Por estos días anda de plácemes la comunidad mundial de farmacólogos, pues ha conocido de la confirmación clínica de algo que desde hace tiempo sabía basado en las leyes de la física y la química.

A saber: la publicitada homeopatía parece carecer de todo efecto específico sobre la salud humana. Al menos, su acción no va mas allá de la que pueda ejercer una sustancia totalmente inocua sobre el funcionamiento del organismo, según demuestra un riguroso artículo publicado en la prestigiosa revista médica británica The Lancet.Por: Manuel Vázquez

Titulado “¿Son los efectos clínicos de la homeopatía solo efecto placebo?. Un estudio comparativo de ensayos clínicos controlados de homeopatía y alopatía contra placebo”, el texto concluye que “los efectos de la homeopatía observados en estudios controlados contra placebo, son compatibles con la hipótesis del efecto placebo”.

En resumen, de acuerdo con los autores – encabezados por el profesor Aijing Shang, del Departamento de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Berna, Suiza,-no es posible determinar para los remedios homeopáticos ningún resultado farmacológico real sobre un padecimiento específico.

La homeopatía, según los científicos, es un sistema de curación ideado por el médico alemán Samuel Hahnemann (1755-1843), influido fuertemente por las concepciones del monismo y el vitalismo.

Se basa en ideas de que los remedios pueden ser encontrados observando los síntomas que estos producen en sobredosis y aplicándolos en personas con dichos síntomas en cantidades altamente diluidas (Ley de Similares).

Hahnemann rechazaba las brutales prácticas médicas de su época que incluían el sangrado, las purgas, y la administración de drogas tóxicas (incluso vapores de mercurio).

En su investigación, que debería tener un impacto profundo en la práctica médica en numerosos países, Shang no efectuó un experimento aislado, sino que estudió con rigor estadístico 110 protocolos de investigación.

Estos comprendieron comparaciones entre placebo (sustancias inocuas sin efectos farmacológicos) y soluciones homeopáticas realizados en varios países, junto a análisis de igual número de ensayos clínicos de la medicina moderna convencional.

Las alteraciones de salud bajo escrutinio abarcaron desde infecciones respiratorias hasta la anestesiología, pasando además por especialidades quirúrgicas.Buscando solidez estadística los investigadores enfocaron su atención tanto en estudios pequeños de baja calidad científica, como en otros que involucraron a más personas y exhibieron una alta calidad.

En el segundo caso se evidenció la ausencia de indicios que apuntaran a una diferencia entre homeopatía y placebo, en tanto la medicina convencional mostró una importante capacidad curativa.

A la luz de otras investigaciones sobre las bases fisiológicas del efecto placebo puede darse una explicación racional a aquellos casos de efectividad clínica de la homeopatía, los cuales, por supuesto, no validan las ideas en las en que se basa esa práctica.

La historia es prolija en ejemplos sobre terapias eficaces basadas en ideas anticientíficas y razones equivocadas. Por ejemplo, en ciertas civilizaciones se solía perforar el cráneo de las personas con irresistibles dolores de cabeza para liberarlos de hipotéticos demonios causantes del mal.

Como resultado disminuía la excesiva presión intracraneal, proporcionando alivio momentáneo. No obstante, es evidente que el éxito de aquellas trepanaciones primitivas no probaba en lo absoluto la teoría de los demonios.

DEBATE INTERMINABLE

De hecho -aparte de las razones con que cuenta la ciencia moderna para descartar rigurosamente las supuestas bases de la homeopatía de Hahnemann-, las discusiones clínicas no son algo nuevo.

Como escribe en The Lancet el doctor Jan P. Vandenbroucke, del departamento de Epidemiología Clínica del Centro Médico de la Universidad de Leiden, Países Bajos, ya en 1846 el doctor inglés John Forbes comparó los efectos de la “joven” homeopatía con la medicina de la época.

Entonces encontró que para ciertas afecciones ambas aproximaciones clínicas eran igualmente efectivas.

Como él consideraba la bases de la práctica homeopática como un “ultraje a la razón humana”, y en consecuencia, descartaba toda acción curativa real de ese proceder, propuso que sus hallazgos debían conducir a un serio análisis acerca del valor de la medicina alopática de entonces.

¿LA ULTIMA PALABRA?

Pero The Lancet va ahora mucho más allá de la “simple” publicación del artículo de Shang. Dedica espacio además al ya referido comentario de Vandenbroucke, a glosar un inédito reporte de la OMS sobre el tema, y sobre todo, a un lapidario editorial que no deja margen a dudas sobre cual deberá ser -según la publicación- la posición de la Medicina mundial respecto a la homeopatía.

La revista resalta la actitud asumida en el 2000 por el Comité para la Ciencia y la Tecnología del Parlamento británico.

Ese año recomendó que “toda terapia que proclame ser efectiva para tratar una condición específica (de salud) debe mostrar evidencia de ser capaz de lograr ese supuesto resultado mas allá de lo que cabría esperarse por efecto placebo”.

“Ya ha pasado el tiempo -escribe The Lancet- para los análisis selectivos, reportes parcializados, o ulteriores inversiones en investigaciones que perpetúen el debate homeopatía vs alopatía. Ahora los doctores necesitan ser valientes y honestos con sus pacientes acerca de la falta de beneficio de la homeopatía”.

Se impone además retomar la actitud de Forbes y observar atentamente la estrecha relación existente entre los enfermos y los practicantes de la homeopatía a partir de similar confianza en el tratamiento, vínculo responsable del éxito clínico de esa terapia en casos de afecciones psicosomáticas.

A fin de cuentas, darle cada vez mas valor a la relación medico-paciente pudiera ser el mejor legado de las ideas de Hahnemann a la ciencia moderna.

Fuente: http://www.rcm.cu/trabajos/2005/octubre/25/homeopatia.htm