Las caras de Bélmez son un fraude, según un manifiesto suscrito por 250 científicos españoles. Los firmantes niegan el misterio y ponen en entredicho la credibilidad de Pedro Amorós, presidente de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP). Amorós es el principal valedor del enigma desde la muerte en febrero de María Gómez Cámara, la dueña de la casa de Bélmez de la Moraleda (Jaén) en cuyo suelo de cemento aparecen figuras desde 1971.«Nos parecía increíble que se considerase el mayor misterio de la historia de la parapsicología española», dice Vicente Prieto. Él y Óscar Sánchez dirigen ‘El Escéptico Digital’, el boletín electrónico en el que una docena de autores desmonta el enigma. El escritor Mauricio-José Schwarz tuvo la idea de difundir el ‘dossier’, acompañado de un manifiesto en el que se pide a los medios que contrasten la información sobre sucesos paranormales.

Después de décadas arrinconado en la prensa esotérica, el misterio resucitó tras el fallecimiento de María Gómez Cámara. Oleadas de turistas llegaron a Bélmez al reclamo de programas de radio y televisión llenos de fantasmas, que se emitían desde la localidad. La alcaldesa, María Rodríguez, anunció que iba a convertir la casa en un centro de interpretación; pero el precio del inmueble se disparó.

Los miembros de la SEIP certificaron la persistencia de las caras y, en septiembre, la aparición de otras nuevas en la casa natal de la fallecida. Schwarz cree que las figuras simplemente se mudaron a una casa más barata, haciendo posibles los sueños de la regidora y dando una «válvula de escape a un pueblo económicamente deprimido» en el que el turismo paranormal es agua de mayo.

El parapsicólogo Francisco Máñez acusó entonces a la SEIP de fraude: «A Pedro Fernández y Pedro Amorós les enseñé un método para fabricar falsas ‘teleplastias’, lo usaron y obtuvieron lo que se esperaba». Se empapa el suelo de cemento con agua y aceite, se deja secar y después se remarcan los contornos que pueden semejar figuras. «Hay muchas maneras de hacerlas, pero esto garantiza su pervivencia», asegura Fernando L. Frías, uno de los autores del informe y miembro de ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico (www.arp-sapc.org).

Amorós admite que su grupo limpió el suelo de la nueva casa con un balde con 2 litros de aceite y 20 de agua. «Lo hidratamos para que destacara algo que estaba ahí, pero no dibujamos nada». La SEIP defiende la autenticidad de las viejas caras y afirma que la investigación de las nuevas está abierta. Frías y Schwarz creen que todo empezó como una broma entre vecinas a partir de una mancha de grasa y, con el paso del tiempo, se sumaron diferentes pintores. «Basta un suelo de cemento, agua y aceite», dicen.

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