Un Muy Alegre Desfile de Cienciología No Autorizado le hace a L. Ron Hubbard lo que El Irresistible Levantamiento de Arturo Ui le hizo a Adolfo Hitler: Lo reduce a proporciones ridículas y despreciables. Con un reparto de acotres de edades entre ocho y 12 años, el escritor Kyle Jarrow y el director Alex Timbers (conocido también como Les Freres Corbusier) acentuaron la pueril absurdidad de las doctrinas de la Cienciología así como la infantil ingenuidad de aquellos quienes creen en tal absurdidad. Enterarse de la teoría de Hubbard sobre los espíritus Thetan deportados a la Tierra por el regidor galáctico Xenu, nos convence más y más de que el asunto está perfectamente adecuado a los reinos de la racionalidad pre-puberta. Así como Ui no explica el fenómeno complejo del Tercer Reich, el Desfile de Scientología no prueba la psicología de cultos; en vez de eso, los dos desmitifican sujetos cuyo atractivo viene no en poca parte del misticismo que sus acólitos le han atribuído.Dejando la artificiosidad a un lado, la utilización de un reparto jóven no hace al Desfile Cienciológico una obra silenciadora. Con duración de menos de una hora, el libreto – una versión satírica musical de una obra santa – da a entender el punto rápidamente. Timbers sabiamente aconsejó a los niños evitar demasiada ironía, consciente de que el material genera su propia absurdidad cómica sin codazos ni guiños. Los niños, vestidos en los equivalentes a las togas del espacio exterior extraterrestre, generan un conjunto químico respetable. Al fina, incluso se las arreglan para insinuar al recipiente de misterio que lleva a la gente a buscar diversión en la Cienciología u otras sectas. Parados bajo paraguas fuera del teatro en la Calle 42va, los niños y niñas, todavía en sus togas, miran a través de una ventana a la audiencia mientras escuchamos una grabación de ellos cantando “Simplemente no hagas preguntas, y todo estará claro”.

Fuente: VillageVoice.com