Según informa en su edición del 30 de marzo de 2005 la crónica de Jorge Muñoz en el Diario de Sevilla, el “curandero por la gracia de Dios” J. J. Lanza ha sido condenado a 16 meses de prisión y a una multa de 1.080 euros por un delito de intrusismo profesional y otro contra la salud pública.Este “curandero”, también conocido como el “apóstol de Parque Amate”, afirmó haber presenciado una aparición mariana en enero de 1995. Como no podía ser menos, en esta aparición le fue revelado el siguiente mensaje “Soy vuestra Santa Madre y este lugar ha sido elegido para abrir una puerta de luz al mundo; muchos milagros acaecerán en tus manos y un día te llamarán a declarar al tribunal de los hombres”. No le faltó razón a la Santa Madre en su última afirmación, sin duda.

Este individuo llegó a anunciar que disponía de una vacuna contra el cáncer, afirmando que había sido testada con altos porcentajes de eficacia en los hospitales universitarios de la capital hispalense. En la puerta de su domicilio, exhibía una placa en la que decía ser titulado en acupuntura e hipnosis.

Como suele suceder en estos casos, el condenado confirma su intención de seguir “imponiendo las manos”, ya que, según él, la juez no se lo ha prohibido expresamente. Incluso se atreve a esgrimir argumentos tan hilarantes como “Creo en la Justicia y si la juez me hubiese prohibido imponer las manos lo dejaría”.

Esta sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Sevilla es un paso adelante más contra los que, sin escrúpulos, se aprovechan del dolor ajeno. Pero queda mucho por hacer. Son muchos los individuos que siguen ofreciendo sus “servicios” para curar enfermedades, careciendo de los conocimientos, titulaciones y garantías que la legislación vigente -e incluso la honestidad- exigen. Los “productos” homeopáticos se venden cada día en más farmacias, las ofertas de productos y tratamientos milagro no decaen. Incluso alguna autodenominada sociedad de parapsicólogos ofrecía tiempo atrás en su página web, por el módico precio de un cuarto de millón de las antiguas pesetas, un aparato de “electro-magnetoterapia en alta frecuencia”(sic) con la capacidad de acelerar la cicatrización de fracturas y revigorizar (sic) las células; por veinte mil pesetas más se podía adquirir el mismo aparato para baja frecuencia con capacidad de oxigenar la sangre, regenerar los tejidos rápidamente y aliviar los dolores crónicos. No aliviaban, sin duda, el dolor que producían en la economía del comprador.

Vaya desde aquí mi apoyo al Juzgado que dicta la sentencia, y a todos los que en el futuro sigan avanzando en la erradicación de los “parásitos del dolor ajeno”.

http://razonesparadudar.blogspot.com/2005/03/paso-adelante-de-la-justicia-contra.html