Harry Houdini (1874 – 1926), ilusionista estadounidense de origen judío nacido en Budapest, Hungría, de verdadero nombre Ehrich Weiss. Emigrado con sus padres a Estados Unidos, se establecieron en Appleton, Wisconsin. Adoptó el nombre artístico de Houdini en honor al mago francés Robert-Houdin. Si bien empezó como trapecista en 1882, pronto se especializó como mago en la modalidad de escapismo en las más difíciles condiciones, mediante a una gran resistencia física que adquirió con una gran preparación en el gimnasio.
Adquirió asimismo una gran erudición en historia de la magia y llegó a acumular una formidable biblioteca especializada en la materia que legó a la Biblioteca del Congreso de Washington. Afirmaba que la magia era solamente ilusión explicable por trucos y sugestión y, al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo poder contactar con difuntos del otro mundo que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums, reproduciendo y denunciando sus trucos y publicando artículos en revistas sobre sus trucos y la psicología del engaño.
Concebía la magia como un espectáculo en sí misma y demostró gran habilidad para liberarse del interior de cajas fuertes arrojadas al mar, de camisas de fuerza colgado boca abajo de rascacielos, y de toda suerte de esposas, cuerdas, baúles cerrados con candados y cadenas de cualquier tipo. Conseguía salir porque todos esos recipientes estaban diseñados para no poderse abrir solamente desde afuera.
Siempre afirmó que la magia era solamente trucos explicables y, antes de morir, preparó una prueba definitiva contra su aborrecido espiritismo. Creó un código que comunicaría a su mujer si le era posible en el plazo de diez años tras su muerte. Pero nunca ningún medium consiguió comunicarle el código correcto. Entre sus obras se cuenta The Unmasking of Robert-Houdin (El desenmascaramiento de Robert-Houdin, 1908), Los milagreros y sus métodos (1920) y Un mago entre los espíritus (1924). En 1954 se publicó una selección de sus escritos, Houdini on Magic (Houdini habla sobre la magia).
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Harry Houdini es de los personajes emblemáticos en el mundo del espectáculo sobre todo del ilusionismo, este prodigioso artista el ilusionismo, extraordinario atleta, excelente actor y gran publicista también tiene un lugar preponderante en el mundo de la filosofía escéptica, como acaban de leer, por su feroz persecución de los estafadores que usaban el llamado espiritismo para engañar a las pobres almas en pena… de las personas que perdían un familiar En su época era una religión con miles de seguidores y verdaderamente a una escala que solo podríamos catalogar de histérica.
No es de extrañar que magos famosos como James Randi y Penn & Teller sean personas especialistas en desenmascarar fraudes, tienen un mentor que seguir y una tradición que preservar, aparte de que son las personas mejor preparadas del mundo para ello, ya que viven de embaucarnos. En el medio del espectáculo de la magia existe una máxima que dice “entre más inteligente seas, es más fácil engañarte”, aterrador ¿no creen?, pero bueno, creo que me estoy desviando del mensaje que quiero dar y para lo cual cite a este simbólico personaje y es que quisiera invitarlos a que valoren el más grande acto que efectuó Houdini, y que no fue su mayor escape, o ofrendar su vida por cumplir aquello “del espectáculo debe continuar” o su loable labor de revelar los fraudes de los estafadores del espiritismo, sino, por favor, pongan atención a este párrafo que leyeron anteriormente: al morir su madre, quedó tan afectado por quienes explotaban la credulidad de la gente diciendo poder contactar con difuntos del otro mundo que consagró su vida a desenmascarar a los falsos mediums lo valiosos de su cruzada, no es su “venganza” personal contra los que pretendieron engañarlo, sino, que no obstante el gran deseo que tenía de comunicarse con su querida Madre, no cayo, en lo que le ocurre a la mayoría de los seres humanos, la autocomplacencia de aceptar sin cuestionar lo que quieres tú mismo creer para consolarte, ese es el gran merito de Houdini, no obstante que le estaban ofreciendo un placebo para calmar su dolor, no lo acepto sin cuestionarlo, eso es lo que deberíamos aprender primero los seres humanos, en desconfiar, no tanto en las ilusiones, filosofías, supuestos hechos, etc, que nos pretender venden, sino, en nuestros propios sentimientos con respecto a ello.
El desconocimiento de nuestra propia naturaleza nos hace presa fácil de nuestro propio gusto de creer en lo que nos agrada, apasiona, sorprende, emociona, excita, provoca, cautiva, embelesa, en fin toda la gama de “sentimientos” que nublan nuestro sentido de la más elemental lógica, un ejemplo: Vemos a una persona desesperada tratando de abrir un auto, la mayoría de las personas ignorara y pasara de largo, pero un porcentaje que va de un 10 a un 25% se solidarizara con la persona y después de una ligera introducción donde la persona les explica que se le olvidaron las llaves adentro, les ayuda a abrir el auto, después de agradecérselo el LADRON se va con lo que esta adentro del auto. Así es la naturaleza humana, yo siempre he trabajado en el área de producción en la industria, y siempre me había costado hacerles entender a la s personas de calidad que las defectos que ni los operadores ni los inspectores detectaban era por que estos problemas eran nuevos o de poca ocurrencia y por ende las personas no podían detectarlos debido a que eran humanos y por ello esos errores eran invisibles, me tachaban de loco y hasta que les hice un pequeño truco de magia para explicarles esto, cuando comíamos sentados e en una mesa tomaba el salero y trataba en un caricaturesco gesto de pasarlo a través de la mesa a la vista de todos, dado la evidente (en más de un sentido) imposibilidad de que el salero pase a través de la tabla de la mesa les decía como excusa:
-Es que le avergüenza que lo vean- y tomaba una servilleta y cubría el salero dándole la forma del salero, o sea, rodeaba desde arriba con la servilleta de papel el salero y esta tomaba la forma del tablero y volvía a hacer la pantomima de tratar de pasar el salero tapado a través de la tabla de la mesa y como comprenderán, volvía a fallar, entonces atraía hacia mi el salero y enfocaba la vista en el lugar de la mesa que trataba de pasar el tablero, todas las personas, sobre todo los de calidad, entre extrañadas, curiosas y burlonas fijaban su vista en el lugar donde yo estaba viendo y me preguntaba , también extrañado, pero en otro sentido:
-¿Por qué no pasaba el salero? -Y veía fijamente ese punto determinado, entonces volvía a poner el salero tapado en la mesa y fingindo estar muy enojado daba una violenta palmada aplastando la servilleta y el salero que estaba debajo, y el salero desaparecía, entonces todo mundo se sorprendía y levantaban la servilleta aplastada buscando el salero, y me preguntaban extrañados como había hecho el truco, y entonces les mostraba que cuando atraje hacía mí el salero envuelto en la servilleta lo deje caer en mi regazo,(entre mis piernas) como no había ruido y como la servilleta de papel conserva la forma del salero no se dan cuenta que ya lo deje caer cerca de la orilla de la mesa, pero sobre todo porque les “enfoco” la atención en el punto en el que trato de supuestamente pasar el salero, con esto les demostraba que para un operador o inspector, era muy difícil detectar un defecto nuevo o de poca incidencia porque ellos estaban enfocados en encontrar los defectos que les eran conocidos o eran regulares, los nuevos no los detectan.
Este es otro ejemplo que estamos más que predispuestos a ser engañados, pero sobre todo por nosotros mismos, por ello cuando argumentemos a favor de algo preguntémonos si no son nuestros deseos los que están apuntalando nuestro supuesto razonam
iento.
Saludos.