El fin de semana del 17 y 18 de septiembre, en el Regente Palace Hotel de la ciudad de Buenos Aires, un centenar de curiosos de la ciencia y sus misterios tuvimos oportunidad de asistir a una fantástica demostración de que es posible crear un productivo ámbito de discusión del pensamiento crítico aplicado a las creencias mágicas, la pseudociencia y el fundamentalismo con humor, creatividad y sentido de la amistad.
Quiero mencionar aquí, brevemente, por qué me pareció un éxito la PRIMERA CONFERENCIA IBEROAMERICANA SOBRE PENSAMIENTO CRÍTICO.
El sábado, por dar un puñado de ejemplos, el matemático Richard Branham confrontó las precisiones de las ciencias de la Tierra con el Disparate Creacionista; el oncólogo Ernesto Gil Deza (cargándose tanto a las “medicinas alternativas” como a las “del sistema”) y el periodista Luis Alfonso Gámez (burlándose de las conspiraciones ficticias) transmitieron eficazmente cómo se puede honrar el pensamiento crítico en un contexto humorístico memorable; el psicólogo Gerardo Primero puso en su lugar al Psicoanálisis con toda la seriedad que el tema merece y sin necesidad de descalificaciones odiosas; finalmente, Merpin y Marduk, ambos ilusionistas de aquilatada trayectoria, demostraron (en una performance vertiginosa donde se mataron de risa hasta los norteamericanos), que no existe modo más claro de dar cátedra sobre Psicología de la Percepción que poner a prueba los sentidos del público recurriendo al ingenio, al humor y al más noble de los engaños, como lo son el mentalismo y la prestidigitación.

No pude asistir a las charlas del domingo, pero todos coincidieron en que las exposiciones tuvieron un altísimo nivel. Así, conversando con los sobrevivientes que seguían en un bar de última hora el animado monólogo de Luis Gámez (la más racional máquina humana de hablar, escuchar y soñar), supe que las conferencias del físico Celso Aldao, el escritor Pablo Capanna, el biólogo Mariano Moldes, el periodista Diego Zúñiga y el ingeniero Widson Porto Reis fueron excelentes demostraciones de transmisión del conocimiento en plan de divulgación popular.

¿Un recuerdo grato? Joe Nickell (el de la foto que encabeza este artículo) hablando sobre la necesidad de investigar toda clase de afirmaciones extraordinarias sin pronunciarse a priori. Y sobre la vez en que estudió el caso de una escultura de la virgen cuyo corazón –según los vecinos– latía. Ilustró el comentario con una foto donde él mismo aplica el estetoscopio sobre el pecho de la estatua que –a contrapelo de la tradición– parecía más excitada que triste, pese a las quejas de Hugo Estrella (seguro de conocer los motivos por los cuales una virgen de más de 2.000 años acostumbra llorar).

La ternura, el coraje y la paciencia que inspiran la imagen de Nickell auscultando lo improbable se traducen en una experiencia difícil olvidar: ese sentimiento híbrido de mística, pasión y empatía que debe acompañar a todo investigador en búsqueda de la verdad.

Del igual modo, será difícil olvidar que esos días de ensueño racional hubieran sido imposibles sin la irracional audacia de Alejandro Borgo, que hizo realidad un proyecto que parecía imposible.

Enhorabuena, Ale. Algo increíble parece estar por suceder.

Alejandro Agostinelli
Editor de Dios!

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