por bromistas o personas que sólo buscan la notoriedad de aparecer en la televisión o en la prensa escrita. Que preste atención a los argumentos que dan y, sobre todo, que si afirman haber realizado un estudio riguroso o científico, verifiquen si realmente han publicado sus trabajos después de haber pasado por la evaluación de sus pares.— Mérida, Yucatán.

gerardo.gold@gmail.com

Fuente:

http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=11$2900000000$3214137&f=20060129