Sobre los medicamentos que fabrica el laboratorio, estos se dividen básicamente en dos tipos: los fitomedicamentos y los homeopáticos. Los primeros tienen elementos activos derivados de las plantas que funcionan bajo el principio de los contrarios, es decir, aliviar una inflamación si esta se produce. Los homeopáticos, en cambio, operan bajo la lógica de los iguales.

“Una sustancia capaz de producir una patología en un hombre sano, puede revertir esa situación si se aplica en un hombre enfermo”, dice Knop, en referencia a remedios que pueden tener origen animal, vegetal y mineral.

“Si una abeja me pica y se me hincha la cara, lo que se usa es veneno de abeja, pero altamente diluido. Eso actúa desinflamando”, añade Knop.

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