A menos que un bebé nazca con la cabeza por delante y con la cara hacia el frente, muchas comunidades en el norte de Benin creen que el niño es brujo o hechicero. Una tradición demanda que esos infantes sean asesinados, alguna veces estrellando sus sesos contra un tronco de árbol.A los ojos de la gente de Baatonou, Boko y Peul, un niño cuyo nacimiento y desarrollo temprano se desvíe de cualquier forma de la norma aceptada es una maldición y debe ser destruido.

Si los padres son compasivos, el bebé simplemente es abandonado a morir en la maleza o a ser rescatado por algún alma caritatiba. “Los granjeros que van a los campos o algunas mujeres que van de camino al mercado regularmente encuentran y recogen bebitos abandonados y nos los traen a nosotros”, dijo Alexis Agbo, del Centro de Recepción y Ptrotección Infantil (CASE), un grupo local.

Pero si los parientes de un bebé “afectado” obedecen las demandas de la tradición, el infante es llevado a un “arreglador”. El ata una cuerda alrededor de los pies del bebé, camina alrededor de un árbol varias veces, y luego azota la cabeza del bebé contra el tronco. Alternativamente, el “arreglador” puede ahogar al bebé o envenenarlo para exorcisar la maldad que ha traído al mundo.

No se requiere de mucho para que un bebé sea sentenciado a morir de esta manera. Es suficiente con que el infante nazca con los pies por delante, o si sus primeros dientecitos aparezcan en su labio superior, de cualquier manera es igualmente condenado.

Si por alguna causa un bebé se llega a salvar de la muerte, al crecer su vida es atormentada por los mismos aldeanos si su familia o la aldea se ve afectada por cualquier infortunio, ya que ellos creen que es su culpa. Además que viven siempre con un sentimiento de culpa y constantemente están en peligro de ser ahorcados.

Desafortunadamente este tipo de prácticas inhumanas está muy lejos de desaparecer todavía.

Fuente: www.mg.co.za