La acupuntura, cuyas raíces surgen de una tradición de 3.000 años envuelta en los conceptos de yin y yang, meridianos y chi (energía), debe esforzarse para demostrar que tiene validez científica. Pero George Lewith, investigador de la Universidad de Southampton, Inglaterra, que ha investigado la técnica durante 25 años, tiene evidencia de que sí posee tal validez.En 2004 mostró que la verdadera acupuntura tiene una ventaja estadísticamente significativa frente a la acupuntura falsa o fingida en el tratamiento del dolor de cuello causado por artritis. Ahora trata de demostrar por qué.

Desde hace una década se tiene conocimiento de que el mero hecho de anticipar que se va a recibir un tratamiento de acupuntura tiene un efecto sobre ciertas áreas del cerebro que liberan sustancias químicas denominadas endorfinas. Estas son opiáceos naturales involucrados en la supresión del dolor, y se cree que esta respuesta, que se basa en la anticipación, es responsable del efecto placebo _el hecho de que sólo creer que un tratamiento ayudará se traduce en que éste realmente ayuda.

Lo que el doctor Lewith acaba de mostrar en un informe recientemente publicado en NeuroImage es que inducir un efecto placebo con la acupuntura tiene un efecto sobre el cerebro distinto del generado al recibir realmente un tratamiento de acupuntura.

Lewith y sus colegas estudiaron a 14 pacientes que sufrían de artritis. Cada uno fue sometido, aleatoriamente, a tres tratamientos. Uno de los tratamientos consistía en ser punturado con agujas sin filo. Los pacientes sabían de antemano que esto no tenía valor terapéutico y sólo servía para fijar los parámetros iniciales. En otro tratamiento, los pacientes creían que estaban recibiendo acupuntura, pero en realidad eran tocados con agujas falsas que se replegaban dentro de sus mangos _algo parecido a los puñales que se usan en teatro, de hoja retráctil. El tercer tipo de tratamiento era acupuntura verdadera.

Durante todo el proceso, los cerebros de los pacientes eran sometidos a una exploración con escáner mediante una técnica denominada tomografía de emisión de positrones, que mide el flujo sanguíneo.

En el transcurso de la primera fase de tratamiento, la parte del cerebro que mostraba un mayor incremento en el flujo de la sangre (y, por lo tanto, se asumía, en la actividad) era el área asociada con la sensación del tacto. En la segunda, se registró mayor actividad en las áreas responsables de la liberación de endorfinas.

Pero durante el tercer tipo de tratamiento, una zona llamada insula ipsilateral también se activó. No se trata de una parte del cerebro rica en endorfinas; no obstante, se cree que participa en la inhibición del dolor. Por lo tanto, Lewith demostró por primera vez que los efectos neurológicos de la acupuntura van más allá del efecto placebo.

Ese no fue el caso, sin embargo, en un segundo estudio publicado en mayo en el Journal of the American Medical Association. Klaus Linde, de la Universidad Técnica de Munich, en Alemania, investigaba el efecto de la acupuntura sobre la migraña. El también utilizó agujas falsas y reales, aunque no realizó las exploraciones del cerebro. La acupuntura efectivamente redujo la frecuencia de los dolores de cabeza en las personas que recibieron tratamiento, en comparación con las que no fueron tratadas.

Pero el resultado no fue mejor que el obtenido por tratamientos fingidos, por lo que la acupuntura parecía actuar como si fuera un simple efecto placebo. Se trata de una técnica útil, entonces, aunque no de una panacea.

Traducción: José Peralta

Fuente: http://www.eluniversal.com/2005/07/12/ten_art_12406C.shtml