Las gruesas capas de hielo que muchos astrónomos pensaban que estaban escondidas en algunos cráteres lunares casi seguramente no existen, de acuerdo a las observaciones del radar más grande del mundo.El disco de 300 metros en Arecibo, Puerto Rico, fue utilizado para rebotar ondas de radio en los oscuros cráteres en los polos norte y sur de la Luna. La luz solar nunca llega al fondo de estos cráteres, lo que significa que el hielo podría sobrevivir ahí.

En 1994, la nave espacial Clementine de los Estados Unidos, sondeó los cráteres en la misma forma desde una órbita lunar. Detectó fuertes ecos que pudieron haber sido producidos por gruesas capas de hielo. Cuatro años después, la nave espacial de la NASA. Lunar Prospector, sondeó los cráteres con un espectrómetro de neutrones. Esto llevó a una detección positiva de hidrógeno, y por lo tanto agua, en los polos lunares.

Juntando las dos observaciones, los científicos concluyeron que millones de toneladas de agua habían formado gruesas capas de hielo en los permanentemente sombríos cráteres lunares.

Pero la nueva investigación de Arecibo ha llegado a una conclusión muy diferente. “No existen depósitos de hielo gruesos en las áreas que observamos”, dice Bruce Campbell, líder del proyecto en el Smithsonian Institution en Washington, DC. Los investigadores examinaron 20 porciento de las regiones sombrías de la Luna.

Un crater, llamado Shackleton, sí regresó un fuerte eco, imitando la información del Clementine. Pero también lo hizo otro cráter que no está permanentemente sombrío, lo que significa que no pudo haber sido causado por hielo.

“Creemos que la rugosas e inclinadas paredes de esos cráteres pudieron haber producido las fuertes reflexiones, no hielo” explica Campbell.

La nueva información no desecha el hielo por completo. El experimento solo detecta capas de hielo con más de un metro de grosor. Cualquier depósito más delgado, o cristales de hielo pequeños distribuídos en el polvo lunar, permanecerán indetectables.

Sin embargo, es una mala noticia para los proponentes de una base lunar, quienes habían argumentado que el agua fácilmente disponible podría hacer tal base fácil de construir.

Campbell estima que, a lo mucho, un kilómetro cúbico del suelo lunar podría ser procesado para extraer solo un metro cúbico de agua, convirtiéndose en una tarea muy difícil y costosa.

Una estimación mejorada de cuánto hielo hay en la Luna podría estar disponible en el 2005, cuando el SMART-1 de la Agencia Espacial Europea llegue. Lleva consigo un espectrómetro infrarojo que sondeará directamente hacia abajo sobre los cráteres buscando depósitos de hielo.

Más allá de eso, Campbell cree que la única manera de resolver el debate es aterrizar una nave espacial. Él es parte de un equipo diseñando tal misión, llamada Polar Night. El equipo planea enviar la propuesta a la NASA en el 2004.

Referencia: Nature (vol 426, p 137)
Fuente: NewScientist.com
Autor: Stuart Clark