UNO de los grandes interrogantes que ocuparon la mente de Baroja, quien por su ascendencia vasca también se preocupaba de otras menudencias como el RH sanguíneo y la alineación de la Real Sociedad para el partido del domingo, estaba centrado en el tema de la muerte, esa infinita y pútrida devoradora. Y es que don Pío, entre libro y libro, siempre se preguntó el motivo de colocar piedras tan pesadas sobre los indefensos difuntos.

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