La estrella polar, una de las más apreciadas por los aficionados a la astronomía, no es una estrella: en realidad son tres estrellas que danzan una alrededor de otra entrelazadas por la gravedad. El telescopio espacial Hubble ha conseguido distinguir ahora por primera vez los tres astros del sistema estelar, anunció el lunes un equipo de astrónomos en el congreso de la Asociación Americana de Astronomía que se celebra en Washington (EE.UU.).El objetivo de la investigación es calcular la masa de la estrella más brillante del sistema, un astro gigantesco que se encuentra a 431 años luz de la Tierra y en el que cabrían 100.000 estrellitas como el Sol. Conociendo la masa, los científicos podrán comprender mejor la estrella, cuyo brillo oscila de manera periódica y que se ha utilizado como faro cósmico para calcular las distancias de galaxias lejanas y la velocidad de expansión del universo.

Cuando se observa a simple vista el sistema de la polar, como han hecho los marineros desde la antigüedad para encontrar el norte cuando navegan de noche, se ve la suma del brillo de sus tres estrellas.

Con un pequeño telescopio se pueden distinguir dos de las estrellas del sistema, que ya habían sido observadas antes de que el Hubble enfocara sus cámaras hacia la polar los pasados 2 y 3 de agosto. Pero la estrella más tenue permanecía oculta hasta ahora. Los astrónomos habían deducido su existencia a partir del movimiento de los otros dos astros – un movimiento que no era el de una pareja perfecta, sino que delataba la presencia de un intruso. Nadie, sin embargo, lo había visto.

“La estrella que hemos observado está tan cerca [de la estrella principal] que hemos necesitado toda la resolución del Hubble para verla”, declara Nancy Evans, investigadora del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian, en un comunicado de prensa. Ambas estrellas están separadas por 2.800 millones de kilómetros, que no llega ni a la distancia del Sol al planeta Urano: un tiro de piedra a escala astronómica.

Además de lo cerca que están, la diferencia de brillo entre ambas estrellas ha dificultado aún más la detección. La estrella principal es unas dos mil veces más luminosa que el Sol. A su lado, la estrella ahora observada queda como una enana: se trata de una estrella no muy distinta al Sol, aunque algo más caliente, brillante y masiva, que quedaba eclipsada hasta ahora. “Con el Hubble, hemos sacado la compañera de la estrella polar de las sombras y la hemos puesto bajo los focos”, añade Howard Bond, del Instituto Científico del Telescopio Espacial.

Los astrónomos y aficionados a la astronomía siguen refiriéndose a la estrella polar para designar tanto el sistema de tres estrellas como la estrella principal del sistema. Cuando es preciso diferenciar los tres astros, los investigadores distinguen la polar A (la estrella principal, también llamada Aa), la polar Ab (la que ha sido observada ahora) y la polar B (que orbita alrededor de las otras dos a una distancia de 360.000 millones de kilómetros).

Una vez observada la pequeña Ab, que describe una órbita alrededor de mamá A cada 30 años, “nuestro objetivo es calcular la masa de la estrella polar”, destaca Nancy Evans. Además de ser una estrella emblemática para los aficionados a la astronomía, es también importante para los astrónomos profesionales porque se trata de una de las llamadas variables cefeidas, que se han utilizado para calcular distancias en el Universo.

Al formar parte de un sistema estelar múltiple, es teóricamente posible calcular su masa, una de las características más difíciles de determinar en una estrella. Para ello, es necesario conocer con precisión las órbitas de las estrellas del sistema, lo que a su vez requerirá poder observarlas directamente. “El próximo paso -explica Evans- es medir el movimiento orbital” de la pequeña estrella Ab.

Fuente:

http://www.lavanguardia.es/web/20060111/51216778613.html