En 1971 investigadores de la Universidad de Stanford crearon una prisión simulada en el subsuelo del campus del edificio de Psicología. Al azar designaron a 24 estudiantes para que fueran o los guardias de la prisión o los prisioneros durante dos semanas. A los pocos días, los “guardias” se habían vuelto sádicos hasta el punto de colocar bolsas en las cabezas de los prisioneros, luego forzarlos a desvestirse y alentarlos a realizar actos sexuales.

El experimento de Stanford y otros estudios similares dieron una comprensión en el tema de cómo la gente común puede, en circunstancias apropiadas, hacer cosas horribles, incluso maltratar a prisioneros, como ocurrió en la cárcel de Abu Ghraib, en Irak.


¿Cuál es la distancia entre lo normal y lo monstruoso? ¿Puede alguien convertirse en un torturador? Los psicólogos sociales estudiaron esta cuestión sistemáticamente, realizaron experimentos y demostraron el poder de ciertas situaciones para determinar la conducta humana.


Philip G. Zimbardo, investigador de Stanford, manifestó que mientras el resto del mundo se impresionó con las imágenes de Irak, él no se sorprendió para nada. “Tengo fotos iguales, con prisioneros con bolsas en la cabeza” del estudio de 1971, agregó. En un determinado momento, los guardias de la prisión simulada ordenaron a sus prisioneros que se desnudaran y utilizaron un rudimentario juego sexual para humillarlos. Zimbardo terminó el experimento al día siguiente, más de una semana antes de lo planeado.


Las prisiones, donde el equilibrio del poder es tan desigual, tienden a ser lugares brutales y abusivos a menos que se haga un gran esfuerzo para controlar los impulsos básicos de los guardias, afirmó. “No es que uno ponga manzanas podridas en un buen barril. Ponemos manzanas buenas en un barril podrido. El barril corrompe todo lo que toca”, explicó.


Experimentos como los de Stanford no se realizan más, ya que fueron considerados antiéticos.
[Schwarz, J. “Un experimento de 1971 mostró el lado más cruel de los encierros”. La Nación. Buenos Aires, 9 de mayo de 2004, p. 4. Originalmente publicado en The New York Times]

Philip G. Zimbardo es psicólogo social y profesor de psicología en la Universidad de Stanford. Ha escrito diversos artículos sobre influencia coercitiva, control de la conducta y sectas, y es co-autor de The Psychology of Attitude Change and Social Influence (McGraw-Hill).


Fuente: http://www.argentinaskeptics.com.ar/noticias.htm