Entrevista al periodista e investigador escéptico Alejandro Agostinelli por Sariel León

– ¿Cual es su opinión respecto a estas formaciones?

A esta altura, entiendo que ya se puede escribir una historia sobre un nuevo género artístico, impulsado por un pequeño movimiento marginal, cuyas performances comenzaron en el sur de Inglaterra de mediados de los años setenta. ¿Su mayor talento? Crear tan vertiginosamente como en una noche obras monumentales, efímeras y transgresoras. Los campos de cultivo eran el lienzo y sus herramientas, un tablón, una cuerda y otros elementos que sacaron del garage. Pero no sólo eso: estos artistas fueron tan originales que su éxito descansó en el anonimato, en dar un uso inteligente del interés de los medios y amoldar el estilo de sus diseños unas veces a satisfacción del público y otras contrariando las expectativas de los “expertos”. Con la ayuda involuntaria de los “activistas” de esta nueva “fe”, impulsaron la creación de una leyenda viva, la cual cobró tanta fuerza mediática que incluso fue recuperado por Hollywood, con Señales, si bien el film de M. Night Shyamalan no les llegó ni a los talones…

Todo empezó como un juego de dos amigos aburridos, los artistas ingleses Doug Bower y Dave Chorley. Cuando en 1991 explicaron las técnicas que utilizaron, pocos escépticos serios se sorprendieron: el francés Thierry Pinvidic ya había visitado Inglaterra con un equipo de expertos en efectos especiales, el equipo VECA 90, creando “círculos perfectos”, indistinguibles de los “reales”, en el curso de una sola noche… Mientras los jubilados de Winchester seguían con su monumental travesura, se fueron sumando otros “experimentadores”, que comenzaron a imitar a los precursores (los llamados “copycats”). Luego, a la cerealomanía se incorporaron buscadores de evidencias de OVNIs de buena fe, que hicieron sus propios círculos, a veces para comprobar si lograban círculos similares a los “reales” y otras con cierta picardía, para calibrar el olfato de sus colegas, que casi siempre se tragaban el anzuelo. Algunos de estos “experimentadores” llegaron a sentir vergüenza ajena al ver a “sus” círculos ilustrando las portadas de libros como los de Colin Andrews y Pat Delgado, como lo cuenta un tal Mike en el sitio oficial de los Hacedores de Círculos (www.circlemakers.org), que es la organización de artistas que continúa la aventura iniciada por Bower y Chorley (fallecido en 1997). Pero entre los realizadores hubo de todo… Por ejemplo, granjeros que estimularon a amigos para tener en su campo “su propio círculo”, por diversión o para cobrar entrada, o medios que quisieron hacer “pisar el palito” a medios rivales… Con el tiempo, la “cerealología” se convirtió -y perdón por la metáfora fácil- en un “círculo vicioso” o, dicho con más propiedad, en una comedia de enredos con una trama divertida, abigarrada y compleja de intereses entretejidos. A mi modo de ver, los “crop circles” son la primera expresión artística masiva inspirada en la ufología, ya que Bower tomó la idea de una historia de OVNIs que leyó en 1958 cuando vivía en Australia. Allí, cerca de Tully, en el norte de Queensland, los diarios informaron la aparición de un misterioso círculo en un pantano. A aquella formación, que tenía pocos precedentes, se le llamó “nido” de OVNIs y su imagen apareció en casi todos los libros ufológicos de la época.

– ¿Atribuye a algunos de estos dibujos una procedencia no humana?

No hay ningún motivo para tomar con seriedad esta hipótesis. Aunque debo admitir que opiniones como la mía no le hacen ningún favor a los artistas. Porque los “crop circles” empezaron como un juego artístico donde sus autores “necesitaban” del misterio. Lo fascinante del caso es que los bromistas “necesitaban” que por ahí hubiese ufólogos (luego devenidos en “cerealólogos”) dispuestos a elaborar toda clase de teorías sobre su origen para cimentar el enigma. Se advierte una clara interacción entre las expectativas de los creyentes y los diseños. Los ufólogos se preguntaban, conjeturaban, y los hacedores respondían… Que si eran huellas de aterrizaje por qué no se veían OVNIs (hasta que empezaron a verse…), que si no eran las marcas del descenso para qué los extraterrestres querrían dejar estos diseños… y surgió la idea de los mensajes ecológicos de Gaia, el planeta vivo que se quejaba… Los creadores de los círculos, confundidos entre los curiosos y los “investigadores”, se divertían como cochinos haciendo el caldo gordo de esas elucubraciones. Hasta que subió a escena Terence Meaden, un físico que se tomó el asunto en serio y propuso su teoría del “vórtice plasmático”…

– ¿Es factible que sean originadas por fenómenos meteorológicos?

Bueno, precisamente cuando Meaden entra en escena los círculos dejan de ser anillos más o menos simples de cereal aplastado y comienzan a verse formaciones más elaboradas: se les cruzan líneas rectas o zigzagueantes, emergen diseños iconográficos más o menos reconocibles inspirados en culturas antiguas (como signos rúnicos o celtas) o temas recuperados de la ficción científica pop (¡los pícaros llegaron a dibujar sobre el cereal hasta el Enterprise!). Durante esa etapa surgen los llamados “cerealogramas”. Bower, Chorley y otros, como Jim Schnabel -autor de un Round in circles (1993), un libro exquisito sobre el tema-, explicaron que fueron complicando los diseños a propósito, para desafiar las teorías de Meaden. Consiguieron confundir a Meaden y a sus seguidores. Pero, bueno, siempre quedaba el recurso de suponer que los círculos “más elaborados” eran fraudes, mientras que las formaciones “sencillas” sí se adaptaban a su teoría. ¡Una teoría “científica” que hacía agua en todo su perímetro! ¿Cómo sostener seriamente que aquel fenómeno del ‘vórtice plasmático’ si esos remolinos sólo se manifestaban en el sur de Inglaterra? Entre los que adherían a las “explicaciones científicas” de Meaden había ufólogos de una línea bastante escéptica, como Jenny Randles, quien simpatizó con la teoría de los mini-torbellinos, aunque más por oposición a las fantasiosas conjeturas de la dupla Andrews-Delgado que por sus conocimientos de meteorología. Al final, Meaden se dio cuenta de que su obsesión podía arruinar su carrera y abandonó el barco…

– ¿A nivel sociólógico, qué variables operan en la creación de esta forma de “expresión” en los casos cuya procedencia es comprobadamente humana?

Los que creen que “algunos” circulos son de procedencia extraterrestre -siempre habrá quienes prefieran adherir a esta idea- se basan en que “dos viejitos”, por mejor que fuera su estado físico, “jamás hubieran podido crear solos todos esos círculos”. Decir esto significa desconocer el alcance de la manía. Lo que te comentaba al principio: hubo infinidad de imitadores, ufólogos que quisieron poner a prueba a sus colegas, periodistas que alentaron a los artistas a crear nuevos círculos, granjeros que se beneficiaron ganando más dinero por cobrar las entradas para ver y fotografiar los círculos que con la cosecha. Todo esto sin contar con merchandising, el tinglado periférico que comenzó a sacar ventaja de la nueva peregrinación: remeras, llaveros, revistas, libros, discos… De todos modos, las variables clave para comprender la extensión del fenómeno creo que son: el contagio, que posibilitó la multiplicación de hacedores de círculos, la actuación de los medios, que tuvieron una historia novedosa para contar, las creencias de los ufólogos, algunos de los cuales son particularmente hábiles para exagerar y por lo tanto “co-crear” su objeto de estudio y el público, en particular aquel que ama a los misterios extraños y tiende a desestimar hipotesis alternativas que le resten méritos a aquello en lo que desea creer.

Uno de los aspectos más curiosos de la discusión, como señaló Hillary Mayell, del servicio de noticias de la National Geographic, es el hecho de que cada grupo necesite del otro: sin el misterio ¿quién le hubiera prestando atención al tema? Otras variables, para mí las más graciosas e instructivas, tienen que ver con los contenidos de la creencia misma. Dos ejemplos: los “locos de los círculos” empezaron a sentirse acosados por la sospecha de que había agencias de inteligencia “operando” en las sombras. Para algunos, la confesión de Doug y Dave fue parte de esa misma conspiración, en este caso tendiente a desacreditar el fenómeno. Lo cómico es que el propio Doug Bower, el hombre que les hizo pasar el papelón de sus vidas a los caza-OVNIs, se declaró convencido de que la Tierra fue visitada por extraterrestres. Es más: ¡llegó a decir que “ellos” lo programaron para hacer los círculos, que “cierta fuerza” se apoderó de él y que “ella es la que planea estos diseños…” ¿Bower sigue bromeando o cree sinceramente en esto? Yo creo que de esta experiencia se podría aprender mucho del humor inglés. Esto es lo que más me divierte de estos temas: siempre hay de dónde asirse para que la historia continúe… El problema es que nunca faltan aquellos que, de tanto dar vueltas en círculos, acaban mareándose…

Sobre el Autor:

Periodista desde 1983, Alejandro Agostinelli se especializó en falsas ciencias y nuevas creencias a partir de un interés inicial en la ufología y en otras creencias relacionadas. Hoy en día es editor general del portal Dios!, un portal periodístico que contiene artículos, investigaciones y recursos sobre creencias contemporáneas.