Caridad, luego de invocar a los espíritus, miró a los ojos de su cliente y le dijo que tenía que poner atención a “los fogonazos de la memoria” porque le vaticinarían momentos futuros. “Son presentimientos, me dicen los espíritus. Y te ayudarán”, le explicó, refiriéndose al deja vu, ese fenómeno que deja a la gente la sensación de que ya ha vivido algo. Caridad es una cubana dedicada a la santería.


Caridad no da vueltas para explicar de qué se trata esa sensación aterradora que le sucede a las dos terceras partes de la humanidad por una fracción de segundo, y que nos enfrenta a un hecho que parecemos recordar, pero sin saber nunca cómo ni cuándo: “Son anuncios del más allá”.


Pero Marcelo Viggiano, argentino especializado en Feng Shui y estudioso del Oriente, dice que esos ‘fogonazos’ no tienen nada que ver con espíritus que susurran al oído. “Todo es cíclico, y una de las teorías más difundidas dice que con el deja vu uno vuelve a vivir lo que ya ha vivido”. Se refiere a la teoría de la reencarnación, presente en decenas de religiones y creencias.

Alan Brown, profesor de psicología de la Southern Methodist University de Dallas (Estados Unidos), piensa distinto. Él se dedicó a estudiar por completo este fenómeno efímero que deja en la gente la sensación de que algo importante les sucedió, y asegura que puede estudiarse científicamente.

El deja vu, una expresión que acuñó Emile Boirac a principios de este siglo, es, según el Diccionario de los escépticos, de Robert Todd, un término francés que traduce ‘ya visto’.


En La experiencia del ‘deja vu’: ensayos en psicología cognitiva, Brown agrupa el fenómeno en cuatro teorías: la primera es la del doble procesamiento, según la cual la memoria tiene un canal que recupera la información y otro de ‘familiaridad’; es en el segundo donde se produce el deja vu, y no en el de recuperación de información, por eso no se recuerda cómo pasan las cosas; la segunda es la neurológica, que se apoya en las experiencias de los epilépticos que lo experimentan antes de sus ataques: los investigadores encontraron que se pueden provocar experiencias de deja vu si se estimula el cerebro con pequeñas descargas eléctricas.

Las otras dos teorías son las más conocidas: que el fenómeno lo provoca algo que en realidad hemos visto o imaginado antes en la vida real, o en una película, un libro e incluso un sueño, y que se cuela en el presente. Y la última es la hipótesis de la doble percepción, que asegura que en nuestro proceso normal de percepción de la realidad a veces se produce una breve interrupción -o lapsus- que hace que algo aparezca como conocido cuando en realidad no lo es.

Claro que a Brown se le olvidó una explicación más: que el deja vu está ligado a un futuro no vivido, o a un pasado en otra vida. La explicación es la menos científica, pero la más arraigada entre la gente.

Eso, para un psicólogo clínico como Germán Pardo, puede llamarse precognición. “Cuando no entendemos lo que vivimos le buscamos una explicación coherente”, dice.

También él tiene varias teorías sobre un fenómeno común que algunos viven con pánico, pero lo suyo son los términos psicológicos en los que cuenta la forma en que lo vivido nos afecta: “Cuando nos ocurre, nos damos cuenta de que estamos vivos, y eso estimula la conciencia del presente. Muchos dicen que son situaciones actuales, pero vistas con los ojos del pasado, un pasado que está determinado por la forma en que lo vivimos.

“Si a eso se le suma un color, un gesto, un movimiento, la persona confunde la situación. Y ni siquiera tiene que ser un recuerdo impactante, sino vagamente familiar”.

La teoría más compleja argumenta que hay momentos en los que las personas saltan la barrera del tiempo, y se acogen a la teoría de la relatividad del tiempo formulada por Einstein: van atrás y adelante en su propia historia.

Para Brown, las personas progresistas experimentan el deja vu mucho más que los conservadores; el fenómeno disminuye con la edad y sucede en momentos ordinarios, no en circunstancias excepcionales, y sobre todo cuando uno está cansado.

También concluye que los que tienen educación avanzada lo experimentan más.

Hasta la lírica lo define. El poeta Nathaniel Hawthorne lo llama un “extraño sentimiento que nos hace recordar caprichosamente una escena que sucedió antes, de la cual lo que está ocurriendo en el momento no parece ser más que un eco o un duplicado”.

ENRIQUE PATIÑO
Redactor de EL TIEMPO
Fuente: http://www.terra.com.co/tecnologia/ciencia/10-10-2004/nota202008.html