Por Karl Sabbagh

La medicina alternativa comparte mucho con lo paranormal. Primero, existe muchas veces un deseo de creer en las terapias y los practicantes de la medicina alternativa, así como hay un deseo de creer en lo paranormal. Segundo, frecuentemente es difícil diferenciar entre una terapia alternativa y una afirmación paranormal. La astrología, la quiromancia, la frenología, y la cirugía psíquica todas se presentan en apariencia de las terapias alternativas y se manifiestan lado a lado con la osteopatía, la acupuntura, y la homeopatía, todas pidiendo que sean creídas por razones que no tienen nada que ver con los resultados de ninguna investigación.

¿Pero por qué mucha gente cree en la efectividad de la medicina alternativa? Al discutir esta pregunta, estaremos explorando las disciplinas científicas de la psicología, fisiología, y antropología – y credulidad.

La pregunta puede ser dividida en dos elementos más: ¿Cómo es que la medicina alternativa funciona cuando funciona? Y ¿Por qué mucha gente cree en ella cuando no funciona?

He usado la palabra psicopatología en el título porque en mi diccionario, uno de los significados de la palabra es “un estudio de las funciones mentales bajo condiciones traídas por desorden o enfermedad”. Algunos de mis análisis tratan con las funciones mentales de la gente cuando buscan ayuda por algún desorden o enfermedad; y yo creo que ellos piensan patológicamente, como lo sugeriré después.

Cuando digo que la medicina alternativa algunas veces funciona, me refiero a que todos los días la gente se siente mejor después de algún tratamiento alternativo u otro. La pregunta es ¿por qué se sienten mejor? ¿Es una mejoría genuina en su condición física debido al efecto específico del tratamiento, como los practicantes lo afirman? ¿O es por muchas más complejas razones que tienen que ver con la psicología humana, percepciones de teoría probabilística, los enlaces fisiológicos entre mente y cuerpo, y la variabilidad natural de la enfermedad? Examinando la medicina alternativa sugeriré que, cuando funciona, funciona por ninguna de las razones dadas por los practicantes mismos.

Algunos de los ejemplos más dramáticos y convincentes de “curas” por medicina alternativa vienen cuando gente con innegables enfermedades físicas serias se mejoran mientras se someten a alguna terapia alternativa. ¿Qué otra explicación podría haber, particularmente si la medicina convencional parece ser solo de un éxito limitado?

Unos años atrás, un investigador de cáncer Americano presentó un análisis convincente de este nada inusual evento. Emil J. Freireich, del M. D. Anderson Hospital en Houston, Texas, ofrece lo que el llama el “Plan Experimental Freireich”, que le permite a cualquiera establecerse como un terapeuta y está “garantizado en producir resultados benéficos”. Aunque es un análisis irónico, yo creo que el plan de Freireich nos dice mucho sobre cómo puede suceder una impresión de efectividad en la medicina alternativa.

Hay dos requerimientos esenciales. El primero es un tratamiento de algún tipo; no importa qué. Puede ser alguna forma de psicoterapia o un procedimiento físico realmente impresionante, algún tipo de frotación o movimientos de manos o un aparato mecánico de algún tipo, o la administración de alguna sustancia, una droga, una planta, una química. El segundo requerimiento es que cualquiera que sea el tratamiento que escojas debe ser absolutamente inocuo.

Comenzando de estas dos condiciones, Freireich muestra cómo casi cualquier terapia alternativa puede llevar a una situación donde cualquier resultado puede ser interpretado como una confirmación de su éxito. El factor clave en su análisis es la variabilidad natural de todas las enfermedades. […] Freireich señala que cada enfermedad, aguda o crónica, tiene periodos importantes de remisión […]. En esos momentos, un paciente se siente mejor de lo que se había sentido por algún tiempo, y de hecho está físicamente mejor, por todas las mediciones objetivas. Esto es verdad aún si hay una inexorable tendencia de bajada, y es aún más cierto, claro, en el caso de las enfermedades que no son potencialmente fatales. “No existe una enfermedad que yo conozca”, dice Freireich, “donde la progresión inevitable y continua sea la característica universal”. En base de estas observaciones, Freireich ha divisado un itinerario para el terapeuta alternativo en desarrollo. La primera regla es que el tratamiento deberá solo ser aplicado al paciente después de un periodo cuando se ha estado sintiendo progresivamente peor. Si aplicas el tratamiento durante una de las mejorías y el paciente continúa mejorando, siempre podrá decir que se hubiera sentido mejor de todas formas. Si el tratamiento es aplicado cuando el paciente se está poniendo peor, cuatro posibilidades podrían suceder. Primero, el paciente podría comenzar a mejorar. La variabilidad natural se asegurará de que esta posibilidad esté siempre presente. Si esto sucede, inmediatamente “prueba” que el tratamiento es efectivo. La segunda cosa que puede suceder es que la enfermedad permanezca estable. Esto también “prueba” que el tratamiento está funcionando, porque ha detenido la enfermedad. Lo que se necesita ahora, dice Freireich, es la aplicación del tratamiento a una dosis más alta, o por un periodo más largo. Claro que eso no causará ningún daño, porque el tratamiento es inocuo. Una tercera posibilidad es que el paciente continúa empeorando. Sin embargo, un practicante no debe desilusionarse por esto, aunque el paciente lo haga, porque esto puede ser tomado como que es señal de que la dosis fue inadecuada y debe aumentarse, o que el tratamiento no se ha estado tomando el tiempo suficiente. El cuarto, y más triste, resultado es que el paciente muera. Incluso en este caso, el buen practicante alternativo no debe aceptar la derrota. La muerte es una indicación de que el tratamiento fue retrasado demasiado y se aplicó demasiado tarde – “si solo hubiera venido a mí antes”. Esto significa que el caso no necesita ser incluido en el análisis total de los resultados.

Hasta ahora todo bien. Si tu eres un terapeuta que sigue el Plan Experimental Freireich y lo has aplicado a un número de pacientes, ya debes tener algunos éxitos – los que comenzaron a mejorar. Pero todavía tienes un número de pacientes que se quedaron igual o continúan poniéndose peor, a quienes continúas tratando.

Es tiempo ya de seguir con la fase 2. Aquí tienes que tratar a los pacientes que restan en la misma forma que trataste a los pacientes en la fase 1 – aplicando tu terapia solo cuando han empeorado. Habrá algunos éxitos más, y habrá algunos pacientes que necesiten continuar con tratamientos más intensivos. Mientras aplicas estos procedimientos paso a paso, terminarás con dos grupos de pacientes – los que han mostrado mejoría objetiva (aparentemente gracias a tu tratamiento) y aquellos que están muertos, que puede ser excluidos del estudio porque, a pesar de todos tus esfuerzos, su llegada tardía significa que estaban más allá de la salvación.

Existe una tercera y más ingeniosa etapa que ayuda a confirmar la efectividad del tratamiento entre aquellos pacientes que están mostrando mejoría. Una vez que el paciente mejore, tú deberás reducir la dosis. Esto produce entonces dos posibles resultados: (1) El paciente continúa mostrando mejoría, lo que prueba qué tan efectivo era el tratamiento. (2) El paciente se estabiliza y deja de mejorar o hasta comienza a empeorar otra vez. Esto también es prueba de la efectividad del tratamiento, porque reduciendo el tratamiento obviamente ha hecho activa a la enfermedad nuevamente, “probando” que el tratamiento era el responsable por el mejoramiento anterior. De hecho, es un principio bien conocido de la homeopatía que cuando aplicas un remedio el paciente algunas veces empeora y esto es una prueba de que el remedio es simplemente correcto para la condición y el paciente que estás tratando.

En realidad hay un propósito serio detrás del análisis de Freireich. Primero, mucho de esto suena verdadero como una explicación de las relaciones entre pacientes, doctores y sus enfermedades. Pero también remarca un punto que es un componente importante en la forma en que percibimos los tratamientos para las enfermedades – la tendencia en todos nosotros de atribuir causa y efecto donde no existe. No hay duda que muchas enfermedadesactúan de la manera que Freireich describe, y no hay duda en mi mente que la variabilidad natural lleva a la medicina alternativa a obtener crédito por resultados que hubieran ocurrido de cualquier forma. Para cualquiera que ha leído u observado la medicina alternativa en funcionamiento, el Plan Experimental Freireich parece sonar bastante verdadero. El análisis de Freireich se aplica a condiciones donde hay una impresión de causa y efecto entre el tratamiento y la enfermedad pero donde de hecho el tratamiento no tiene ningún efecto.

Hay otro grupo de condiciones que parecen beneficiarse de la medicina alternativa; y esto no es realmente sorprendente, porque probablemente no existan como entidades clínicas. Estos son las ansiedades y molestias medias percibidas que vienen y van en todos nosotros por todo tipo de razones y que los practicantes alternativos elevan al estatus de una enfermedad etiquetándolas. Aquí hay una lista de enfermedades tomadas de un compendio reciente de remedios alternativos: dolores difusos, caspa, pérdida de apetito, insomnio, apoplejía, aversión a estar solo, “tendencia de alfombrilla”, hormigueo, sensaciones de adormecimiento, apatía, dificultades neuromusculares, una tendencia a estancamiento linfático y debilidad en el sistema de limpieza linfática, congestión, hígado perezoso, constipación, hipo; y, hay otro grupo de pacientes que pueden ser curados por la medicina alternativa, “aquellos que sienten que han puesto bloques en su propia expresión emocional libre y quieren volver y evaluar su reacción hacia aquellos bloques”, lo que sea que quiera decir eso.

Si tenemos una de estas “enfermedades” y tomamos una pastilla homeopática un día y nos sentimos menos apáticos o apopléticos al siguiente, estaremos listos para ver causa y efecto donde no existe. Parece ser el caso que, si B sigue a A, es difícil para la mayoría de pas personas no creer que A y B están ligados de alguna manera. (“Cada vez que yo lavo el carro, llueve poco después”, o “El nuevo Obispo de Durham fue instalado en el Monasterio de York y al siguiente día cayó un rayo.”) Estas creencias son reforzadas cuando no tenemos una medida objetiva para evaluar la probabilidad. En el caso de una enfermedad en particular, no sabemos qué tan probable es que alguien que está bajo un tratamiento pueda mejorarse de todas maneras, por ejemplo. Y, claro, es muchas veces difícil para alguien hacer ese cálculo. El curso de una enfermedad individual depende también de muchos factores.

Todo lo que podemos realmente decir, como Emil Freireich, es que la gente muchas veces se mejora o entra en remisión por ninguna razón discernible cuando no se le está dando ni acupuntura ni remedios homeopáticos. La mayoría de nosotros no solo no estamos lo suficientemente familiarizados con las figuras probabilísticas o la historia natural de las enfermedades para hacer el tipo de juicios informados que aplican en la evaluación de la efectividad terapéutica. Muchas veces estamos en el mismo estado de ignorancia sobre fisiología que lo que mi joven hija estaba sobre meteorología cuando vio hacia la ventana un día con viento y dijo: “Ciertamente aquellos árboles están empujando el viento”.

Todos tenemos una tendencia a buscar patrones en el mundo y hacer enlaces donde no existen. Si tu constipación desaparece poco después de que alguien insertó una aguja con gran ceremonia en una parte muy específica de tu oreja, pocos de nosotros dudaríamos que uno causa lo otro, aunque la constipación en el mundo se mejora cada hora con poca o ninguna inserción de agujas en orejas.

De hecho, además de las no-enfermedades, hay otras situaciones donde un rango de condiciones benefician genuinamente del contacto con alguna forma de medicina alternativa. Hay condiciones que tienen un conocido componente psicosomático. Es interesante cómo estos enlaces entre mente y cuerpo han sido monopolizados por los practicantes alternativos como si el asunto de la medicina psicosomática nunca hubiera existido. De hecho, claro, los pasados 30 años de investigación médica han visto un muy respetable cuerpo de trabajo investigativo sobre los enlaces entre eventos psicológicos y enfermedad física. Pero, aunque muchas terapias alternativas ponen gran énfasis en el enlace indisoluble entre mente y cuerpo, fallan en mostrar la conclusión obvia – que muchos de los resultados beneficiosos de específicas terapias alternativas resultan de la creencia en el practicante, en vez de por alguna manipulación, preparación, o aparato.

Muchos tratamientos alternativos incluyen el alivio de dolores de cabeza, de espalda, y dolor general entre las indicaciones de sus éxitos, y sin duda “funcionan” en el sentido mencionado anteriormente. En otras palabras, la gente se siente mejor; el dolor es disminuido o está completamente ausente después del tratamiento. La pregunta importante es: ¿Por qué? Si tu dolor de cabeza se va después de que los dedos de tus pies han sido manipulados por una terapeuta amigable que exhibe todas las señales de amor y cuidado que tanto necesitamos todos estos días ¿es la manipulación la que quita el dolor de cabeza o algún otro factor, tal como la creencia en la terapéuta? Si un iridólogo te mira profundamente a los ojos y te da un firme diagnóstico de “estancamiento linfático y debilidad en el sistema de limpieza linfático”, sería rudo de parte tuya y de tu cuerpo no responder sintiéndose mejor después de eso. Pero la Navaja de Occam nos lleva a la parsimonia en la búsqueda de explicaciones en el mundo a nuestro alrededor.

Necesitamos elegir una explicación para la siguiente situación. Toda un lista sorprendentemente similar de condiciones mejoraron después del diagnóstico y tratamiento con un amplio rango de terapias alternativas. Hay dos explicaciones posibles. Una es que cada terapia es específicamente responsable por la mejoría en el paciente tratado. El dolor de cabeza de la Sra. A mejoró porque su oreja fue picoteada; el dolor de espalda del Sr. B mejoró porque tomó un remedio homeopático; la indigestión de la Srita. C mejoró porque la zona de energía en su ombligo fue manipulada; y así.

Pero hay una segunda explicación posible. Todas estas terapias podrían ser efectivas porque todas actúan de la misma manera. Ellas crean la misma mejoría psicosomática a través de la creencia en la terapia o el terapeuta, acentuado por la panoplia completa de inusuales aparatos y gráficas, terminología pseudocientífica, y decidida preocupación mostrada por el terapeuta por el paciente. Para tomar uno de los problemas médicos más comunes, el dolor de cabeza, hay una fuerte evidencia de que el 90 por ciento de ellos presentados a doctores son dolores de cabeza por tensión, probablemente ligados a algún estado mental de ansiedad o depresión.

Claro que esto no los hace menos dolorosos o menos físicos. Pero si surgen por razones psicológicas ¿no es posible que se vayan por razones psicológicas? Para concretar este punto en particular, estoy sugiriendo que en esta situación la enfermedad es curada ya sea por manipulación de pies o por la creencia en la manipulación de pies, ya sea por homeopatía o por la creencia en la homeopatía, pero no por las dos. La creencia en la terapia y el terapeuta, acentuada por el tiempo y la atención cercana dada por el terapeuta, lleva a un efecto en la mente que produce como respuesta un efecto en el cuerpo, en un rango de condiciones que en el pasado han mostrado ser parientes muy cercanos a estados emocionales.

Todo esto significa que debemos ser muy cuidadosos para evaluar la naturaleza de la evidencia ofrecida por la efectividad de la medicina alternativa. Cualquier “prueba” ofrecida debe incluir una definición rigurosa de la condición en primer lugar, para que sepamos que se está tratando una enfermedad real. También debe excluir efectos basados en la aleatoriedad de la fisiología humana y en el efecto de la relación entre el practicante y el paciente. No son difíciles de organizar experimentos para establecer tal prueba, a pesar de las protestas de los practicantes alternativos. El problema es que, cuando se han hecho intentos, la fuerza de la prueba está en proporción inversa al rigor de los controles experimentales. Esto ciertamente es el caso con una de las técnicas alternativas que ha sido probada: la iridología (Skeptical Inquirer, Primavera de 1983). Este es un método de diagnóstico de enfermedades que utiliza los patrones del iris. Fue desarrollado y promovido por Ignatz von Peczely de Hungría.

El Dr. von Peczely tenía un búho mascota, y un día accidentalmente rompió su pierna. Peczely entonces notó algo curioso en el ojo del búho – una franja negra había aparecido en el iris donde no estaba antes. Este incidente llevó a Peczely a creer que los órganos y sistemas del cuerpo están representados en el iris y que si algo está mal dentro del cuerpo un cambio correspondiente será visto en el iris.

Cada parte del cuerpo está representado por un segmento en el iris, con el ojo derecho encargándose de la parte derecha del cuerpo, y el izquierdo con el lado izquierdo. Un texto de medicina alternativa respalda la iridología en los siguientes términos: “Como herramienta de diagnóstico, la iridología tiene varias ventajas obvias sobre otros sistemas. Solamente estudiando los dos iris, el terapeuta puede obtener información sobre todas las partes de tu cuerpo simultáneamente. Y no solo puede deducir tu presente estado de salud sino también predecir puntos potenciales de problemas. Además, la iridología es completamente segura” – recuerda Freireich.

Examinando el iris, el iridólogo obtiene diagnosticos tales como “congestión y toxicidad gastrointestinal severa, resultando en irritación en la vejiga y la espalda baja; baja actividad en los ovarios y el útero; espasticidad a lo largo del intestino grueso; dolores en los senos de la cabeza y,” no es de sorprender después de esa lista de problemas, “depresión”. Este es, claro, un buen ejemplo de la categoría que mencioné antes e incluye varias “no enfermedades”. Pero la iridología también trata con condiciones físicas bien reconocidas, y su uso con estas puede ser, y ha sido puesta a prueba.

En una prueba, publicad en el Diario de la Asociación Médica Americana, hubo dos resultados muy interesantes. Un iridólogo en el estudio identificó correctamente al 88 por ciento de los pacientes que en verdad estaban sufriendo de enfermedad del riñón, simplemente encontrando la mancha relevante en sus iris. Esa es una buena noticia. La mala noticia es que también diagnosticó a 88 por ciento de su control normal como que sufrían de enfermedad de riñón, cuando no era así. En la parte más importante del estudio se les presentó a seis iridólogos fotografías de los iris de 143 sujetos, 48 de los cuales tenían enfermedades de riñón. Los resultados totales no fueron mejores que el azar.

Otra prueba clínica controlada llevada a cabo en Australia presentó a unos iridólogos unas fotografías de iris antes y después de que los sujetos desarrollaran una aguda enfermedad y se les pidió a los iridólogos que determinaran si había ocurrido algún cambio en el iris y, si era así, qué órgano había sido afectado. La única fotografía identificada como que mostraba cambios fue una de las dos fotografías tomadas dos minutos aparte una de otra, como control.

El significado de estos resultados no es tanto su calidad negativa sino el hecho de que se han hecho estudios. Con una técnica alternativa como esta, los estudios no son difíciles de diseñar o controlar; ni son caros de llevar a cabo. Reprodujeron tan cercanamente como fue posible la situación de diagnóstico para los iridólogos, quienes usan fotografías detalladas, que fue difícil para alguien quien afirma ser practicante de esta técnica el rehusarse a tomar parte.

Estos estudios osn un ejemplo de los tipos de pruebas que los practicantes mismos deberían organizar si realmente están confidentes de las bases de sus técnicas. ¿Qué tienen que perder? Si están en lo correcto, lo probarán a muchos doctores y pacientes escépticos; y, si están equivocados, se salvarán a sí mismos de muchos esfuerzos perdidos y pacientes decepcionados en el futuro.

Desafortunadamente, la evidencia negativa rara vez tiene algún impacto en los practicantes alternativos, quienes algunas veces parecen más sacerdotes que doctores, basando sus convicciones en fe en vez de en evidencia. Cómo podemos explicar de otra manera comentarios como los siguientes, hechos por analistas aparentemente sanos e inteligentes del entorno de la medicina alternativa: La terapia Rogeriana “no tiene un grupo de técnicas ni procedimientos a seguir”, o “Todos los maestros de t’ai chi enfatizan la imposibilidad de describirlo impresamente,” “el método de Feldenkrais es difícil de explicar rápida y fácilmente”. Como el mismos Feldenkrais dijo: “El primer principio de mi trabajo es que no hay ningún principio”.

Estas son declaraciones de tan monumental vaguedad que solo puede ser fe ciega lo que lleva a alguien a tomar seriamente estas terapias. De hecho, los practicantes alternativos generalmente parecen poco preocupados por la falta de explicaciones convincentes para los fenómenos en los que creen tan firmemente. Si examinas las varias bases teóricas para las diferentes terapias alternativas, encontrarás una variedad desconcertante de hipótesis sobre cómo funciona realmente el cuerpo, algunas contradiciéndose una a la otra. En total, esto no es así con la medicina ortodoxa. Cuando un cirujano opera en el cerebro, está tratando con el mismo órgano que un médico podría tratar con medicina o un psiquiatra con Terapia Electro-Convulsiva. Todos acordarían más o menos en cuántas células tiene, qué tan grande es, y los importantes factores fisiológicos y bioquímicos involucrados.

Cuando un reflexólogo trata un cuerpo, tiene una percepción completamente diferente de cómo funciona el cuerpo respecto a, digamos, un iridólogo o un acupunturista. Esto es evidentemente claro por los impresionantes pero absurdos diagramas que supuestamente muestran las raíces de la enfermedad humana de acuerdo a varias teorías alternativas. ¿Se origina la enfermedad del riñón en el sector inferior del iris o el centro de la planta del pie, o en varios diferentes puntos en la oreja o quizá en el extremo inferior de este complejo grupo de zonas de energía? ¿O podría incluso ser, aunque esta sugerencia podría ser demasiado revolucionaria para ser considerada, que los problemas del riñón se den a conocer a sí mismos en los riñones?

Cualquier explicación científica de la efectividad ocasional de la medicina alternativa es más probable que esté en los reinos de la psicología y fisiología ortodoxa que en las palabras más excitantes como fuerzas, campos magnéticos, meridianos, y vibraciones. Y aquí es donde llegamos a la “psicopatología”. Porque, a pesar de la falta de evidencia e incluso a pesar de la evidencia contra la validez de la mayoría de las técnicas de la medicina alternativa, la gente sigue creyendo en ellas – sus patrones de pensamiento parecen correr a lo largo de líneas irracionales y llevarlos a conclusiones totalmente inválidas. Esto es lo que yo solo puedo describir como el “efecto trinquete”.

Algunos de nosotros somos lo suficientemente mayores como para recordar relojes a los que que tenías que dar cuerda con la mano, con una perilla nudosa en el costado. De hecho incluso tenían unas pequeñas barras movibles, curiosamente llamadas “manecillas”, en vez de los brillantes números rectangulares. En aquellos días de los años 70s, dábamos cuerda a nuestros relojes girando la perilla hacia atrás y hacia adelante entre nuestros dedos. Cuando le dabas cuerda en un sentido, causaba que un resorte se apretara – pero, aquí viene la parte mañosa, cuando le dabas cuerda hacia el otro lado no causaba que se aflojara el resorte! Funcionando dentro del reloj para que causara este milagro de una naturaleza decididamente irreligiosa, había un pequeño mecanismo llamado “trinquete”. La rotación hacia adelante incrementaba el ajuste del resorte pero la rotación hacia atrás lo dejaba apretado, de manera que la siguiente rotación podía agregar un incremento extra a lo apretado.

Yo creo que el cerebro humano tiene un trinquete, y es uno que se balancea en su lugar cuando la gente es confrontada con algo en lo que realmente quiere creer. Cuando se encuentran con un ejemplo de un fenómeno que refuerza la creencia en la que ellos están interesados en preservar, el resorte principal de su creencia se aprieta un poquito, algo que incluso contradice la hipótesis que tan cariñosamente están criando, la rueda gira en la dirección opuesta pero el resorte no se afloja – queda tan apretado como estaba, y su fe es impertérrita.

Un tratamiento alternativo que coincide con la mejoría en una ocasión entre diez dejará no obstante a un paciente o incluso a un observador boquiabierto por su efectividad. Es como el espiritista que dice, “Estoy contactando a tu madre, o posiblemente a tu tía, o quizá sea tu abuela, y su nombre es algo como Edna o Betty o un nombre que comienza con M o D, y dice que espera que tengas felices fiestas en el mar ¿o veo montañas?” y el trinquete entra en acción para producir un cliente satisfecho quien está convencido de que el espiritista transmitió un mensaje exacto de su difunta Tía María sobre las fiestas familiares en Mallorca.

Esta tendencia opera a través de la rica variedad de actividad mental humana. De hecho, yo creo que tenemos varios trinquetes. Por ejemplo, tenemos un “trinquete para las malas noticias”. “Oh, no es el mundo un mundo deprimente”, decimos cuando se estrella un avión, roban los asalta-bancos, tiemblan los terremotos, cada uno de estos eventos aprieta el resorte principal de nuestra depresión. Mientras tanto, los Boy Scouts ayudan a las ancianitas a cruzar el camino, los jumbo jets despegan cada minuto y no se estrellan ni estallan en llamas, y los padres y niños retozan alegremente en el parque en días de campo que no terminan en tragedia, y esto no tiene efecto en la depresión. Ciertamente tenemos un trinquete “Horacio, hay más cosas en el cielo y en la tierra” que aprieta inexorablemente con cada rumor de cucharas dobladas, distancias vistas, o teléfonos que vuelan a través de cuartos solo con el más suave empujón de un adolescente perturbado. Mientras tanto, mientras los farsantes confiesan o son desenmascarados, y los conjuradores duplican sus hazañas y realizan otras aún más sorprendentes, nuestro pequeño trinquete protegen al resorte de regresarse y nos desploma a un mundo real y aburrido donde, en total, las cosas usuales suceden usualmente y las cosas imposibles no suceden para nada.

Comencé sugiriendo cómo podría funcionar una medicina alternativa. Espero que, al menos, haya yo mostrado qué tan difícil de contestar es esa pregunta, porque la medicina alternativa misma es un cajón de prácticas separadas con muy poco en común además que el hecho de que la gente algunas veces se siente mejor después de entregarse a una u otra de ellas. En ese sentido, vienen estando bajo la misma categoría como ganarse una lotería o tener una salida de noche placentera. Parece claro que hay pocas, si alguna, situaciones donde, si alguien se siente mejor, es por las razones ofrecidas por los terapeutas. La pregunta final es: ¿Importa todo esto? Como Freireich señaló, la mayoría de los remedios alternativos son inocuos – ese es uno de los secretos de su éxito. ¿Importa si los practicantes crédulos continúan tratando pacientes crédulos? Una razón que yo pienso que importa es que parece ser una forma de deshonestidad semi-institucionalizada, y en principio eso parece ser malo. Pero hay una segunda y más importante razón: Puede ocurrir daño real. Y hay dos piezas de evidencia, seleccionadas al azar durante los últimos meses, que sugiere cómo. Una se relaciona con una niña con leucemia cuyos padres rehusaron la quimioterapia y la llevaron al homeópata. La dieta jugo de fruta fresca y pastillas homeopáticas inexplicablemente falló en hacerle algún bien a la niña, y murió. La segunda involucra a una mujer con tuberculosis miliary, una forma altamente infecciosa de la enfermedad, quien rehusó tratamiento en el hospital y en vez fue con un practicante alternativo. Se le diagnosticó constipación y le dio una mezcla de sales de frutas y hierbas. La mujer murió, después de un periodo de haber andado libremente distribuyendo esputo cargado de tuberculosis entre aquellos quienes la rodeaban.

Podrías creer que a la gente se le debería dejar matarse a sí misma con el tratamiento de su elección. Pero, aún si tomas esa perspectiva excesivamente liberal, nos encontramos aquí con la muerte de un niño, por culpa de la opinión de sus padres y la presencia en la comunidad de alguien quien era una amenaza al ambiente por sus propias creencias equivocadas. Incluso estos dos incidentes solos son un precio demasiado alto para pagar por la libertad de ofrecer remedios no comprobados y acientíficos al público en general.

Fuente: Skeptical Inquirer, Invierno 1985-86, páginas 154-164.
Karl Sabbagh es un productor y escritor independiente que cubre temas científicos en Londres.