La vida secreta de
Henry Spencer Ashbee
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Henry Spencer Ashbee (1834-1900) parecía el prototipo del rico burgués británico de la época victoriana. Un pilar de la sociedad. Pero tenía una vida secreta. Muy secreta. En el corazón de Londres, en un apartamento sólo conocido por sus más íntimos –como el gran Richard Burton- amontonó a lo largo de cuarenta años la colección de libros eróticos más importantes del mundo. Y no sólo eso, sino que además dedicó décadas a describirlos en tres bibliografías clandestinas hoy casi inencontrables. Eran tiempos de intensa represión sexual y la publicación de libros considerados pornográficos estaba rigurosamente prohibido. Las actividades secretas de Ashbee, de ser conocidas, habría dado lugar a un escándalo de envergadura.
Ashbee tenía otras muchas facetas. Era viajero, exitoso hombre de negocios e hispanista especializado en Cervantes. Estuvo varias veces en España, donde adquirió numerosos libros eróticos además de ediciones del Quijote, consultando sus diarios privados, nunca examinados antes, Gibson –detective literario donde los haya- sigue sus aventuras por la piel de toro. En 1896 Ashbee fue elegido Miembro Correspondiente de la Real Academia Española por sus publicaciones sobre Cervantes. Se supone que los de la Docta Casa no estaban al corriente de su erotomanía.
Con todo, lo más apasionante del libro de Gibson, según ha señalado la crítica británica y norteamericana, es la tentativa de demostrar que Ashbee fue el autor de Mi vida secreta, el libro erótico más mítico (y más perseguido) del siglo XIX. Este nuevo título de Ian Gibson revela la cara oculta e hipócrita de un país que, bajo el reinado de Victoria, era el dueño de un imperio hoy pasado de moda

Esta es la interesante información contenida en la contraportada del reciente libro que compre, acerca del autor transcribo lo contenido en la solapa.“Ian Gibson (Dublín, 1939) es hispanista internacionalmente reconocido y, desde 1984, ciudadano español. Licenciado en Filosofía y Letras y doctor honoris causa por el Trinity College de su ciudad natal, desde 1962 hasta 1975 fue profesor de Literatura Española de la universidad de Belfast y Londres. Su primer libro, titulado La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca, fue publicado en París en 1971 e inmediatamente prohibida en España. En 1978 se traslado a Madrid, donde empezó a escribir una biografía de Federico García Lorca. Al mismo tiempo llevaba a cabo una intensa actividad periodística, televisiva y radiofónica dentro y fuera de nuestras fronteras (España). En 1991 se instalo en el municipio de El Valle, en Granada, donde sigue viviendo.

Este sugestivo libro, quisiera ponerlo a consideración de todos ustedes como la recomendación de Agosto, por varios motivos, para ello debo admitir que la compra de esta bella edición de ediciones B de grupo Z, fue producto de descubrirlo en una isla de descuentos de una tienda departamental mexicana y cuyo costo no sobrepaso a los 4.5 dólares, ya que estamos en las francas confesiones, a los que esta obra invita, lo primero que me llamo la atención fue el titulo, sobre todo porque me recordó una película erótica, no sé si inglesa, con el mismo nombre, con un actor cómico ingles, de eso si estoy seguro, que tiene o tenia, estoy hablando de una película muy vieja, la característica de una separación visible de sus dientes frontales, la cual solo la conocí por unos cortos, sin embargo, al leer la contraportada, comprendí que era una obra erudita, no una novela erótica, no obstante, la cubierta que protege el libro y que en estos momentos se me escapa el nombre adecuado, cubre un dibujo victoriano, me parece que el nombre correcto es litografía, que aparte de ser una bellísima ilustración, es de un elegante erotismo extremo.

Por lo primero que quisiera recomendarles la obra es tan solo por su prologo, a mí en lo particular los prólogos me cagan, pero este vale la pena, por la irrisoria cantidad de dinero que pague por el libro, la sola Introducción los vale. La información es increíble, por ejemplo:
Los de mi generación, todavía recuerdan con jolgorio el día en que, poco después del proceso de Lady Chartterley, creo, el escritor, crítico teatral y taurófilo Kenneth Tiñan, tipo irónico y jocoso donde lo hubiera, soltó por vez primera en la televisión publica inglesa, la BBC, la palabra fuck (joder), tan celebrada en la novela de Lawrence, que quería devolverle su dignidad. La nación casi se vino abajo, pues si <<joder>> tiene su consabida fuerza en español, su equivalente inglés, por haber sido proscrito durante casi siglo y medio, la tenía mucho más. Era, de hecho, el más prohibido de una lista de términos y tacos considerados poco menos que nefandos por los británicos <<bien pensantes>>
Otra cita que no puedo dejar de transcribir es la referente a su información o critica al siguiente libro:
Todas las angustias, prejuicios y presunciones sexuales de la época victoriana convergen en el cirujano genitourinario William Acton (1813-1875), autor del manual sobre “higiene sexual” más celebre de la época victoriana…
El cual informaba: “Yo diría que a la mayoría de las mujeres (y en una suerte para la sociedad) apenas les molestan el deseo sexual de ningún tipo. Lo que los hombres son habitualmente, las mujeres sólo lo son de manera excepcional”, a lo cual el autor comenta “ Como urólogo con muchísimos pacientes, Acton no puede desconocer que el clítoris es un órgano erógeno de gran sensibilidad (y por más señas eréctil). Pero le cuesta trabajo admitirlo. <<Me consta que en muchas mujeres no hay sensación alguna en el clítoris>>, escribe. El corolario es que en otras muchas mujeres si lo hay, y considerable. Pero Acton ya nos ha dicho que en las mujeres el deseo apenas les <<molesta>>
Pero lo que verdaderamente no tiene madre es lo siguiente:
La presunción principal sobre la cual descansa toda la argumentación de Acton relativa a la sexualidad masculina es que cualquier perdida excesiva de esperma- al que se refiere habitualmente como <<fuerza vital>>–es extremadamente peligrosa. Sólo hay cierta cantidad limitada del precioso líquido generativo, y si se utiliza en demasía, si se vierte excesivamente, las enfermedades, la locura y la ceguera son inevitables.
Entre las terribles consecuencias del exceso hay una condición inventada por los médicos. Sin base científica alguna, llamada espermatorrea. Acton la define así:<<Estado de enervación producida, por los menos principalmente, por la perdida del semen>>

Ja, ja, ja la ciencia al servicio del puritanismo victoriano. Pero lo que más me asombro fue la siguiente información sobre la practica de corrección de los estudiantes ingleses, que según el autor, tiene una consecuencia de adicción sadomasoquista que el protagonista de su biografía es un claro exponente:

En las dos primeras ediciones de las funciones y desordenes de los órganos reproductivos (1857,1858), Acton incluyó los azotes en el culo como potente causa de excitación sexual entre los jóvenes…Tal clase (la dirigente inglesa, las public scholls, la Royal Navy, ejercito, etc) no le hizo el menor caso. ¿Cómo se podía abolir en las escuelas el castigo de los azotes cuando éstos mismos se recomendaban una y otra vez en al Biblia? La abolición no llegaría, de hecho, hasta finales del siglo XX, ciento cincuenta años despu