La que nos ha tocado vivir es una de las trascendentes etapas críticas en la larga, muy larga historia del hombre sobre la Tierra. Son enormes y prodigiosos los progresos alcanzados por la ciencia y la técnica. Los pensadores que hace apenas unos siglos bosquejaban imágenes del porvenir ni remotamente sospecharon la magnitud que alcanzaría el crecimiento y floración del ingenio humano. Sería muy difícil hacer un inventario que registrara con cierta exactitud las creaciones y las innovaciones tecnológicas que se han acumulado a lo largo de la historia humana. Pero si en los 30 siglos anteriores al año 2005 se patentaron un millón de inventos, en los 100 años del siglo XX probablemente se registraron 100 millones de patentesPor Vicente Oria Razo

Los hombres de ciencia han logrado controlar la disgregación e integración del núcleo atómico para obtener una energía millones de veces superior a la antes producida artificialmente. El hombre ha vencido la fuerza de la atracción terrestre para iniciar la conquista de las rutas cósmicas. Se están creando dispositivos cibernéticos como prolongación de nuestro cerebro, a la manera de como el martillo, el machete o la palanca son prolongación de nuestras manos.

Está en creación real la biónica, que representa una simbiosis del organismo vivo con el instrumental tecnológico. Son increíbles los avances de la ingeniería genética y de la microbiología. Ya los seres humanos utilizan una vasta escala de materiales y están a la orden del día proyectos asombrosos. Se desarrolla en toda su plenitud la llamada revolución científica y tecnológica.

En esa llamada revolución científica y tecnológica que se realiza en el mundo los mexicanos, en gran medida, sólo somos espectadores. No hemos logrado desarrollar una tecnología propia. Dependemos en alto grado de la proveniente del extranjero y especialmente de la que existe en un solo país. Esto es causa de varios problemas.

En las décadas pasadas se pagaron en promedio mil millones de pesos anuales por concepto de asistencia técnica extranjera. Se han invertido muchos millones de pesos por año en la adquisición tecnológica que en su mayor porcentaje va a dar a Estados Unidos. Mucha de esa tecnología es anticuada, no se adapta a nuestras necesidades y le impone a nuestra nación una dependencia negativa.

Los mexicanos no podemos permanecer al margen de la revolución científica y técnica que se realiza en el mundo. La subestimación de su importancia la tendríamos que pagar a un costo muy alto y probablemente no contaríamos con recursos para cubrirlo y nos condenaríamos a vivir indefinidamente como simples servidores manuales del extranjero. Necesitamos tener nuestra propia tecnología y un crecido número de científicos que constantemente la estén renovando y enriqueciendo. En estos tiempos de cambios acelerados la tecnología envejece en 10 años.

Nuestro problema es elevar el nivel de instrucción y capacitación del ser humano. El país demanda hombres de trabajo, con amplia capacidad, con adecuada formación profesional, para estar en condiciones de ser receptores de la tecnología moderna, adaptarla a nuestras necesidades y perfeccionarla. Requerimos gente que se oriente bien dentro de todo el proceso tecnológico de la producción. Personas poseedoras de los conocimientos fundamentales de la mecánica, la electrónica, la hidráulica, la tecnología química, la cibernética técnica, la informática aplicada, la organización y dirección científicas de la producción. Necesitamos muchos y muy buenos investigadores, pero todos con una visión humanística.

La instrucción y desarrollo de la capacidad práctica y creadora individual es el capital más preciado de nuestra población. Se ha calculado que los obreros con enseñanza de secundaria son más eficaces en un 108% que los que no tienen instrucción escolar y los especialistas con estudios superiores rinden un 300% más. También se sabe que la inversión en la investigación científica es muy productiva. Por cada peso invertido en investigación se obtienen, al aplicar los resultados, 25 pesos de rendimiento. Debemos crear los recursos humanos que hagan posible el desarrollo científico y tecnológico del país.

La voz de orden en la educación nacional es la de formar mexicanos cultos con una sólida capacidad científica y tecnológica. Mexicanos competitivos en la compleja sociedad de nuestra época, más grandes en su sabiduría, en su libertad y en su propia dignidad. Mexicanos más tolerantes, críticos y demandantes.

Fuente: www.ecosdelacosta.com.mx