EL QUEEN MARY no ha quedado olvidado en el tiempo. En sus años de esplendor fue el predilecto de los ricos y famosos, y hoy, convertido en un hotel-museo flotante, constituye una atracción turística de valor histórico en las costas de Long Beach, en el sur de California.

Historia, leyenda y realidad han hecho posible el milagro de fundir en una sola pieza al trasatlántico más lujoso de su época y transporte de tropas en tiempos de guerra, el de más fama por sus misteriosas apariciones, y hotel-museo registrado como lugar de interés histórico en esta ciudad. Las huellas de la historia

Llegar al Queen Mary es revivir más de seis décadas de historias ligadas a acontecimientos que han hecho imperecedero su nombre entre los más conocidos trasatlánticos estadounidenses.

Para cualquier visitante, sin embargo, suele ser fácil transportar su imaginación a estos tiempos con la descripción e información personalizada que brindan los guías turísticos desde que usted llega.

Su nacimiento, se dice, fue un constante reto para los representantes de la línea Cunard, quienes tenían fija la idea de crear un trasatlántico que pudiera reemplazar al RMS Mauritania, en 1926, y también que superara el tonelaje y longitud de los ya existentes.

El astillero John Brown and Company, de Escocia, resultó escogido para acometer la construcción de aquel sueño que se materializó en 1934, cuando la nave surcó por primera vez los mares y fue bautizada por la reina María y su esposo el rey Jorge V. El buque fue terminado y realizó su primer viaje en marzo de 1936.

El Queen Mary debe su nombre a la reina. De ahí, que el honor a la realeza esté por doquier. Elegantes imágenes y camarotes ocupan sitios especiales en la decoración interior de la nave.

La amplitud de la embarcación obliga a disponer de mucho tiempo para su recorrido, ya que llegó a ser el de mayor longitud, tonelaje y rapidez en aquel tiempo.

Poco después de su inauguración, en 1937, ganó el codiciado Listón Azul por la travesía más veloz del Atlántico Norte, récord que le arrebató al Normandie y sostuvo por varios años.

Indudablemente, fue el más conocido de los buques en la época dorada de los cruceros. Su lujo era un sello distintivo que lo hizo el favorito entre famosas ce lebridades del celuloide. Navegar en el Queen Mary era un privilegio limitado.

Vestigios de su elegancia se pueden apreciar en la decoración original art deco que aún exhiben el ves tíbulo, salones y restaurantes del hotel. Algo que lo distingue y ha logrado conservar con el decurso de sus décadas.

Sus vigorosos años de esplendor comercial fueron interrumpidos con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, teniendo que asumir un rol militar.

La amplia sala-museo obliga a detener el paso. Por su significado histórico congrega a la mayoría de los visitantes. Lo cierto es que impresionan las imágenes, la sala de emergencia, los uniformes y las numerosas reliquias de la guerra.

El Queen Mary sufrió varias modificaciones para emprender esa nueva misión militar. Despojándolo de sus elegantes vestiduras, fueron instaladas en su lugar literas y piezas de artillería de pequeño y mayor calibre, así como equipo antiaéreo. Su velocidad prometía ser un arma potencial de defensa.

En los tiempos más intensos de la Segunda Guerra Mundial constituyó un efectivo transporte de tropas, mérito memorable. En sólo un viaje transportó a 16,683 personas, entre tropas y tripulación, lo que se estima haya sido la mayor cantidad de personas a bordo de un buque a flote. Le nombraron el “Fantasma Gris”.

La tragedia también marcó su historia. Durante el mes de octubre de 1942, cumpliendo sus roles militares precisó de escolta, misión que le fue encargada al crucero antiaéreo RMS Curacoa. Durante la travesía hubo una colisión y alrededor de 300 personas perecieron. De este hecho parten algunas de sus leyendas.

Luego de la guerra, su reinicio como trasatlántico no fue muy próspero. El futuro luminoso del Queen Mary comenzó a empañarse con la crisis que -para estos años- afectó a las empresas navieras. Finalmente, en 1967, los representantes de la línea vendieron la nave en $3.45 millones a la ciudad de Long Beach.

Refugio de turistas y parejas

Entre el encanto de los matices verdes de la Na turaleza, del azul cielo y las transparentes aguas del litoral de Long Beach reposa hoy el Queen Mary.

Con una nueva modalidad de hotel-museo abrió sus puertas al público en 1971.

Hasta ahora, sus 365 legendarios camarotes siguen siendo el refugio de muchos turistas que buscan ese ambiente apacible. La elegancia de sus salones y sus espectaculares paisajes lo convierten en un escenario ideal para la unión nupcial de muchas parejas.

Numerosos huéspedes especiales y hombres de ne gocios encuentran también en sus salones la atmósfera ligera propicia para la celebración de los más im portantes eventos y conferencias.

Alternativas culinarias

Es todo un placer, además, disfrutar de sus alternativas culinarias. La mayoría de sus restaurantes goza de la distinción de Oro de la cocina continental. El Sir Winston’s es la combinación perfecta de elegancia y privacidad para degustar exquisitos platos, excelentes vinos y fabulosas vistas del litoral. Ideal para una velada romántica.

Con un estilo medio casual que no difiere de la calidad del servicio “Chelsea”, brinda una extensa variedad de frescos mariscos elaborados con su sello único.

Promenade Café es la opción para un desayuno, almuerzo o cena casual especializado en la cocina americana, generalmente el de más uso entre los hués pedes.

Para disfrutar de una velada, le espera el Bar Ob servatorio un sitio artísticamente hermoso que figura como el idóneo para relajarse, encontrar amigos y soñar.

El Champagne Sunday Brunch es ideal para un desayuno dominguero o un almuerzo en el salón de primera clase. Las carnes, pastas, salsas, ensaladas y hasta los más apetitosos postres figuran en el variado menú.

Pero, si acaso le atrae disfrutar de extravagantes destellos de luces artificiales, acompañado de música alegórica escoja el Queen Mary para festejar la próxima celebración de Despedida de Año. Desentrañe sus misterios

La creencia de apariciones misteriosas, voces sin rostros, destellos de luces, movimientos inusuales aún inexplicables forman parte de los fenómenos sobre naturales que suceden y han hecho de esta nave una leyenda. Se le conoce como el “Barco fantasma”.

Tan arraigada suele ser la creencia, que se ha instalado un Centro Paranormal de Investigación con un sitio en Internet y una red de cámaras fotográficas con el propósito de captar algunos de los supuestos fantasmas. Ghosts and Legends es una de las atracciones que despierta emociones en el público.

Muestra una dramatización de acontecimientos reales que sucedieron a bordo de la nave, a partir de los cuales han surgido extraños relatos de los que dicen ser testigos, incluso, algunos de los empleados del hotel.

Ghost Encounters Tour es otra de atracciones, en donde se revelan una serie de misterios, que incluyen un vídeo del investigador Peter James. Sus narraciones sobrecogen el ánimo y fomentan inquietud entre los espectadores porque temen ser testigos de apariciones o, simplemente, porque les da temor saber que están “coqueteando” con fantasmas, independientemente, de si los cuentos son reales o no.

¿Mito o realidad? Es la interrogante que asoma a nuestras mentes. El mejor modo de desentrañar los misterios es explorando cada rincón. No se conforme con anécdotas y relatos. Venga y sea testigo.

Fuente:

www.zonai.com/…