Comunicar información científica a través de los medios no es fácil, sobre todo cuando se compite con deportes, política e información general. Sin embargo la ciencia al igual que las anteriores actividades también forma parte de la vida de los individuos, prácticamente desde que se prepara el desayuno hasta que se apaga la luz para irse a dormir.

Por Bruno Sánchez Quiroga

Hoy la información es considerada imprescindible tanto para el desarrollo de la ciencia misma como de las sociedades y los individuos, cotidianamente los medios nos informan sobre los avances científicos, descubrimientos e inventos; sin embargo, la relación existente entre la ciencia y el periodismo, en ocasiones contempla algunos bemoles que la hacen digna de estudiar. Pero como toda historia, ésta también tiene un comienzo.

En el ámbito internacional, la temática del periodismo científico llegó en 1960 a las escuelas de periodismo de Estados Unidos; en esa década, este tema comienza a tratarse en países iberoamericanos. En 1962 se celebró un primer congreso-seminario en Chile y en 1965, el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (Ciespal), ubicado en Ecuador, dictó el primer curso de periodismo científico en países de habla hispana.

Entre otros acontecimientos, en mayo de 1969, el español Manuel Calvo Hernando y el venezolano Arístides Bástidas fundaron la Asociación Iberoamericana de Periodismo Científico y celebraron el primer Congreso Iberoamericano de Periodismo Científico en Caracas, Venezuela en 1974. Los restantes congresos fueron en Brasil, 1982; España, 1990; Chile, 1996, y Argentina, 2000.


En cuanto a nuestro país, en general podemos mencionar que dentro de los países de América Latina, México está considerado como uno de los de mayor desarrollo en torno al tema del periodismo científico, tanto en lo que respecta a la divulgación de la ciencia, como en el rubro de la producción de conocimiento, universidades y medios, tal vez esto tiene que ver con que algunos autores señalan al siglo XVIII como los comienzos de esta disciplina en nuestro país y destacan a Antonio Alzate, quien se interesaba por el conocimiento y su divulgación. Naturalmente el avance que ha tenido esta disciplina y los medios, nos ubican en el momento actual, donde se cuenta con varias organizaciones relacionadas con el tema como la Asociación Mexicana de Periodismo Científico (Ampeci) y la Sociedad Mexicana para la Divulgación de la Ciencia y la Técnica (Somedicyt), que realiza congresos nacionales de divulgación y se abordan estos temas y su relación con los medios informativos. La Universidad Nacional Autónoma de México se destaca por ser una de las pocas instituciones de educación superior en el mundo que posee una Dirección General de Divulgación Científica. La Academia Mexicana de Ciencias edita publicaciones orientadas al quehacer científico, además de contar con una agencia de noticias, en la que se presenta con temáticas científicas, entre algunas otras.


Sin embargo, es una realidad que al hablar de ciencia en México también se tenga que reconocer el poco impacto real en la sociedad respecto de temas científicos debido principalmente a que son temas escasamente difundidos entre la misma, es decir, la percepción que tiene la sociedad sobre hechos científicos es en ocasiones poca, por ello es importante destacar al periodismo científico como un puente entre las personas y el universo científico. Pero no sería justo tener un juicio a priori sin primero conocer que se entiende por periodismo científico.


Un acercamiento al periodismo científico

En cuanto al periodismo científico, de acuerdo con Manuel Calvo Hernando, quien es presidente de la Asociación Española de Periodismo Científico, es una especialización informativa que consiste en divulgar la ciencia y la tecnología a través de los medios de comunicación de masas.

Es un subgénero del periodismo, el cual a su vez se integra en el área más amplia de la comunicación, se le ha definido también como una actividad que selecciona, reorienta, adapta, refunda un conocimiento específico, producido en el contexto particular de ciertas comunidades científicas, con el fin de que tal conocimiento, así transformado, pueda ser apropiado dentro de un contexto distinto y con propósitos diferentes por una determinada comunidad cultural.

De esta manera el periodismo científico establece un puente de unión entre los productores del conocimiento científico y el público en general en una labor informativa y educativa, con el objetivo de ayudar a los individuos a mejorar su relación con el entorno que los rodea, buscando abrir caminos de comprensión donde la falta de conocimiento tiñen de temor lo cotidiano. Temor a la ingeniería genética, a la biotecnología, los virus y a la hiperinformación.

Cabe destacar que los materiales de periodismo científico se pueden realizar y difundirse de acuerdo con cualquiera de los lineamientos de los cuatro géneros periodísticos: informativo, interpretativo, de opinión o de entretenimiento.


Fuentes del periodismo científico

Las fuentes han sido y son siempre un problema en el periodismo, mismo que se acentúa y adquiere el máximo interés en su vertiente de difusión de la ciencia y la tecnología. Disponer de fuentes fiables, plurales y asequibles es el ideal de todo profesional de la información, pero no es tarea fácil y requiere de años de experiencia y de trato con especialistas en cada sector.

Las fuentes del periodismo científico son: agencias informativas, colaboraciones, universidades, centros de investigación e investigadores, organismos internacionales, congresos, libros y revistas.

En este sentido es de reconocer que cada vez son más los investigadores dispuestos a conceder entrevistas, a hacer labores de asesoramiento y de escribir en diarios y revistas de información general.

Al hablar de la tarea del periodista que desea comunicar hechos científicos, podemos mencionar que debe contar con antecedentes sobre la temática a tratar para realizar la selección y valoración referida. En resumen, podemos afirmar que se perfilan dos objetivos generales de gran alcance en este campo:

1. Necesidad de promover la ciencia y la tecnología en nuestras sociedades como condición para el incremento generalizado del conocimiento, pues ésta es la única posibilidad de supervivencia de la humanidad, y como base para la innovación industrial y el incremento de la calidad de vida.

2. Utilización de los medios para difundir lo que el ciudadano debe saber o recordar sobre los efectos positivos y negativos del proceso científico y el desarrollo tecnológico sobre la cultura, la salud, el medio ambiente y todas las restantes dimensiones de la vida cotidiana, y por supuesto de las implicaciones éticas de los conocimientos y de sus aplicaciones.1

Por otra parte hay que añadir que el periodista científico no se dedica única y exclusivamente a traducir el conocimiento científico sino también se ve influido por las circunstancias, pues transmite la información con un valor agregado: el contexto sociopolítico y cultural en que se desarrolla; asimismo pondera las repercusiones del acontecimiento. Milagros Pérez Oliva señala en su trabajo Valor añadido de la comunicación científica que otro valor agregado es la credibilidad, porque lo escrito en la prensa y lo difundido en los medios sobre ciencia se considera cierto. Este aspecto nos da pie para hablar de la relación periodistas y científicos.


Científicos y periodistas

Un espacio importante para discutir la relación entre científicos y periodistas lo constituyó el Foro de Periodismo, Comunicación y Ciencia, organizado por la Academia Mexicana de Ciencias en septiembre de 2003. Al respecto, el presidente de la academia, José Antonio de la Peña, comenta acerca del evento: “Los científicos necesitamos de los medios para comunicar las ideas al público”. Además destacó que en los últimos años ha aumentado el interés de los medios por la ciencia, de ahí la importancia del foro: “Creemos que el foro dio la oportunidad de discutir diferencias y ayudarnos a revalorizar de mejor manera la tarea que nos interesa: comunicar al público las ideas y avances científicos, hacerlo comprender la importancia de la ciencia para la sociedad”.

En ese foro participaron Manuel Calvo, presidente de la Asociación Española de Periodismo Científico; Luisa Massarani, directora de la región latinoamericana del Portal SciDev; Tim Radford, editor de ciencia del periódico The Guardian; José Antonio de la Peña, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias, entre otros.

Manuel Calvo comentó: “Una de las conclusiones fundamentales de la primera Conferencia Mundial de Periodismo Científico, realizada en Tokio en 1992, fue la urgencia en el mundo, sobre todo en las sociedades menos desarrolladas, de trabajar por conseguir una mejor formación de los periodistas científicos, en la mayoría de los países de América Latina la penuria de periodistas especializados en ciencia y tecnología es notoria y preocupa a las instancias más sensibilizadas hacia la educación popular”. Además destacó que uno de los retos sin resolver es la formación de los divulgadores y periodistas científicos.

Ante esta situación, parece imponerse el planteamiento y desarrollo de un programa movilizador común que permita llegar a las sociedades latinoamericanas el trabajo de divulgadores científicos profesionales.

Destacó también que el camino hasta ahora respecto a la comunicación de la ciencia al público es poco, si se considera lo que falta: “Es inmensa la cantidad de cuestiones que afectan a las relaciones entre ciencia-comunicación y a sus interacciones con educación, cultura, economía, política, convivencia y, en general, con cualquier actividad humana”.

También hizo referencia a las cualidades que debe contar un periodista científico, que son: amenidad, universalidad, claridad, así como visión panorámica.

Finalmente aseveró: “Pienso que mientras la ciencia siga avanzando, los divulgadores nunca estaremos a la par con los científicos, por lo tanto es nuestra tarea diaria seguir buscando el conocimiento. Me siento orgulloso de observar que en su país, cada vez sean más los comunicadores de la ciencia porque ello les dará un lugar de privilegio”.

Con una representación importante de los medios escritos, se presentó el periodista Tim Radford, editor del periódico The Guardian, de Inglaterra.

En su presentación se refirió a la gran posibilidad que tiene un periodista científico en su labor cotidiana: “Un escritor de ciencia tiene la oportunidad de escribir todos los días algo que no se ha escrito nunca. Esto es lo más emocionante del trabajo; decirle algo a alguien que por primera vez sea noticia”. Comentó que la ciencia debe ser disfrutable. Debe contar historias que se cuenten por sí mismas, aunado a una mentalidad y actitud para decirle algo a la gente que los haga leer no sólo el primer párrafo sino también el segundo.

Agregó que la ciencia no es lo central, sino lo que se puede publicar en un trabajo científico para que sea leído por la sociedad e invitó a los divulgadores a escribir sobre ciencia utilizando historias claras e interesantes para el público.

Un tema importante que surgió durante el encuentro, es el que se refiere a la afirmación de que el público es analfabeta científico, específicamente el tema fue abordado por Luisa Massarani, directora de la región latinoamericana del Portal SciDev. Al respecto mencionó que el concepto que se tiene del público debe cambiar; debe dejar de considerarse como aquellos recipientes vacíos que hay que llenar, como pagadores de impuestos que hay que convencer.

“La divulgación científica es una actividad permanente de reconstrucción que cambia históricamente; consolidarla, ampliarla y mejorar sus calidades es una tarea inmensa que solamente será posible si existen direcciones generales consistentes y considerando que es un proceso colectivo que involucra a los principales actores: periodistas científicos, comunicadores, educadores, alumnos, el público en general y otros”, mencionó.

Massarani subrayó que la divulgación no tiene como tarea principal enseñar, sino despertar e inquietudes en el público respecto de la ciencia, al mostrar una visión realista de la misma, evitando caer en planteamientos positivos o negativos.

En este sentido, acerca de qué es lo que percibe la sociedad sobre ciencia, se tocó el caso de México, el tema lo expuso José Antonio de la Peña. Comentó: “Al científico le interesa ser comprendido y apreciado por su comunidad, pero sobre todo le interesa que la ciencia florezca en el país y tenga oportunidad de contribuir de la mejor manera al bienestar del ciudadano”.

Agregó: “Sin duda que los periodistas son el puente más importante entre el científico y el público, pero según la manera de presentar las ideas, será el interés que pongan para comprender o bien queden con una idea errónea y simplemente cambien de página o estación de radio. Los científicos necesitamos de los medios para comunicar nuestras ideas”.

Sin embargo, agregó, a lo largo de la historia, el poder de los medios ha crecido de manera impresionante, aunque el público en general, sigue teniendo una idea vaga de lo que es la ciencia. Entre periodistas y científicos se trabaja bien, aunque de pronto surjan algunas discrepancias, pero cumpliendo cada quien con los elementos de su trabajo, saldrá mejor el de los dos, aseguró.

Destacó una encuesta que recientemente se hizo en la ciudad de México: “¿Les parece atractiva la ciencia?”. Las respuestas fueron: 68% afirmativo; 60% dijo que los científicos contribuyen al progreso del país; 90% señaló que debería haber más científicos en México”.

Estos resultados parecen alentadores; sin embargo, agrega De la Peña: “Decimos que vivimos en la era de la ciencia, aunque las ideas científicas y métodos han penetrado poco en la cultura popular. El público en general poco sabe de los avances científicos y menos aún los entiende. Las supersticiones, los cultos esotéricos y las pseudo ciencias han tomado gran vigor y han conseguido penetrar en esa cultura popular”.


¿Existe un distanciamiento real entre periodistas y científicos?

Quizá un buen ejercicio para entender cómo se da esta relación, lo representa lo que un científico y un periodista de Argentina comentaron el uno del otro en agosto de 2003. Esto es lo que dijeron:

“No hay que fiarse de los periodistas pues siempre están más interesados en generar una noticia que en la verdad, ignoran la esencia del método científico, tergiversan lo que los científicos dicen, exageran los riesgos y virtudes de los hallazgos científicos y no comprenden que palabras como error y certidumbre tienen distinto sentido en el lenguaje científico que en el lenguaje común”.

Al respecto, esto dijo un periodista argentino: “Los científicos son arrogantes, siempre hablan con un lenguaje complicado, están más preocupados por sus colegas que por el público, viven en una torre de marfil, aislados de la sociedad, no comprenden al público pero reclaman comprensión, ven a los periodistas como editores de gacetillas y sólo quieren hablar con ellos cuando están interesados en tener más fondos, ganar una discusión científica o vender algún producto”.

Para Jorge Crisci, destacado científico argentino, organizador de las Jornadas de Ciencia y Medios de Comunicación, era evidente que tal vez estos dos casos eran extremos pero era claro que había una barrera de desconfianza entre los dos grupos, basada principalmente en que carecían de lo que llamamos un lenguaje común, algo que los comunicara, agregó, que también veían que lo que decía cada uno tenía cierto grado de verdad, los periodistas más preocupados por el impacto y los científicos por el colega.

En cuanto al objetivo, mencionó: “La jornada de ciencia y medios de comunicación tuvo como objetivo discutir las barreras que impedían una buena comunicación sin perder de vista que los medios son poderosas armas de educación en este momento”.


Algo similar ocurrió en el Foro de Periodismo, Comunicación y Ciencia realizado en México, donde Ricardo Tapia, doctor en bioquímica, del Instituto de Fisiología Celular, señaló su experiencia con un medio escrito: “El titular fue: ‘El primer doctor en Bioquímica de la UNAM criticó los planes de financiamiento’ y hasta abajo decía: ‘México, entre los principales generadores de conocimientos en neurociencias’, además de múltiples imprecisiones que yo no dije en el cuerpo de la nota. Con eso queda justificada la desconfianza que los científicos les tenemos a los periodistas”.


Sin embargo, ante el supuesto antagonismo de las disciplinas, advirtió que tanto los científicos como los periodistas requieren prepararse. En ese sentido, expuso algunas de recomendaciones para ambas partes con el fin de hacer comprensible y accesible la información científica al público en general. Sugirió las estancias y visitas recíprocas de una disciplina hacia la otra, en aras de un mejor conocimiento y participación común.


Los medios

Durante los trabajos presentados en el encuentro organizado por la Academia Mexicana de Ciencias se abordaron temas como la prensa escrita, que ha desempeñado un papel importante en la vida social del mundo, lo mismo que en la de la ciencia y los avances tecnológicos desde la revolución industrial hasta el descubrimiento de la termodinámica.

En México, basta recordar que durante la revolución los periódicos fueron los generadores de opiniones.

Es por eso que ciencia y medios deben de trabajar conjuntamente. Sin embargo, en la actualidad muchos son los objetivos de la comunicación de la ciencia y pocos los interesados en su difusión.

En opinión de Patricia Magaña, directora de la revista Ciencias de la Facultad de Ciencias de la UNAM, los medios escritos tienen muchos propósitos cuando se hace divulgación de la ciencia: transmitir información, interesar al público en resultados de la ciencia, dar libre acceso o curiosidad a saberes, promover vocaciones científicas, jugar y entretener, conseguir dinero para la investigación, respaldar el trabajo científico de un país, etcétera. Sin embargo, en la parte de los medios impresos hay enormes dificultades. Una de ellas es que en este país se lee poco; las estadísticas siguen señalando que el mexicano lee ­en promedio­ medio libro al año; que de la gente con capacidad de leer apenas 2% adquiere un periódico, por lo tanto los retos y las dificultades de los que realizan escritos son enormes, sin embargo se ha persistido en este trabajo, aclara la ponente.

Un tipo de recomendaciones para una revista escrita es que deben buscar comités editoriales e institucionales sobre todo preocupados por el trabajo de divulgación, procesos de arbitraje, originalidad en los textos para dar a conocer el trabajo de científicos mexicanos sin dejar de publicar artículos de otros países, proyectar las distintas escuelas como astrónomos, físicos, autores diversos, garantizar mayor cantidad de lectores y mejor diseño de ilustración y una periodicidad marcada. Además de una excelente evaluación para mejorar, agrega Patricia Magaña.

En el periodismo los alcances son pequeños y el periódico que más puede aspirar a una amplia penetración alcanza apenas los cien mil ejemplares, y algunos de ellos tienen estructuras donde no hay secciones científicas; es un alcance limitado.

Hay diferentes grados de profesionalización en la prensa escrita. Sin embargo, no hay líneas editoriales definidas. Hay una contradicción entre las tendencias de la información y el nivel general de la prensa pues la información científica va con una gran carga, con un gran peso y los medios van rezagados; ese es el riesgo principal para la ciencia escrita, asegura Javier Flores, de la Unidad de Estudios de Posgrado en Investigación de la UNAM.

Para el caso de los medios electrónicos se comentó que, en este sentido, desempeñan un papel importante; ellos resultan aún más eficaces en la medida que tienen una mayor audiencia. Sin embargo, los espacios en su programación son reducidos.

En la televisión, los resultados derivados de una investigación de campo realizada por el divulgador Manuel Martínez, muestran ­en el monitoreo de una semana de transmisión­ que del total de horas de los canales abiertos de la televisión mexicana, Televisa, TV Azteca, Canal Once, Canal 22 y Canal 40, solamente 3% está dedicado a contenidos científicos. De ese total, 2% son producciones extranjeras y 80% se refiere a la naturaleza, básicamente referida a la vida de los animales; mientras que el restante 1% es producción nacional orientada a temas de la naturaleza. Agregó que esta situación puede deberse a que comprar los derechos de transmisión de un programa extranjero puede costar entre mil 500 a tres mil dólares. Mientras que producirlo alcanza un costo entre 300 mil pesos y un millón de pesos o más con base en el contenido.

Javier Aranda, director de la Red Cultural de Noticias de Canal 22, recordó que la divulgación de la ciencia en TV es una labor que fundamentalmente ha corrido a cargo de TV UNAM, Canal Once y Canal 22 mediante documentales tanto nacionales como extranjeros y a través del seguimiento de la ciencia y la tecnología en los espacios informativos.

Añadió que pese a que los espacios dedicados son escasos, no han perdido presencia, pero podrían mejorarse y aumentar sus horarios de transmisión. “Por lo que requiere que los científicos mexicanos participen en la divulgación con un lenguaje claro y accesible buscando como enganchar su quehacer a la actualidad periodística”.

Para el caso de la radio, Fernando Escalante, en ese momento director general de Radio UNAM, comentó que se tiene que seducir al público. “No podremos hacer nada sobre ningún tema si no seducimos a un auditorio”. Por ello, han emprendido una lucha, criticada por muchos, avalada por pocos, en el sentido de reformar la programación de Radio Universidad. Buscando nuevos formatos donde se pueda hacer uso de otros elementos ­radioteatros, biografías, radionovelas, reportajes, etcétera­ y no solamente de la entrevista. Debemos señalar que de los 70 programas que produce, 40 son de entrevista, de los cuales 20 tenían una duración de una hora; ese número se ha reducido a 12.

No podemos lograr que un científico vaya a un micrófono y comunique su información de la misma manera que lo hace en un congreso o con un grupo de colegas ­agregó­, en primer lugar porque el lenguaje radial tiene otro formato y otro público.

“Jamás vamos a tener credibilidad y auditorio ­que es lo que interesa a los medios­ si no tenemos creatividad y seducción”, enfatizó. Además debe desmitificarse al científico.


Formación

En México, en las carreras de comunicación, salvo algunas excepciones, no hay ninguna asignatura sobre periodismo científico. En Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM se imparten dos materias de periodismo especializado en la que se agrupa al periodismo científico; en la Universidad del Claustro de Sor Juana se cuenta con la asignatura Sociedad, Ciencia y Comunicación.

Pero no fue hasta 1994 cuando se realizó el primer diplomado de periodismo científico, organizado por la Universidad del Claustro, un año más tarde la UNAM puso en marcha el Diplomado en Divulgación de Ciencia, que no está dirigido específicamente a preparar periodistas científicos. Por último, desde 1988 se imparte la maestría en Comunicación con especialidad en Difusión de la Ciencia y la Cultura en el ITESO.

Con estos avances de la última década, se podría pensar que el panorama es alentador, pero no lo es tanto si consideramos que no existe una especialización en periodismo científico, a lo mejor porque los espacios educativos lo consideran un híbrido que navega entre dos orillas: la de comunicación y la de las ciencias naturales y exactas.

Así, se convierte en un problema actual la escasez de ellos, los periodistas científicos se han formado en la práctica cotidiana por distintos caminos y se seguirán formando otros, pero de manera muy lenta.

Lo que es conveniente impulsar por medio de las instituciones de educación superior y los organismos interesados en fortalecer el periodismo y la divulgación científica, elaboren cursos, talleres, diplomados, foros sobre la materia, con el fin de lograr una masa crítica que en un plazo breve aspira a cursar una maestría creada ex profeso para la divulgación científica.

Esta es una labor de largo plazo, tanto la formación de periodistas científicos como la consolidación de una sociedad más consciente de la necesidad de invertir en ciencia y tecnología. Pero los pasos están dados hacia conseguir estas metas.




Nota

1 Manuel Calvo Hernando, Curso sobre periodismo científico, 1999.


Bruno Sánchez Quiroga es integrante de la Agencia de Noticias de la Academia Mexicana de Ciencias.


Fuente: http://www.etcetera.com.mx/pag64ne43.asp