“El Respi”, como era conocido en su natal Coyhaique, ha pasado 150 días aislado, con un pequeño televisor, leyendo un libro de J.J. Benítez y hablando rara vez del crimen. Sólo los fuertes medicamentos que le suministran sus siquiatras paralizaron sus alucinaciones con Satán.Antes coleccionaba cuernos de chivo, sacrificaba animales y colgaba cruces al revés, y ahora juega a las damas con el gendarme que lo custodia. Rodrigo Orias está cambiado. Desde que toma a diario sus médicamentos para su esquizofrenia paranoide ya no tiene alucinaciones con el demonio ni voces que le susurran al oído, como cuando asesinó al sacerdote Faustino Gazziero en plena misa en la Catedral Metropolitana.

El lunes, la Corte de Apelaciones confirmó su sobreseimiento definitivo en el caso. Orias fue informado por los gendarmes del hospital de la Penitenciaría que su proceso terminó. Hasta ese día el homicida de Gazziero estaba seguro de que pasaría el resto de su vida en esa pequeña pieza donde permanece aislado hace cinco meses.

Pensaba que el ir y venir de su expediente entre el Tercer Juzgado del Crimen de Santiago, que investigó la causa, y la Corte, donde se analizó su sobreseimiento, era una señal certera de una condena perpetua. Pero fue declarado inimputable penalmente, y en los próximos días será trasladado a Putaendo, donde lo internarán en un centro siquiátrico. Atrás quedaron sus días en Coyhaique, desde donde llegó a Santiago especialmente para asesinar a un sacerdote y en una iglesia. Un rito satánico que planificó cuidadosamente antes de perpetrarlo.

Cinco meses después, Orias (25 años) habla poco del crimen. En su dormitorio tiene un diminuto televisor que usa de vez en cuando. Los médicos intentan que no tenga ningún contacto con episodios de violencia, pese a que las alucinaciones están controladas.

Su rehabilitación comenzará recién en Putaendo, cuando Gendarmería lo traslade, probablemente, la próxima semana. Carmen Gloria Arroyo, su abogada, está en las últimas conversaciones con la Iglesia Católica, institución que no seguirá adelante el juicio. “Rodrigo ha pasado cinco meses aislado y necesita un tratamiento médico que lo reinserte en la sociedad. Eso lo encontrará en Putaendo, donde podrá realizar actividades recreativas y tener contacto con más personas”.

En su encierro, Orias ha pasado momentos duros. Tras el crimen tuvo una fuerte depresión. Pero hoy está más tranquilo. Sus padres y hermanos viajan de Coyhaique para verlo. También tiene contacto con un amigo y con parte de su familia que vive en Santiago.

“Caballo de Troya”, de J.J. Benítez, es el último libro que se le vio sobre su velador.

La voz de Satán

La tarde del 24 de julio Rodrigo Orias, alias “El Respi”, entró a la catedral. En el altar estaba Gazziero, un sacerdote de origen italiano que hace 30 años vivía en Chile, oficiando la misma que cada sábado celebraba a las 17.30 en punto.

Orias escuchó hablar a su víctima. Esperó que terminara la misa y, cuando Gazziero abandonaba el altar y caminaba rumbo a la sacristía con el cáliz en sus manos, su homicida se acercó y le enterró un puñal que había comprado especialmente para cometer el crimen. Cuando terminó, dio vuela el cuchillo y lo enterró en su propia garganta. “¡Te voy a matar! ¡Eres Satanás!, gritaba por los pasillos de la catedral.

Los asistentes a la misa presenciaron la macabra escena. Oyeron el grito del sacerdote y corrieron a socorrerlo. Pera ya era tarde. Gazziero estaba muerto y Orias con su cuello empapado en sangre.

Cinco días después del crimen declaró ante la justicia. Dijo que cuando en Coyhaique trabajaba como técnico agrícola, comenzó a leer libros sobre Dios y Satán y conoció lo que llamó el camino de la verdad negra y oculta.

Orias aseguró que Satán le pidió una misión especial, que tenía que hacer “algo grande”, según le contó a “El Peste”, un amigo que visitó en Talcahuano pocos días antes de cometer el crimen. “Después de una semana (en Santiago), comencé a recorrer diferentes iglesias (…) Elegí la iglesia a la cual me iba a meter, ya que la consideraba la más grande, la más importante. No estoy arrepentido de lo que hice, porque yo lo busqué, yo lo elegí”.

“El Respi” le dijo a la jueza que no estaba loco, pero el veredicto indicó lo contrario: que definitivamente no era imputable.

Cronología

El caso

2004
Julio
23 En el dormitorio que arrendó en calle García Reyes, en la comuna de Santiago, Rodrigo Orias cumplió un ritual satánico con sábanas negras y un pentagrama. Paralelamente, Faustino Gazziero recordó a sus alumnos que ese día era el de Santiago Apóstol, a quien catalogó como un mártir por morir degollado.
24 Rodrigo Orias esperó que Gazziero terminara la misa en la Catedral Metropolitana para clavarle dos puñaladas. Luego se enterró el cuchillo en su garganta.
27 El sacerdote es sepultado en el Cementerio Católico en una multitudinaria ceremonia que presidió el cardenal Francisco Javier Errázuriz. La policía encontró una carta de Orias dirigida a Satán: “Tú, que bautizas de odio, maldad y lujuria a nuestros progenitores, satanismo es puro (…) Rechazo a lo que se llama cristianismo”.
29 “El Respi” declaró ante la jueza Verónica Sabaj, mientras se recuperaba de sus heridas. “No quería que quedara vivo”, le dijo.
31 Orias es procesado como autor del homicidio calificado. En su confesión, dijo que escogió a su víctima al azar, que conversaba con Satán, que no estaba loco y que no pertenecía a una secta.

Agosto
7 Los test realizados en el Servicio Médico Legal indicaron que sufría de una patología delirante.
26 El Tercer Juzgado del Crimen realizó una reconstitución de escena del crimen.

Diciembre
20 En votación unánime, la Séptima Sala de la Corte de Apelaciones confirmó el sobreseimiento que en septiembre dictó la jueza Verónica Sabaj.