Afirman científicos que éste no se formó desde un punto oscuro del Universo, es producto de inmensas y terribles colisiones cósmicas; de comprobarse, darían solución a misterios sobre el desarrollo de la química de la vida

 





EFE
Jueves 20 de mayo de 2004

  El nacimiento del Sistema Solar y de la Tierra fue el resultado de inmensas y terribles colisiones cósmicas y no se formó lentamente en un punto oscuro del Universo como se creía.

Al menos eso es lo que revela una nueva teoría planteada por astrónomos e investigadores estadounidenses de meteoritos en un artículo publicado hoy en la revista Science.

Los astrónomos de la Universidad de Arizona indican en el artículo que esta teoría está respaldada por imágenes y análisis químicos y se contrapone a un origen apacible del Sistema Solar.

Según los científicos, nuestro Sol y los planetas y satélites que lo forman es el subproducto de un caos creado por una intensa radiación ultravioleta e inmensas explosiones que acompañan a la catastrófica y corta vida de las estrellas más masivas y luminosas.

Añaden que si se confirma con nuevas investigaciones, esta teoría del nacimiento cósmico del Sistema Solar tendría profundas implicaciones para la aclaración de muchos misterios, desde su forma y tamaño hasta la estructura física de la Tierra y el desarrollo de la química de la vida.

Según Jeff Hester, autor principal de la nueva teoría, existen dos tipos diferentes de ambientes en el que se forman estrellas de masa relativamente pequeña como la de nuestro Sol.

En uno de estos ambientes hay un proceso en el que una nube molecular se desploma formando estrellas dispersas.

El otro es radicalmente diferente y en él hay un número mayor de regiones masivas que forman no sólo estrellas de masa pequeña sino también estrellas gigantes y luminosas.

Estas regiones del Universo son diferentes porque al formarse las estrellas gigantes y luminosas éstas comienzan a desprenderse de enormes cantidades de energía que modifica totalmente la formación de estrellas como el sol en sus cercanías. “Hasta ahora la gente imaginaba que el Sol se formó en este primer ambiente más tranquilo. Pero creemos tener pruebas irrefutables de que no es así”, dijo Hester.

La teoría se fundamenta principalmente en el reciente descubrimiento en meteoritos de huellas de isótopos que sólo pueden haber sido causadas por la decadencia radiactiva del hierro-60, un isótopo inestable que tiene una vida de un millón y medio de años.

Este isótopo sólo puede haberse formado en el corazón de una estrella masiva y por lo tanto su presencia en el Sistema Solar es una fuerte evidencia de que cuando se formó nuestro Sol (hace 4 mil 500 millones de años), en las cercanías había una estrella masiva, según los astrónomos.

“Cuando uno recoge un meteorito y encuentra una mezcla de materiales que sólo se puede explicar por la presencia de una supernova, se da cuenta que está mirando la respuesta a un viejo interrogante de la astronomía y de la ciencia planetaria”, manifestó Steve Desch, coautor del estudio.

Según los científicos, un escenario similar que llevó a la creación del Sistema Solar es el que se puede observar en las nebulosas del Aguila o Trifid. “Hay muchos aspectos de nuestro Sistema Solar que parecen tener sentido si se les observa a la luz de este nuevo escenario”, según Laurie Leshin, directora del Centro de Estudios de Meteoritos de la Universidad de Arizona.

Según Leshin, la nueva teoría explicaría porqué la parte exterior del Sistema Solar (el Cinturón de Kuiper) parece terminar abruptamente.

Por otra parte, agrega, la radiación ultravioleta tiene que haber influido en la química orgánica en sistema y podría explicar otras anomalías, tales como la abundancia de oxígeno en los meteoritos.