Barro, en Llanes, acogió el sábado la fiesta del aquelarre veraniego
«Abracadabra, pata de cabra». Algo similar pero en bable fue lo que las brujas de la localidad llanisca de Barro lanzaron al viento para cumplir con su tradicional conjuro veraniego.

FotoLa hora mágica, en este caso bruja, comenzó hacia la medianoche, cuando los espíritus y los poderes oscuros tienen mayor fuerza. Eso lo saben las bruxas de Barro y las cientos de personas que cada año presencian el peculiar aquelarre. La oscuridad fue cómplice de decenas de brujas que, sin previo aviso, hicieron acto de presencia en el «prau» de la fiesta dispuestas a comenzar con su ritual.

Completamente de negro, blandiendo sus escobas y subidas en un carro del país, las señoras de la noche llegaron al lugar elegido para su conjuro, levantando gran intriga entre los asistentes y también alguna risa nerviosa.

La bruxa mayor hizo las veces de maestra de ceremonias y leyó en alto el conjuro que cada año resuena en alto en la localidad de Barro. Como manda la tradición de las brujas, el conjuro se leyó en bable, llamando a los poderes oscuros.

El resto del grupo de brujas escuchaba a su jefa asistiendo y preparando una poción mágica que utilizar para sus fechorías. Allí metieron sus escobas para luego, con poco disimulo y mucho descaro, salpicar a los testigos del conjuro, que pacientemente se reían de la maldad de las brujas.

El humo invadió el «prau» y aprovechando el desconcierto de los presentes llegó el ataque de las brujas. Sin previo aviso, comenzaron a perseguir a los asistentes descargando sus maleficios sobre ellos a base de escobazos.

Carreras, persecuciones y mucha diversión sirvieron para aplacar la fiereza de unas brujas que no lo son tanto, como tampoco son peligrosos sus escobazos. Durante varios minutos de asedio mágico las brujas se convirtieron en dueñas y señoras de la noche de Barro, donde dejaron la estela de su magia.

El tiempo del misterio no duró toda la noche y tras haber cumplido su misión las brujas decidieron volver por donde habían venido, con la satisfacción de haber cumplido con el mandato de los seres de la noche, embrujando al personal y propinando más de un susto a los asistentes a la fiesta, que es, casi sin duda, la más mágica y misteriosa del verano de Llanes, gracias a la presencia de decenas de brujas y de sus encantamientos.


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