Uno de los programas más meritorios que hay en pantalla es el informativo semanal de Antena 3, ‘Espejo público’, que mantiene abierta una ventana a la información en una franja tan banalizada como la tarde del domingo. Los reportajes de ‘Espejo público’ sólo tienen el inconveniente de la brevedad, que a veces lleva a lo superficial. Ese fue el caso, este domingo, del trabajo que firmaba Teo Ibarrón sobre la Navidad. La pregunta era: ¿Qué hay de verdad en el relato de Belén?
La verosimilitud del relato evangélico y, sobre todo, de la tradición posterior es uno de los argumentos que habitualmente saltan en estas fechas. Es una evidencia que la visión folclórica de la Navidad es una mezcla de fuentes bíblicas y tradición popular cristiana superpuesta sobre celebraciones paganas. Pero esto no es nuevo: lo sabemos desde hace mucho tiempo. En ese sentido, el aire de “grandes revelaciones” que Teo Ibarrón imprimió a su reportaje tenía algo infantil, como el niño que se asombra al ver cómo el sol se pone sobre el mar. Un buen historiador, Alvar, y un teólogo disidente, Tamayo, nos pusieron al día de las conclusiones (provisionales) del análisis histórico. Estas opiniones no son para echarlas en saco roto. La crítica bíblica es un clásico de la cultura europea al menos desde el siglo XVII, que es cuando centenares de eruditos se aplicaron a hincar el bisturí sobre los textos sagrados que la tradición nos legó. De aquel trabajo han venido muchas cosas, unas buenas, otras no. En todo caso, es un oficio muy respetable. Lo que pasa es que, a la hora de exponer estos asuntos ante el público, lo natural es ofrecer versiones contrapuestas. La heterodoxia no resulta demasiado inteligible si, al lado, no se muestra cuál es la visión de la ortodoxia: la confrontación permite entender mejor el verdadero alcance de las posturas de cada cual. El reportaje de ‘Espejo público’, por el contrario, se limitó a exponer la versión, digamos, heterodoxa, lo cual no es muy constructivo y, sobre todo, oculta una parte de la realidad. Y cuando se trató de abrir el guión a expectativas más anchas, al que vimos en pantalla fue a J. J. Benítez, que expuso una sorprendente y personal teoría acerca de la permanencia de los cometas en el cielo y, eso sí, terminó con algo que no puede juzgarse en absoluto sorprendente, a saber, la tesis de que la estrella que guió a los Reyes Magos era en realidad un OVNI. A partir de este momento, todo el edificio narrativo construido por ‘Espejo público’ se derrumbó: ¿De modo que de la racionalización historiográfica, expresada por Alvar y Tamayo, llegamos a la presunción de un origen extraterrestre de la Navidad? Sinceramente, el relato popular, con sus Reyes Magos, sus pastorcillos y sus nieves en el desierto israelí, parece más verosímil.

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http://www.colpisa.com/motor/motor.php?seccion=48&id_noticia=156487&fecha_tema=